Africa nuestraEl origen geográfico del hombre moderno sigue siendo perseguido con técnicas y elementos cada vez más sofisticados, Como se sabe, venimos del Africa, pero todos los estudios hechos hasta ahora en la región no tomaban en cuenta la multiplicidad de etnias y grupos. Ni la capacidad de digerir la lactosa. Y resulta que muchas de las pistas se encuentran en la leche. Así nomás.Por Esteban Magnani
Un reciente estudio genético que llevó más de 10 años realizar permitió ubicar con mayor precisión la región africana de donde surgieron los primeros seres humanos, los que luego salieron a ocupar el mundo. El lugar que señalaron los genes se ubica en el sudoeste africano, cerca de la frontera entre Sudáfrica y Namibia, y vecino al desierto de Kalahari. Por aquel entonces se trataba de una zona con algunos árboles pero cubierta de arena y no particularmente atractiva para la vida; al parecer, el comienzo de la vida humana no fue en un paraíso. En la región viven actualmente los bosquimanos (también llamados “san”), más conocidos por ser los protagonistas de la película Los dioses deben estar locos, y se cree que aún muestran buena parte de los rasgos genéticos de esa población originaria.
Es la primera vez que se realiza un estudio genético amplio en la población africana, a diferencia de lo que ocurrió en los otros continentes, y las conclusiones que permiten son múltiples. Hasta el momento los pocos estudios de ese tipo existentes entre las poblaciones africanas las consideraban como un todo homogéneo, sin la diversidad que ahora comienza a ser detectada.
El equipo también logró determinar por dónde salieron de Africa las primeras corrientes migratorias intercontinentales. Hace unos 50 o 60 mil años cerca de 150 seres humanos cruzaron el Mar Rojo; en los siguientes milenios, sus descendientes poblaron el planeta. El número de conclusiones que se puede obtener del cruce de la información de los genes africanos con evidencias anteriores es enorme.
DIME QUE GENES TIENESEl estudio, dirigido por la genetista Sarah Tishkoff de la Universidad de Pensilvania, EE.UU., implicó la toma de muestras de ADN de unos 2400 individuos de cerca de 100 poblaciones distintas. Lo que buscaban puntualmente era la continuidad o desaparición de 1327 marcadores genéticos (conocidas variaciones en la cadena de ADN) que indicaran la relación entre las distintas poblaciones. Cuanta más diferencia hubiera entre los marcadores de dos poblaciones, más probable resultaba que la pérdida de contacto entre ambas se hubiera producido más lejos en el tiempo y viceversa.
El resultado indicó que los africanos modernos descienden de 14 poblaciones ancestrales que se pueden detectar aún en los grupos culturales y lingüísticos actuales, aunque muy mezclados a causa de los numerosos cruces provocados por las corrientes migratorias que atravesaron el continente en tantos milenios. La variedad genética de los habitantes del Africa es un indicador de un mayor tiempo de evolución y resultado de las fuertes presiones adaptativas de las poblaciones que circulaban por un continente con una variedad medioambiental muy importante. En América, por ejemplo, el tiempo de evolución desde la llegada de las primeras corrientes migratorias es de sólo unos 12.000 años, por lo que los habitantes originarios tienen una variedad genética mucho menor que sus pares africanos.
En el equipo de Tishkoff hay lingüistas que pudieron rastrear más coincidencias entre genes analizados y huellas en las lenguas de la región. Por ejemplo, en el habla de los bosquimanos se conservan palabras que utilizan una variante de unos 70 chasquidos diferentes que, según algunas de las múltiples teorías al respecto, fueron características de los primeros lenguajes. Palabras con chasquidos en las lenguas del occidente africano abonan la idea de corrientes migratorias que surgieron del sudoeste africano, junto a la evidencia obtenida de los genes. Como explicó la genetista Sarah Tishkoff a Futuro, “todos nosotros descendemos de la población originaria que surgió en Africa. Pero dentro de ese continente, las tribus que utilizan chasquidos en sus lenguajes del sudeste africano, como los bosquimanos, parecen descender de aquella que luego pobló el mundo entero”.
El estudio genético pudo así demostrar la gran correlación existente entre lenguajes y genes e incluso tener más evidencia de lenguas que reemplazaron las originarias por la cercanía con culturas más poderosas. Es el caso de las varias tribus de pigmeos africanos que si bien tienen similitudes genéticas con los bosquimanos adoptaron las lenguas de sus vecinos bantúes. También los Luo, una etnia de Kenya (a la que pertenecía el padre de Barack Obama) que se pensaba era de origen sudanés por el tipo de lengua que hablan, tiene en realidad una fuerte influencia genética de los bantúes.
LOS GENES DE LA LECHELa genética también tiene su cuota de “eurocentrismo” y este estudio permitió cambiar algunas de las creencias sostenidas por la evidencia genética obtenida de los habitantes del primer mundo, mucho más abundantes que la del continente africano.
Una de las conclusiones preexistentes a este estudio y que se sostenía por la desigualdad entre la cantidad de información de distintas poblaciones era que la capacidad de los adultos de digerir la lactosa, un azúcar presente en la leche, era un atributo de los europeos del norte. En países como Suecia casi el ciento por ciento de la gente tiene esa capacidad que otras poblaciones suelen perder al finalizar el período de lactancia. La explicación la daba una variante genética detectada en 2002 y su origen coincidía con el desarrollo de la ganadería del norte de Europa que se produjo hace unos 9000 años. Evidentemente quienes pudieran aprovechar la energía de la leche vacuna podrían dejar más descendencia.
Este gen nunca se encontró en las poblaciones africanas, ni siquiera entre aquellas que tenían un largo pasado ganadero. Fue recién en este estudio que se encontraron 3 variaciones genéticas correspondientes a otras tantas etnias africanas, que permiten la digestión de la lactosa. La más común de ellas, surgida hace unos 7000 años, coincide con los tiempos de los que datan los primeros registros arqueológicos de ganadería. La ventaja adaptativa de los individuos que tenían la mutación se hacía evidente en los momentos de sequía, cuando la leche servía para hidratarse. Quienes no pudieran digerirla podían morir deshidratados o empeorar su situación por diarreas.
Por otro lado, cada una de las variantes genéticas que permiten la digestión de la leche está asociada a un grupo lingüístico. El hecho de que distintas poblaciones tengan variaciones genéticas propias es un indicador de desarrollos independientes de la ganadería lechera, lo que coincide con el hecho de que las palabras utilizadas para denominar el ganado también sean distintas en todas ellas. Si una etnia hubiera sido la que desarrolló y expandió la ganadería, lo hubiera hecho junto con sus propios genes y la lengua necesaria para denominar a estos animales y toda la jerga específica del ordeñe, cuidado y otros menesteres referidos al proceso.
PASO A PASODe a poco los trozos del rompecabezas se van combinando con piezas provenientes de la arqueología, la genética y la lingüística para armar el complejo cuadro de la evolución humana (entre otros cuadros), algo que probablemente hubiera sido inimaginable hace sólo unos siglos.
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