Las series que millones de televidentes siguen alrededor del mundo no se agotan en la pantalla: ahora, una serie de libros las aprovecha como motor de la filosofía.
Por: Héctor PavónComo una forma de prolongar el goce del televidente, de extender en el tiempo el carácter temporal, la vida, y de evitar la muerte de una serie de televisión, han surgido diversas formas de permanecer en el estado onírico de la emisión permanente. Y entre esos recursos, aparecen nítidamente los libros que se refieren a las series que en las últimas temporadas fueron vistas por millones de personas en todo el mundo y que generaron una vida paralela en Internet donde recobraron vida. Sobrevivieron a la palabra fin en la tv. Y por supuesto el fenómeno Lost es el que lidera en número de títulos la producción editorial.
Sharon Kaye, Profesora Asociada de filosofía en la Universidad John Carroll de Cleveland, compiló el libro La filosofía de Lost (Libros del Zorzal) con artículos preparados especialmente por profesores de filosofía de todo Estados Unidos, uno de París y otro de Dublín. "¿Han estado perdidos alguna vez? O mejor, ¿cómo se sintieron cuando estuvieron perdidos? Porque han estado perdidos. Todos lo estuvimos. Algunos varados en una isla tropical. Todos hemos tenido esos momentos en los que, lejos de casa, sentimos como un súbito golpe horroroso la idea de que nunca podremos encontrar el camino de regreso." El libro está dividido en cuatro secciones "L de Love"; "O de origen"; "S de sobrevivir" y "T de transformación".
Karen Gaffney, una de los articulistas de este libro, toma uno de los temas más intrigantes de la primera y segunda temporada de Lost, el de los "Otros", esos personajes que viven en la isla y que no le dan la bievenida al grupo de sobrevivientes, precisamente. "Lost explicita la noción de otredad. Hay literalmente, un grupo (amorfo, definido patológicamente) a quienes se nombra 'los Otros'. Aunque se sabe que ocuparon la isla antes de que el avión se estrellara, todo lo demás que sabemos sobre ellos son puras conjeturas, y la idea profunda de otredad constantemente evoluciona y muta. Esa astucia es lo que hace que la otredad sea algo atractivo. Para que la otredad opere, debe ser escurridiza y adaptarse a cada nueva situación. Si fuese estática perdería su poder."
El trasfondo de esta producción editorial deja entrever la antigua pasión por ver series, por la prolongación al infinito. Como escribió Umberto Eco en su artículo "La innovación en el serial", publicado en su libro De los espejos y otros ensayos: "En la serie, el usuario cree poder disfrutar con la novedad de la historia, cuando, en realidad, disfruta con la repetición de un esquema narrativo constante y le satisface encontrar a un personaje conocido, con sus tics, sus frases hechas, sus técnicas de solución de los problemas... La serie en ese sentido responde a la necesidad infantil, pero no por ello morbosa, de volver a oír siempre la misma historia, de verse consolado por el regreso de lo idéntico, superficialmente encubierto." Este mecanismo funciona en casi todas las series. De hecho, durante los seis años que duró Lost se sucedieron y publicaron guías de la serie, quasi diccionarios, decálogos, antologías donde se explicaba quién era cada uno de los personajes, la historia personal previa, el papel en la isla, la relación con el resto de los personajes. También surgieron otras que simplemente resumían los capítulos para tener un material de referencia cada vez que comenzaba una temporada nueva.
Uno de los últimos ejemplos recientes al respecto es Lost. La filosofía. Las claves de la serie que escribió Simone Regazzoni (Grijalbo). En su arranque ya demuestra una ambición, fuerte, cuando explica que se trata de un libro que procura generar una serie de preguntas filosóficas sobre el mundo que llamamos "real" y sobre nuestra relación con él; sobre los recursos y los límites de la racionalidad; sobre la esencia de la verdad y los riesgos de su búsqueda obsesiva; sobre nuestra condición como sujetos y la naturaleza de las relaciones que nos vinculan con los Otros... y siguen los propósitos. Con definiciones del tipo "El sueño de Lost es una experiencia fundamental de conocimiento que deconstruye el privilegio tradicionalmente confiado por la filosofía a la conciencia vigilante", Regazzoni alimenta las razones de orígenes y conclusiones que una serie de esta especie podría provocar.
Para William Irwin, profesor de Filosofía en el King's College de Pensilvania, las series son fuentes de reflexión sostenida. Acaba de publicar La filosofía de House. Todos mienten (Selector) junto con Henry Jacoby, profesor de Filosofía en la Universidad de Greenville en Carolina del Norte, y anteriormente ya había publicado La filosofía de los Simpsons y La Filosofía de Seinfeld. Uno de los artículos que componen este libro escrito por Jennifer Mcmahon sostiene que "Dr. House tiene un importante predecesor en cuanto a su interés por la negatividad de las relaciones sociales. El filósofo existencialista Jean Paul Sartre es bien conocido por el cinismo con que da cuenta de las relaciones interpersonales, expresado tanto en su filosofía como en su obra literaria. Célebre por sus análisis de la naturaleza opresiva de 'la mirada' y por la declaración 'el infierno son los otros', Sartre subraya la ansiedad que nos provoca la relación con los demás y la manera en que ésta puede coartar la autonomía del individuo." Los autores toman este tipo de conceptos filosóficos para ilustrar cada una de las actitudes de House quien, en definitiva, es talentosísimo como interpretante de signos corporales. Un semiólogo en la guerrilla médica. Por eso, otros han dedicado páginas y páginas para encontrar que House se escribe con h de Holmes y su único amigo Wilson (con w de Watson).
Y House, o mejor dicho Hugh Laurie, el actor que lo interpreta, escribió una novela policial titulada El vendedor de armas (Plantea), un libro en cuya portada se avisa: "El primer libro de Hugh Laurie, astro de la serie House". Una prolongación del fenómeno series y libros.
En la misma témática, el español Toni de la Torre publicó Dr. House. Guía para la vida (Futuro Ediciones Continente) donde enhebra decenas de sus frases y las agrupa según las características de House. La descripción de sus virtudes y defectos lo exponen como ejemplo y contraejemplo en un conjunto de lecciones de vida que no siempre resulta aconsejable aplicar.
En la contratapa del libro una pregunta de sentido común y difícil respuesta dice: "¿Qué tiene el doctor House que gusta a todo el mundo?". Ese es el punto de partida de este libro que contribuye a la perpetuación del disfrute serial.
Retomemos las palabras de Umberto Eco: "La serie consuela a su usuario porque premia su capacidad de previsión: el usuario es feliz porque se descubre capaz de adivinar lo que sucederá y porque descubrimos lo que esperábamos, pero no atribuimos ese 'descubrimiento' a la estructura del relato, sino a nuestra astucia adivinatoria. No pensamos: 'el autor de la novela ha procurado que yo adivinase', sino: 'yo he adivinado lo que el autor de la novela policíaca intentaba ocultarme'."
Esta actitud del espectador de involucrarse más allá de la historia proyectada a través de materiales adicionales había tenido éxito con sagas como las de las películas que compusieron la primera trilogía de La guerra de las galaxias y poco después en la de Indiana Jones. Esa "serialidad" inicial fue retomada con mucho éxito por las series que en lugar de probar con productos nuevos, y presionados por la industria televisiva, aprovecharon los éxitos y prolongaron en el tiempo la realización de varias temporadas que mantenían cierta continuidad. El capítulo "final de temporada" es un éxito de rating en todo el mundo, sin importar de qué serie se trate. Allí se reúnen frente al televisor, los televidentes de toda la temporada y también los que la abandonaron a mitad de camino. "Diremos que toda la Comedia humana de Balzac representa un perfecto ejemplo de saga en árbol, al menos tanto como Dallas. Balzac nos dice algo nuevo sobre la sociedad de su tiempo, mientras que cada episodio de Dallas nos dice siempre lo mismo sobre la sociedad americana... Pero ambos usan el mismo esquema narrativo", concluye Umberto Eco.
Pero en el esquema de producción editorial a partir de una serie hay por lo menos un caso inverso. El libro Cómo detectar mentiras de Paul Ekman (Paidós) es promocionado como el que inspiró a los creadores de la "famosa serie televisiva" Lie to me. Ekman es profesor de Psicología de la Universidad de California y ha sido asesor del Departamento de Defensa del FBI. Ese método de raíz policial es el que el doctor Cal Lightman (Tim Roth) desarrolla al asumirse como uno de los psicólogos experto en engaños más importante del mundo. Se trata de un científico que estudia las expresiones faciales, el lenguaje corporal, la voz y las palabras para descubrir si alguien está mintiendo y por qué. El personaje de Lightman puede detectar las "microexpresiones" involuntarias, expresiones faciales que se supone revelan lo que una persona está sintiendo realmente.
Otro caso de una serie muy valorado por sus actuaciones y producción es el de Los Soprano. Si bien no ha llegado a la Argentina, en España se ha publicado un libro que es promocionado de la siguiente forma: "La gente de Errata Naturae Editores no hemos conseguido –por ahora– convencer a David Chase, productor de la serie, para que nos prometiera una segunda era de Los Soprano o una película para la gran pantalla. Pero podemos hacer otras cosas. De momento hemos reunido a un conjunto de destacados escritores, pensadores y críticos de ambos lados del Atlántico y les hemos pedido que escriban sobre este hatajo de gordinflones horteras de Nueva Jersey..." En definitiva de eso se trata, de alivianar la espera, de superar la angustia del tiempo pasado frente a la tele, de pensar que la vida de ese grupo de personajes sigue en alguna dimensión, una realidad paralela invariable, como la vida de Los Simpsons, como la de los héroes de los dibujitos animados...
Mientras se sigue debatiendo el más que polémico final de Lost, televidentes, seguidores, fans multiplican al infinito sus pasiones, angustias y elucubraciones en los más recónditos sitios de Internet. Los libros sobre series ayudan, son un sedante del Dr. House ante la angustia del horizonte eterno que provoca el final de una serie.
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