viernes, 8 de marzo de 2013

CINE: Top Five las locuras de Hitchcock


Además de ser considerado el gran maestro del suspenso, el director también trascendió por una suma de excentricidades; conocé algunas de ellas

 Por: Milagros Amondaray



1. ESPOSÓ A LOS PROTAGONISTAS DE LOS 39 ESCALONES


 
En numerosas ocasiones, Alfred Hitchcock ha declarado que su forma de trabajar con los actores no estaba, bajo ningún punto de vista, sujeta al famoso "método". Por eso, la libertad que les daba para que ellos pudieran explorar distintas técnicas era, por decir poco, relativa. Como consecuencia, consideraba a los intérpretes como instrumentos vitales del film, pero siempre subordinados a la palabra escrita primero y a la visión del director después. Esto lo condujo a emplear él mismo algunas herramientas para conseguir los golpes de efecto que sus films imperiosamente requerían. Una de las anécdotas relacionadas a este punto se vincula con la extraordinaria Los 39 escalones, en cuyo rodaje dejó esposados a los protagonistas Madeleine Carroll y Robert Donat durante todo un día, haciéndoles creer que había perdido la llave (recordemos que la secuencia en que ellos se encuentran esposados es clave en el film). ¿El objetivo de su broma? Según el propio realizador, la finalidad era no solo que sientan lo que sus personajes estaban procesando sino también todos los pormenores que pueden suscitarse en una relación. "Lo que me atrae es todo el drama que rodea al hecho de estar esposado", declararía Alfred. Los actores, probablemente, no se hayan divertido tanto como él.


2. NO DEJABA ENTRAR AL ESPECTADOR AL CINE SI LA PELÍCULA YA HABÍA COMENZADO


 
Una cosa es el arte y otra cosa es el negocio. Hitchcock tenía bien en claro la diferencia pero, al mismo tiempo, sabía que ambos puntos iban a estar inevitablemente conectados. Por eso, una vez finalizada la que sería su película más "popular" (Psicosis) y con el pleno conocimiento de que tenía que promocionarla, decidió tomar el toro por las astas y él mismo elaborar una astuta movida de marketing. En un video que pueden ver más abajo, y que funcionó como una previa al estreno del film, el realizador grabó un mensaje para los dueños de los cines en el que les pedía que no permitieran que la audiencia ingresara al cine una vez que la película hubiera comenzado. La estrategia funcionó a la perfección porque no solo generó expectativas en los espectadores ("¿por qué es imperativo que no nos perdamos nada de Psicosis ?" deben haberse preguntado) sino porque además logró que los mismos compren entradas por anticipado, en gran parte persuadidos por el brillante plan de Hitchcock. Esto demuestra que cuando se le adjudica al realizador el calificativo de "visionario", éste no solo está circunscripto a su mirada sobre el cine sino también a sobre cómo el cine debe ser absorbido, experimentado, vivido. Un dato más: intentó comprar todas las copias del la novela de Robert Bloch para que menos espectadores conocieran el final.

3. USÓ TAMBORES PARA ASUSTAR A LOS ACTORES DE LOS PÁJAROS


 
Quienes hayan visto Los pájaros sabrán que es, además de una obra maestra, una película que se queda impregnada en la retina y que se propulsa con golpe de efecto tras golpe de efecto, lo cual la vuelve, ante todo, un film escalofriante. Cabe mencionarse que gran parte del mérito le corresponde al mejor colaborador que Hitchcock pudo haber tenido si de generar impacto se trata: el compositor Bernard Herrmann, quien en este caso no compuso ninguna pieza original sino que operó como consultor de sonido. En el rodaje de Los pájaros el realizador volvió a implementar la técnica de hacerles padecer a los actores el mismo terror que padecen sus personajes con resultados brillantes en pantalla, pero repudiables por fuera de ella. La protagonista del film, Tippi Hedren, luego de haber sufrido el constante resonar de los tambores que Hitchcock hacía sonar mientras filmaba para que el miedo sea más palpable, luego de que se emplearan pájaros falsos para que el pavor se incrementara en ella, y luego de haber sufrido varias heridas entre escena y escena, tuvo un episodio nervioso que la forzó a alejarse del set y a pasar varios días en el hospital. "Hitchcock me puso en una prisión mental", declararía años después Hedren, "pero yo hice lo que tuve que hacer para no seguir padeciéndolo".

4. ERA FÓBICO A LOS POLICÍAS (Y A LOS HUEVOS)


 
Para no faltar a la verdad, hay que decir que Alfred Hitchcock no tenía una sola fobia. Lo suyo era un gran pánico con múltiples caras. En primer lugar, algunos aseguran que el realizador le temía a los policías. Una situación provocó este miedo. Cuando era niño, su padre lo castigó por una travesura de una manera poco convencional: enviándolo a la estación de policía, nota en mano, para que lo dejen encerrado en una de las celdas por aproximadamente diez minutos. Este particular castigo no solo "funcionó" en ese momento sino que tuvo notorias repercusiones en su vida adulta, ya que por mucho tiempo se cree que el director le tuvo pánico a que los policías lo parasen en la calle, pensamiento ineludible cuando llevaba a su hija Patricia en auto al colegio. En segundo lugar, otra de sus fobias, quizás la más conocida, es la denominada Ovofobia. En síntesis: miedo a los huevos. "Les tengo pánico, me generan nauseas, esas cosas redondas sin ningún orificio, nunca vi algo más desagradable que un huevo que chorrea ese líquido amarillo" expresó el realizador. Por esta razón, Hitchcock evitaba los desayunos y las cadenas de comida rápida, ya que no podía ni siquiera sentir el aroma del alimento en cuestión. 

5. NO QUERÍA VER SUS PROPIAS PELÍCULAS

 


 
Una de las técnicas más conocidas empleadas por Alfred Hitchcock era el uso del humor para alivianar tanta tensión. Como ya hemos visto, esto sucedía también en el rodaje, donde llevaba a cabo bromas de todo tipo. En sus películas hay un uso permanente de los gags, de la inclusión de personajes un tanto grotescos y, claro, de sus inolvidables cameos. Sin embargo, a pesar de que sus films contienen un componente hilarante (ese tren ingresando a un túnel en Intriga internacional, en alusión al acto sexual de sus protagonistas), también es cierto que su trascendencia responde a la creación de climas aterradores. Según palabras del propio Hitchcock, -cuya declaración bien podría tratarse de otro de sus jugueteos con la audiencia-, se asustaba de sus películas y por eso evitaba verlas. "Les tengo miedo, nunca quiero verlas, ni en una sala ni en otro lado. No entiendo incluso cómo los espectadores pueden soportarlas". En esa misma entrevista, y ante la réplica de su interlocutor de que esa actitud era simplemente ilógica, el gran Alfred respondió: "¿Pero qué es la lógica? No hay nada más estúpido que la lógica".

El amor detrás del suspenso

 

El estreno de  “Hitchcock”, un retrato del reconocido director de cine durante el rodaje de una de sus obras maestras, “Psicosis”, en la cual se pone énfasis en la compleja relación entre el artista y su esposa, Alma Reville.
PorLaura Natale


Alfred Hitchcock y su historia. Pero no toda su historia. El director de cine, maestro del suspenso, es retratado en este film que se estrena mañana y que lleva por nombre su apellido, así a secas, aunque no se trate de una biografía completa. Dirigida por Sacha Gervasi, “Hitchcock” narra el detrás de cámaras del recordado y exitoso thriller “Psicosis”, rodado en 1960 por el cineasta, seguido muy de cerca por su esposa, Alma Reville. Un aspecto que no se asoma en sus películas de suspenso: la relación que tuvo este genio del cine con Alma, que fue además su leal colaboradora en su realización cinematográfica.

En la película, Hitchcock busca desenfrenadamente un guión para su próximo trabajo. Es así como decide financiar personalmente “Psicosis”, una sórdida novela de horror de Robert Bloch, inspirada en los asesinatos perpetrados por Ed Gaine, un granjero de Wisconsin que tenía por pasatiempo descuartizar mujeres y robar cadáveres. Es un proyecto fatal a los ojos de los ejecutivos de Hollywood: de un presupuesto bajísimo, rodado en blanco y negro, con equipo televisivo, temáticamente crudo y con la audacia de matar a su protagonista a fines del primer acto. Es más, los censores están horrorizados de que, por primera vez, una película americana mostrará un inodoro (y lo que es peor, en funcionamiento).

Hitchcock, ansioso por probar su relevancia ante las generaciones más jóvenes, hace del proyecto uno de sus más personales, hipotecando su casa para costear el rodaje. Alma, su esposa “de fierro”, lo apoya. Pero a medida que él se obsesiona con el rodaje, ella empieza a resentir la sombra del esposo. Tiene sus propias ambiciones artísticas, que florecen mientras le ayuda a Withfiel Cook en la adaptación de su novela. En el estudio, la atención del director se divide entre dos rubias, Vera Miles y Janet Leigh.

Así transcurre la película. Pero lo que “Hitchcock” busca poner al descubierto es la cautivadora y compleja historia de amor de la pareja mientras se realiza este famoso rodaje de “Psicosis”, ya que Reville fue la única persona que tuvo ingerencia en el montaje final del film.

Hasta aquí la historia, el tema y los subtemas. Es hora de hablar de las interpretaciones. Anthony Hopkins es quien le da vida al misterioso director, mientras que Helen Mirren (ganó un Oscar en 2011 por su interpretación de la Reina Isabel II en “The Queen”) es la gran mujer detrás de ese genial hombre. “Puede ser que Hitchcock haya sido un tipo siniestro, atormentado, frío, despiadado y obsesivo, pero también fue generoso, cariñoso e ingenioso”, comenta Hopkins, quien no quiso engordar para el papel, y en el film está oculto bajo prótesis de gordura y capas de látex, habla como Hitchcock, viste como Hitchcock y gesticula -de una forma casi caricaturesca- como Hitchcock. Con su mentón en alto, Hopkins está, de a ratos, irreconocible, es muy bueno imitando. Mirren, por su parte, pareciera tener más libertad con su personaje, sin duda gracias al bajo perfil que Alma mantuvo toda su vida comparado a la grandilocuencia de su marido. Entre los actores están Scarlett Johansson (haciendo de Janet Leight), Jessica Biel (Vera Miles) y James D’Arcy (encarnando a Anthony Perkins).

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