miércoles, 1 de diciembre de 2010

VISITA GUIADA POR EL MUNDO DE ISOL.



Es una de las ilustradoras más requeridas del mundo editorial. Sus libros se venden de a cientos de miles. Hasta ilustró un cuento de Navidad para Paul Auster. Y sin embargo, cada uno de sus más de veinte libros respira un cuidado y un amor artesanal por esos universos inquietantes e hilarantes que crea con pocas palabras y dibujos extraordinarios. Con la excusa de la salida de Pantuflas de perrito (Pequeño Editor), Radar se adentra en esos mundos poblados de niños de la mano de su creadora.








Por Mariana Enriquez

Hay una madre que grita y grita, y una niña a la que se le cumple un sueño: la madre, tal como la pequeña desea, un día deja de gritar pero al mismo tiempo desaparece y ocupa su lugar un globo rojo. Hay un chico que es muy amable con su abuelo, pero les tira piedras a los pájaros, un chico que se llama Petit el Monstruo y que puede ser muy bueno y muy malo casi al mismo tiempo. Hay otro niño, tímido y solitario, que en una fiesta de cumpleaños termina viajando a La Ciudad de la Piñatas Rotas. Hay una princesa muy muy hermosa, tanto que sus pretendientes pierden la cabeza –la pierden de verdad: sufren una decapitación espontánea– y ella, la princesa, las conserva colgadas de la pared, como si fueran trofeos de caza. “Son historias un poco truculentas, ¡pero con humor!”, dice Isol y se ríe, con una risa algo alegre y un poco loca, delicada como su voz de soprano. En efecto, cuenta, cuando editó su primer libro en México, Vida de perros (FCE, 1997), gustó mucho pero en el premio para el que compitió no pudo quedarse con el galardón principal y debió conformarse con la mención porque, dijo el jurado y le mandó la explicación por fax, sus personajes eran “psicóticos”. “¿No es fabuloso?”, se regocija Isol y al mismo tiempo lamenta que la tinta de los faxes se desvanezca con el tiempo, de lo contrario tendría ese fallo enmarcado.










Los gatos de Pantufas de perrito.

Los personajes de Isol –Marisol Misenta, 1972, ilustradora, cantante, escritora, música y ganadora de tantos premios que resultaría larguísimo enumerarlos– no son delirantes: son niños. “Cuando escribo y dibujo, pienso en mí como niña, y en los personajes como niños. Un niño es un alien. El nene recién llegó a este planeta. Le están diciendo lo que se puede, lo que no se puede, y algunas cosas son medio extrañas de aprender. Todo son reglas que al principio pueden parecer muy arbitrarias. El nene además no está en un lugar muy importante de la escala de poder de nada y eso le da un lugar que me parece muy lindo para crear conflicto y generar nuevas miradas. Los nenes están fuera del lugar común, para ellos no existe. A veces hacen observaciones super inteligentes o poéticas que en realidad nos suenan así porque uno ya está dormido, ya no puede conectarse con ese estado.” Isol tiene más de veinte libros, algunos que podrían considerarse clásicos contemporáneos, como Tener un patito es útil (FCE, 2007) o Secreto de familia (FCE, 2003). Algunos de sus libros son colaboraciones con el poeta Jorge Luján. El dúo acaba de repetir para un nuevo libro que acaba de editarse en Argentina por el sello Pequeño Editor y se llama Pantuflas de perrito. Los poemas, esta vez, no son sólo de Luján: el autor los escribió en conjunto con niños latinoamericanos que participaron por medio de Internet, a través del sitio chiscosyescritores.com. Isol ilustra con su peculiar simpleza, tan engañosa, hermosamente descuidada. “Cambio mucho las técnicas, pero el estilo es reconocible porque la figuración tiene algo en común, o los juegos que me gusta hacer, como los contrastes de lo grande con lo chiquito, o el gusto por los colores planos. Pantuflas, por ejemplo, lo hice con birome, usé las mugres del papel, quería soltar la mano. Lo que es constante es que la ilustración se ve manual, porque eso me gusta. Me gusta mucho la línea. Cambio de técnicas, en cada libro uso una distinta: la técnica es importante, porque si uso una liviana para contar algo terrible, alivia. Las técnicas hablan. Además, tengo que decir, si no cambio de técnica me aburro. Lo mismo me pasa con las series: no tengo personajes recurrentes, no sé cómo hace eso la gente, yo me agoto. Pero bueno, la verdad es que la estética de fondo siempre es la mía.” Una estética tan difícil de definir como inmediatamente reconocible: Isol es una de las ilustradoras más solicitadas a nivel internacional y eso tiene que ver con que su trabajo es particularísimo, de autor. Desde El cuento de Navidad de Auggie Wren, el libro de Paul Auster que ilustró en 2007 hasta las oscuras fantasías de El globo (FCE, 2002) o Piñatas (2004, Ediciones del Eclipse, un bello e inquietante libro en el que trabajó con tinta sobre papel y color aplicado digitalmente), el estilo es tan claramente propio que impresiona. Sin embargo, Isol insiste en que el azar es uno de sus mejores aliados cuando dibuja, que alguna vez desesperó porque estaba aferrada a una técnica y le costaba mucho separarse de ella –o le resultaba impensable–, que hace sólo dos libros por año como mucho, por control de calidad y por salud mental. Tiene la fortuna, claro, de trabajar para Fondo de Cultura Económica (su casa editora principal) y de contar con muchas ediciones en todo el mundo. La inserción en el mercado del libro infantil ilustrado, sin embargo, no fue tan sencilla. “Yo tuve la suerte de que el editor se copó conmigo. Pero de todos modos tuve que encontrar el código, porque llegué con una onda re-sacada desde Argentina, una cosa del cómic, de personajes salvajes: eso en México lo decodificaban de otra manera. No les daba risa. Les parecía tétrico. No hay cosa más fea que quedarte sola riéndote de tu propio cuento, que a nadie más le parezca gracioso.” Ahora sus libros se leen en las escuelas mexicanas, y en ocasiones tienen tiradas de 200.000 ejemplares.
























De arriba para abajo: la tapa de Pantuflas, Petit el Monstruo

Isol cuenta que sus preocupaciones personales suelen estar en los libros. El miedo a no encajar en Secreto de familia, las absurdas exigencias y modelos a seguir para las mujeres en La bella Griselda, el encierro de la timidez en Piñatas. Le da bronca que los “grandes”, cuando ven sus libros, dicen qué lindo y qué locos estos chicos. “¡No se hacen cargo! Me pongo loca. ¿Tan superados están? Si son cosas absolutamente presentes en la vida cotidiana de todos”, se indigna (un poco). También le preocupa mucho que, con los años, la gente deje de dibujar: de chicos, el dibujo es una forma de expresión natural, pero con el tiempo se anula, no se estimula, casi que esa capacidad se muere. “Dibujar es una herramienta impresionante: yo creo que hay cosas que sólo se pueden decir dibujando; que por eso, por ejemplo, te lo piden en los tests psicológicos.” Además, extraña que los chicos ya no tengan para leer a artistas, como tuvo ella. “De afuera Sendak o Gorey, de acá mis libros de cabecera eran los de Polidoro: estaban Sábat, Napoleón, que hacía unas demencias tremendas... Un tipo de grafismo y de estética que no era ñoña, que era de artistas y me educó con una amplitud impresionante. Ahora no hay libros así. Hay libros álbum pero para los chicos muy chicos; cuando ya saben leer, todo se parece a Disney. La plástica se empieza a parecer a lo académico, es una idea muy conservadora; como mi abuela, que piensa que si se parece a lo real, está bien hecho. Es una idea muy vieja. Si sabés pintar es porque sabés copiar algo. Eso ya no existe. ¡Eso es anterior a, no sé, Picasso! El único critero para entender que algo está bien o mal es que se parezca a lo real. Perdemos tantas herramientas de disfrute estético cuando crecemos...” Isol quiere que los Polidoro se reediten, y parece tener un plan, pero no lo cuenta.
























Dos chicas del libro que acaba de salir.


Ahora mismo está concentrada en el recién editado Pantuflas de perrito y en La bella Griselda, que sale en febrero. Pantuflas..., que es magnífico, le permitió además incursionar en otra extrañeza: la de las mascotas. “A mí me parece inquietante que haya un animal en la casa. Es raro. Es alguien que está desnudo, chupándose el culo, cosas que nosotros no hacemos, ¿no? Quise evocar ese extrañamiento y me obligué a estudiar a los animales, me la pasé mirando a mis gatas, por eso los dibujos son más realistas. Y cuanto más las miraba, más raro me parecía que el ambiente de ellas fuera un par de sillas y no la selva.”

A sus gatas, sus amigas felinas, está dedicado Pantuflas de perrito, editado en la colección de Pequeño Editor Incluso los grandes, un apartado que a Isol la reconforta. Porque ella no está tan segura de estar haciendo libros para chicos. “Yo soy grande, y a mí me gustan. Me gusta que no tengan moraleja, que no cierren, que texto e imagen dialoguen a veces de una manera paradójica u oblicua. No sólo los míos: los buenos libros ilustrados me encantan, los consumí toda la vida.” Y entrecierra sus ojos marrones, intensos, y dice: “Odio que se diga ‘es para chicos’ cuando algo es malo. Me revienta. Trabajar con la infancia, evocarla, es algo absolutamente poderoso”.

Los libros y el trabajo diario de Isol se pueden encontrar en sus dos sitios, el weblog www.isolisol.blogspot.com y el oficial www.isol-isol.com.ar. Además, también se puede escuchar online a sus dos bandas:

el ensamble de música barroca The Excuse, que ejecuta piezas de, por ejemplo, Haendel, Purcell y Marin Marais (www.myspace.com/theexcusemusica) e Isol/Zypce (www.myspace.com/isolzypce), pop electrónico experimental junto a su hermano Federico con el que acaba de editar un disco que se llama SIMA.

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