viernes, 4 de junio de 2010

AL SUR DE LA FRONTERA de OLIVER STONE




EL FILM PONE EN CUESTION LA IMAGEN QUE SE TIENE EN LOS ESTADOS UNIDOS DE LOS LIDERES LATINOAMERICANOS

Un manual para Homero Simpson

En Al sur de la frontera, Stone se hace, como norteamericano, una pregunta tácita: ¿cómo llegamos a ser tan ignorantes? Aunque sobrevuela muy genéricamente la realidad de la región, el documental sirve para alimentar el fuego del debate local sobre el rol de los medios.






Por Juan Pablo Cinelli

AL SUR DE LA FRONTERA
South of the border, Estados Unidos, 2009.

Dirección: Oliver Stone.
Guión: Mark Weisbrot y Tariq Ali.
Música: Adam Peters.
Fotografía: Lucas Fuica, Carlos Marcovich y Albert Maysles.
Intérpretes: Oliver Stone, Hugo Chávez, Evo Morales, Lula, Cristina y Néstor Kirchner, Fernando Lugo, Rafael Correa y Raúl Castro.

El norteamericano medio y promedio, parodiado con precisión por Homero Simpson (quien no por casualidad acaba de ser elegido como el mejor personaje de ficción de los últimos veinte años por la muy norteamericana revista Entertainment Weekly), necesita que le den todo masticado. Lo importante de este asunto reside menos en reírse de ese paradigma, del defecto ajeno, que en ver qué de propio hay en ese modelo, porque tampoco es gratuito que Los Simpson sean uno de los programas más vistos y longevos de la televisión argentina contemporánea: algo íntimamente argentino hay en ese gordo prejuicioso, ignorante, ventajero y envidioso. Al sur de la frontera, documental con el que ese buen y muy desparejo director que es Oliver Stone intenta poner en cuestión la imagen que en los Estados Unidos se tiene de los presidentes de América latina en particular, pero de toda la región en términos más amplios, resulta para quienes no pueden evitar convivir con la diaria tarea de ser latinoamericanos un manual para principiantes. En un balance final se debe decir que el documental de Stone es entonces algo así como Latinoamérica explicada a Homero.

El motivo para incluir este concepto ya desde el primer párrafo es dejar claro que el trabajo de Stone no hace sino sobrevolar muy acotadamente la realidad de la región, consiguiendo enmarcarla en un relato histórico no mayor de veinte años. De este modo, la gesta chavista aparece como un emergente aislado y repentino, sólo ligado a la revolución cubana, con la muerte del Che en Bolivia incluida, como único antecedente. Como si no hubieran existido Perón, Allende o Sandino, por incluir algunos nombres clave. Es cierto: demasiada información para un pueblo ajeno a todo lo que no sea mirar el propio ombligo. Está claro también que Al sur de la frontera no busca ni puede ser una cátedra de historia.

Pero cuando parece que la película de Stone se volverá definitivamente prescindible, allí brota su valor. En este presentar a sus compatriotas su propia visión de la América al Sur, Stone se hace una pregunta tácita: ¿cómo llegamos a ser tan ignorantes? Y comienza a responderse desde la primera escena. En ella se ve a la conductora de un noticiero de la cadena Fox (sí, ¡la misma en la que trabaja Homero!) dando con sorpresa la noticia de que el presidente de Venezuela acaba de admitir que es adicto al cacao. ¡Qué! Sus compañeros sorprendidos tardan en comprender que la chica quiso decir coca, costumbre que Chávez habrá tomado prestada de su colega Evo, en un simbólico cierre de filas. Pero ¿por qué comenzar con esa ridícula gaffe? Porque la guerra de Oliver es, una vez más, con los mass media y su costumbre de embuchar a la opinión pública.

A partir de ahí, la película se centrará en el gobierno y la figura de Chávez y su permanente batalla contra los medios opositores (casi todos) que apoyaron y sostuvieron el fugaz golpe de Estado que lo alejó del poder por un par de días en 2002. Pero también en el poder que los medios hegemónicos tienen dentro de los Estados Unidos y cómo lo utilizaron para alimentar, en el sentido común de esos 300 millones de Homeros, la idea de que en Venezuela habita otro Saddam cuando sólo había, hay y habrá petróleo. En su novela Oil! (llevada al cine por Paul T. Anderson), Upton Sinclair escribió: “América tiene derecho a su parte en el petróleo del mundo, y no hay manera de conseguirlo de los rivales extranjeros sin echar sobre ellos la fuerza del gobierno”; o “la diplomacia es una pelea en grande por las concesiones del petróleo”; o “el petróleo está muy por encima de la cultura”. Todo eso en 1927. Está claro: ¡es el petróleo, idiota! O el gas de Bolivia; o el agua de Argentina, si es que uno se va a poner paranoico.

Más allá de su utilidad como leña para alimentar del fuego del debate local en torno del papel de los medios, está claro que como documental en la vena de los trabajos de Michael Moore, Al sur de la frontera acumula deméritos cinematográficos. Es tribunera, poco profunda, narrativamente incompleta y comparte los defectos del objeto criticado: vuelve a entregar la comida masticada. Entre sus virtudes puede decirse que, aun en su parcialidad, no miente. Y cuenta con el incalculable carisma de un grupo irrepetible de líderes regionales. En caso de que se quiera ir más profundo en los conceptos que muy esquemáticamente toca Al sur de la frontera (y muchos otros), los interesados pueden conseguir por ahí The corporation, impecable trabajo documental de Mark Achbar y Jennifer Abbott. Porque Homero no se nace y él sólo es divertido cuando lo guiona Groening.












Sé que las reacciones serán terribles”

El cineasta habló de los “actores” de su nueva película. Definió a Chávez como “querible”, dijo que Lugo “ha sufrido mucho” y que Evo “representa a todo un pueblo”. Y además de defender la nueva ley de medios, piropeó a Cristina: “Es brillante, enfocada y fuerte”.

Por Facundo García

Oliver Stone llegó a la Argentina para presentar Al sur de la frontera y, como era de esperarse, no anduvo con vueltas. Tanto es así, que será una aventura ver cómo se las arreglan algunos medios para atenuar las declaraciones que el cineasta soltó ayer durante la conferencia que ofreció en la Facultad de Derecho de la UBA. La película –que retrata los recientes procesos de transformación en Latinoamérica a través de charlas con varios presidentes– es rotunda en sus definiciones, al igual que el director. No hubo en la reunión ni una pizca de esa mesura que se reproduce como lepra en los discursos de las celebridades. Por el contrario, el hombre que estuvo detrás de Pelotón y Nacido el 4 de Julio se la jugó en unos cuantos temas: defendió la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, acusó a Estados Unidos de estar llevando una política exterior catastrófica y aseguró que está interesado en seguir contando su verdad aunque las corporaciones hagan lo imposible para hundirlo.

Al sur de la frontera incluye entrevistas a Hugo Chávez, Cristina Fernández, Néstor Kirchner, Lula da Silva, Fernando Lugo, Evo Morales, Rafael Correa y Raúl Castro. “Mi objetivo fue dar una introducción para que los estadounidenses se enteren del proceso de cambio que se está viviendo. Por primera vez en la historia, Latinoamérica tiene como autoridades a un cura del Tercer Mundo, una mujer con pensamiento libre y dos sindicalistas. En la época de Allende el mapa era completamente distinto. Estaba aislado. Ahora es distinto, y entonces lo que quise plantear es que no entiendo por qué mi país no apoya este movimiento democrático”, reveló el realizador.

Con el mismo saco azul que ha llevado puesto toda la semana, Stone atendió a la prensa y los estudiantes sin histrionismos ni filtros. Aclaró, de entrada, que no tiene esperanzas de que las grandes compañías le allanen el camino. “Sé que las reacciones en Estados Unidos –donde vamos a estrenar a fin de mes– serán terribles. Cuando hice Comandante y Looking for Fidel, sobre Castro, se hizo muy cuesta arriba. Te tenés que enfrentar con la censura económica, la marginalización y el ridículo. En ese sentido, ya arruiné mi carrera”, disparó, hablando medio en broma y medio en serio. “De cualquier manera, lo real es que ninguna película que se refiera a problemas latinoamericanos es exitosa en Estados Unidos”, siguió. Hace unos días el triple ganador del Oscar estuvo en Cannes para exhibir la flamante Wall Street II entre alfombras rojas; y esta semana anduvo por Sudamérica, con experiencias como la que vivió frente a seis mil personas en el cerro San Sebastián, en Cochabamba (Bolivia). “Había campesinos y chacareros, soldados y mujeres de pollera. Y sentí que los pobres saben: tal vez no conozcan quiénes son los tipos de Goldman Sachs, pero distinguen perfectamente adónde están los tipos malos.”

El ex combatiente que recibió la Estrella del Valor y fue herido dos veces en Vietnam confesó que, de haber sabido más cosas de su país, no habría ido a la guerra. “Fui a la batalla porque creía en mi patria. Y todavía tengo fe, así que en medio de la oscuridad trato de encender una vela para mí y para los demás, porque no estoy dispuesto a admitir el lavado cerebral colectivo que se está llevando a cabo”, se sinceró. Todo indica que el giro político del célebre Maverick hollywoodense no va a parar. Consultado sobre las expectativas que le despierta Barack Obama se permitió matices. “A diferencia de lo que ocurría con Bush, Obama es una persona inteligente y con una ética”, estimó. Lo que cabe esperar de aquí en adelante depende, desde su perspectiva, de la capacidad que tenga el presidente estadounidense para desafiar al establishment. “Todo el complejo militar, el lobby banquero y el de los seguros están ahí para atarle las manos –sentenció Stone–. Encima de eso están los medios. Lo de allá, para hacerla corta, no es una democracia. Es una ‘corporatocracia’.”

Cuando menciona al Sur “de centroizquierda”, el neoyorquino se llena de esperanza. “Es como una película en la que te gustan todos los actores. Chávez es el protagonista. Sumamente querible, sincero, hasta con cierta inocencia. Frente a Lugo te das cuenta de que ha sufrido mucho. En su estoicismo, Evo representa a todo un pueblo. Sólo en Latinoamérica se da la posibilidad de que gente así gane las elecciones”, arriesgó. También hubo flores para Lula y Cristina. “Lula encarna la posibilidad de que resurja una ‘tercera posición’ globalizada. Y Cristina es brillante, enfocada y fuerte”, subrayó. Sobre la actualidad local, Stone destacó que “los Kirchner han hecho una pequeña revolución contra el Fondo Monetario y los bonistas. Lo de la nueva ley de comunicación, por otro lado, va a ser un gran avance”.



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