sábado, 5 de marzo de 2011

Alteran el modelo de la música para cine


En el nuevo esquema los productores minimizan riesgos al renunciar a potenciales ganancias futuras de la música, a cambio de efectivo disponible para contratar músicos prestigiosos y hasta orquestas.

POR MICHAEL CIEPLY - The New York Times


La película "El Discurso del Rey" (The King’s Speech) recibió nada menos que 12 nominaciones a los Premios de la Academia. Y podría no haber sido así sin la ayuda de un emprendedor británico que ha establecido su negocio en la complicada intersección del cine y la música.

En un trato poco convencional que podría traer consigo un resurgimiento de la música para el cine, la empresa Cutting Edge Group, con sede en Londres, y su director ejecutivo Philip Moross, compraron la porción musical de "El Discurso del Rey" hace meses.

La inversión entonces permitió que los productores de la cinta contrataran a Alexandre Desplat, el galardonado compositor francés cuya música recibió una de las nominaciones, y que reclutaran a la Filarmónica de Londres para grabar piezas que de otro modo habrían sido interpretadas por un pequeño ensamble musical.

"Lo que queríamos hacer era tener música que le hiciera justicia a las imágenes", dijo Iain Canning, productor del filme, sobre la decisión de renunciar a los derechos de la música a cambio de tener dinero suficiente para conseguir la música adecuada. Añadió sobre Cutting Edge: "inflan tu presupuesto musical".

El papel que juega una compañía como Cutting Edge varía ampliamente de una película a otra. Aunque el control creativo sigue en manos del director y los productores, la compañía generalmente proporciona o recluta a un supervisor musical, quien sugiere qué canciones incluir y ayuda a obtener sus derechos, así como un compositor para crear la partitura.

También podría brindar servicios para estudios de grabación, operar su propia disquera, administrar derechos de comercialización y distribuir la música en otras formas tras el estreno de una película.

Los presupuestos para música llevan por lo menos una década sufriendo reducciones, gracias a la piratería, las descargas baratas y el colapso en las ventas de CDs.

Y los compositores se quejan de un mundo en el que la competencia es intensa, los honorarios disminuyen y en el que directores, productores y ejecutivos de estudio frecuentemente sin oído para la música le inyectan muchos recursos a los efectos especiales y a las estrellas de cine, mientras que sacrifican a la música.

Sin embargo, Moross, quien creció en Sudáfrica y estudio biología molecular en Londres, decidió alterar la ecuación. En 2008, él y sus socios recaudaron un fondo inicial de 15 millones de dólares para poder pagarles a los productores por adelantado a cambio de los derechos musicales de películas a las que Cutting Edge les brindaría o administraría servicios.

Él y sus asociados investigaron el acervo de música para cine, e idearon un modelo que dicta lo que gastarán por adelantado en derechos.

Esas cantidades, aunque relativamente pequeñas, son cada vez más atractivas para los productores atribulados. Cutting Edge generalmente paga entre 50 mil y 200 mil dólares. Eso, a su vez, se suma al dinero que ya está disponible para el presupuesto musical, que podría sumar un total de entre 300 mil y 500 mil dólares para una película que cuesta, por ejemplo, 20 millones de dólares.

Así, el productor minimiza su riesgo, al renunciar a potenciales ganancias futuras de la música a cambio de efectivo disponible.

Cutting Edge busca entonces ingresos no sólo de honorarios o comisiones por servicios musicales, sino de la venta de bandas sonoras y partituras de música, y recaudar regalías cada vez que se vende una entrada de la película en todo el mundo, otorgarle a los anunciantes derechos para usar la música y cobrar comisiones cuando una película es transmitida por televisión.

Para Cutting Edge, dijo Moross, el crecimiento significa ahora recaudar más capital y encontrar lo que parece abundar: productores que lo necesitan. Eso significa enfocarse más en Hollywood, con películas y presupuestos más grandes y mayores riesgos. Esto es algo de lo que Moross está consciente.

"En EE.UU.", dijo cáusticamente, "los caminos están cubiertos con los cadáveres de empresarios británicos".

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