miércoles, diciembre 05, 2007
Recientemente ha ido publicando o reeditando “El garaje Hermético”, el integral de “El Incal” con un nuevo coloreado digital, los 6 números de la serie “El mundo de Edena”, el también integral “El corazón coronado” y este verano “¿Es bueno el hombre?”, todos ellos en ediciones (tapa dura, buen papel) que se podrían considerar como definitivas.
Sin embargo, se echa de menos el “olvido” de una de sus obras iniciales como Moebius, “Arzach”, y que es, junto al “Garaje Hermético”, representativa de la gran evolución que disfrutó el cómic europeo de mediados los 70 y de la que la revista “Métal Hurlant” fue la “punta de lanza”.
En 1975, Giraud/Moebius funda con otros autores (Dionnet, Druillet, etc.) Les Humanoïdes Associés, sello editorial bajo el que se publicaría la citada revista “Métal Hurlant”,
en la que se dieron cabida temáticas y formas de expresión que llevaron
un soplo (o más bien un vendaval) de ideas nuevas al cómic, que dieron
un fuerte impulso para que el cómic creciera como medio de expresión
artística, dejando de ser considerado como un mero divertimento infantil
o adolescente.
La edición en España corrió a cargo de la ya desaparecida editorial Eurocómic, dentro de su Colección Humanoides, allá por 1987. “Arzach” recogía, además de unas primeras páginas en blanco y negro (donde ya aparece el vigilante de las Estrellas, que más tarde conoceríamos como el Starwatcher), cuatro historias cortas en color, cada una de 8 páginas.
Moebius titula cada capítulo con el mismo nombre Arzach, pero le va cambiando la ortografía: Harzak, Arzak, o Arzack,
por lo que no se sabe muy bien a qué o a quién se refiere bajo el
enigmático título, si al mundo o dimensión en el que transcurren las
aventuras, al jinete o a su pétrea montura.
El susodicho ¿animal? de color blanco, semejante a un pteranodonte
del período cretácico, de grandes alas, pico sin dientes y cráneo
alargado y prolongado hacia atrás con una cresta, vendría a ser como un
pariente de mayor tamaño de “Deepo”, el primero mascota y después compañero de John Difool en su mega-cósmica aventura de “El Incal”.
Arzach
es también un mundo inhóspito, en su mayor parte es un desierto de
rocas cinceladas por los elementos y salpicado por enormes esqueletos de
saurios de tiempos remotos, alternado con zonas de grandes praderas,
pero de vegetación muy poco “amistosa”.
El conjunto da una sensación de ecosistema viejo, desgastado, inmemorial.
El vigilante,
siempre con su extraño gorro alargado, capa y puñal al cinto, planea
incansable a lomos de su cabalgadura. De semblante serio, hosco incluso,
se ve enfrentado a situaciones de tensión y peligro, pero en contraste
habrá momentos que se pone en ridículo y que nos hace reír.
Si bien en el aspecto temático, Moebius (la fantasía, la ecología, la ciencia ficción, la espiritualidad, los sueños o el humor) no tiene nada que ver con Giraud (aventuras y western realista), en el estilo gráfico de este “Arzach”, es todavía visible la huella de su alter-ego. Con cientos de rayitas y puntitos para recrear volúmenes y sombras, un dibujo que se iría “limpiando” con los años, para dejar más protagonismo al color y una mayor simplicidad de línea.
Moebius
no sigue cánones ni reglas fijas y va experimentando con la composición
de las páginas, con viñetas que varían en tamaño y forma (cuadradas,
rectangulares, ovaladas) y número (de dos a seis) o bien utilizando una
única ilustración que llena todo el espacio.
Hay que
destacar que en ninguna de las historias vamos a encontrar ningún texto,
ni tan siquiera las habituales onomatopeyas de acompañamiento con las
que en cualquier cómic se quiere dar la idea de sonido de ruidos, golpes
o explosiones. La única excepción es un bocadillo en la última página
pero con la misma palabra del título.
No será la única vez que realizará una “historia sin sonido”. Otros ejemplos, dos relatos cortos del álbum “La desviación” (Eurocómic, 1985): “Rock City” y “Hermético absoluto”, y la historia el “El planeta todavía…” (revista Cairo nº 68), con los “reparadores” Atan y Stel, personajes de “El mundo de Edena”.
Su
lectura hoy en día todavía sorprende y deja perplejo, y uno rebusca en
las viñetas indicios para comprender mejor las historias. Hay que pensar
en el impacto que pudo causar a los lectores de hace más de 30 años:
¿Trataba Moebius de hacer una visión del Teniente Blueberry en
otro universo o dimensión y el resultado se fue agrandando y desbordando
cualquier previsión inicial?. En todo caso, es lo de menos; fue el
arranque de la segunda personalidad creativa del autor europeo más
importante después de Hergé.
Aunque no ha tenido hasta el momento una continuación, en 1993 Norma publicó el álbum “Visiones de Arzach” una recopilación de trabajos de diversos artistas, Katsuhiro Otomo, Richard Corben, Paul Chadwick o Brian Bolland, entre otros, que rindieron tributo a la cabalgadura y su jinete.
En 2002 tuvo una versión animada, “Arzak Rhapsody”, un conjunto de episodios cortos e independientes, en la que se adaptan algunos de los capítulos del cómic.
Aquí
un narrador nos irá dando más información y también escucharemos hablar
a algunos personajes. Se desvela el misterio de a qué o a quién hace
referencia el título: “Arzak es un mundo, un planeta, un sistema;
pero en aquel tiempo era algo más: un hombre, un guerrero del desierto… y
se decía que el centro de ese desierto sin fin era la sombra que
proyectaba el gran pterodáctilo blanco sobre la deslumbrante arena...”
Así pues, los tres forman parte de la misma indivisible unidad: Arzach/Harzak/Arzak/ Arzack.
Entre
los años transcurridos y al estar fuera de catálogo desde hace bastante
tiempo, se va ganando la fama de obra mítica, no sólo por su calidad,
sino por lo difícil que pueda ser encontrarlo. A ver si alguien “norma” nota y nos da una alegría.
Fuente: http://trazosenelbloc.blogspot.com