martes, 8 de febrero de 2011

MARIA SCHNEIDER (1952-2011) bailó su último tango en París.




Famosa a los 19 años por su protagónico junto a Marlon Brando en el célebre film de Bernardo Bertolucci, Schneider nunca pudo desprenderse de ese personaje, a pesar de haber filmado con otros grandes directores, como Michelangelo Antonioni y Jacques Rivette.







La actriz francesa Maria Schneider murió el 3 de febrero de 2011, a los 58 años, luego de luchar durante años contra “una larga enfermedad”, según la fórmula que eligió su familia para comunicar la noticia. Si bien a lo largo de su trayectoria trabajó a las órdenes de cineastas tan destacados como Michelangelo Antonioni, Jacques Rivette, Marco Bellocchio, Werner Schroeter y Philippe Garrel, Schneider siempre será recordada por su papel protagónico, con tan sólo 19 años, junto al gran Marlon Brando en Ultimo tango en París, la famosa película dirigida por Bernardo Bertolucci que narraba la violenta atracción sexual entre una joven actriz amateur llamada Jeanne y un misterioso viudo muchos años mayor que ella.

Schneider había nacido en París el 27 de marzo de 1952 y era hija del actor Daniel Gélin (quien nunca la reconoció) y de la modelo de origen rumano Marie-Christine Schneider. La actriz tuvo su debut actoral a los 15 años, y dos años más tarde obtuvo su primer papel en la pantalla grande en El árbol de Navidad (1969), de Terence Young. Luego compartió la pantalla con Alain Delon en un pequeño papel en la película Madly, de Roger Kahane.

Schneider cuenta en su filmografía con títulos como El pasajero (1975), de Michelangelo Antonioni, que protagonizó junto a Jack Nicholson; Violanta (1977), con Gérard Depardieu; Baby-sitter, de René Clement; y La Dérobade (1979), por la que obtuvo un premio César en 1980 como mejor actriz de reparto. A partir de ese momento, realizó múltiples interpretaciones en producciones francesas, alemanas e italianas. Pero nunca encontró su lugar en Hollywood.

Cuando en 1972 se presentó al casting para el proyecto de Bertolucci, resultó elegida entre cientos de candidatas para el rol de Jeanne, que si bien la llevó a su consagración como actriz, también la estigmatizó con una imagen lujuriosa por el resto de su carrera. Es que su interpretación en Ultimo tango en París fue también una experiencia traumática, ya que era demasiado joven e inocente para un papel tan crudo. En alguna ocasión llegó a contar que Bertolucci no le avisó de la escena en la que Brando le practicaba sexo anal ayudándose de manteca, que fue tan real como aparece en la película. “Fue una idea suya”, confesó públicamente refiriéndose al cineasta italiano. “Y Bertolucci me dijo lo que tenía que hacer poco antes. Me engañaron. Casi me violaron. Esa escena no estaba prevista. Las lágrimas que se ven en la película son verdaderas”, agregó la actriz a la prensa. Aunque en otras ocasiones también le agradeció a Bertolucci haberle permitido ingresar en la historia del cine.

Tras aquella aparición, Schneider no quiso volver a salir desnuda en ninguna de las películas en las que trabajó. Y en contra de su voluntad, se convirtió en una figura de la revolución sexual, suerte de continuadora de Brigitte Bardot, en cuyo departamento vivió mientras se rodaba Ultimo tango... En 1977 también atravesó una experiencia conflictiva cuando Luis Buñuel la echó del set de Ese oscuro objeto del deseo, tras apenas tres días de rodaje, para sustituirla en el personaje de Conchita no por una sino dos actrices, Angela Molina y Carole Bouquet.

Durante la década del ’80 filmó bajo las órdenes de Jacques Rive-tte (en Merry-Go-Round) y Jean-Louis Comolli (en Balles perdues). Y en los ’90 tuvo pequeñas intervenciones en La condanna, de Marco Bellocchio, y Las noches salvajes, de Cyril Collard. En el 2000 protagonizó Les acteurs, de Bertrand Blier, donde se interpretó a sí misma. Su última aparición en la pantalla grande data de hace tres años, cuando tuvo un papel en Cliente, de Josiane Balasko. Pero en paralelo a su carrera, Schneider se labró fama de actriz maldita, consumida por drogas y depresiones.



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