sábado, 8 de agosto de 2009

UN FANTASMA FASTIDIOSO, ESCRITA Y DIRIGIDA POR DAVID KOEPP



Otro más que ve gente muerta

Uno de los guionistas favoritos de Spielberg y DePalma propone, ahora como director, un film fantástico con un personaje dickensiano.

Por Horacio Bernades

Relatos como El fantasma de Canterville y películas como Fantasmas bohemios (Norman Z. McLeod, 1937), La dama y el fantasma (Joseph L. Mankiewicz, 1947), Beetlejuice, Los cazafantasmas y Casper prueban que los fantasmas no siempre dan miedo. A veces pueden ponerse muy pesados, eso sí. Así lo confirma Un fantasma fastidioso, que en Estados Unidos se estrenó el año pasado y aquí acaba de lanzar en DVD el sello AVH. Titulada originalmente Ghost Town, son tantos los pedidos, requerimientos y demandas que los espectros tienen para hacerle al protagonista, que le tornan la vida imposible. Sobre todo uno de ellos, que pretende, de puro celoso, que el tipo enemiste a su ex y a la actual pareja de ésta. Con la consecuencia que era de esperar, tratándose de una comedia: el otro logrará lo que se proponía, pero a costa de ser él quien se enamore de la chica.

Uno de los guionistas favoritos de Steven Spielberg y Brian DePalma (escribió las dos primeras Jurassic Park, Misión: Imposible, Ojos de serpiente y La guerra de los mundos, además de la primera de El Hombre Araña), David Koepp ya se las había visto con los del otro lado, pero en serio, en la película más conocida que dirigió, Ecos mortales, aquélla en la que los muertos le hacían pasar las de Caín al pobre Kevin Bacon. Ahora el que las pasa fieras es Ricky Gervais, creador de la serie The Office y seguramente el mejor comediante británico, de Mr. Bean para acá. Gervais es Bertram Pincus, un dentista que parece la reencarnación de Ebenezer Scrooge, el misantrópico protagonista de Cuento de Navidad, de Dickens. “Me gusta trabajar de dentista; si un paciente se pone a hablar, le metés un algodón en la boca y listo”, le confiesa a Frank Herlihy, que está muerto. Eh, sí, paseando por Manhattan, Frank (Greg Kinnear, otro grande, conocido sobre todo por su papel de vecina loca en Mejor imposible) se salvó de que un aparato de aire acondicionado le cayera encima, al dar un paso al costado. Fue ahí que un camión le pasó por encima.

Y como Bertram estuvo muerto durante siete minutos, por un problema con la anestesia durante una colonoscopía (de qué otra cosa podían operar a este sujeto), desde ese momento tiene el don de ver a los muertos y hablar con ellos. Un don que es una carga, como el Dr. Pincus tendrá ocasión de comprobar. La ex de Frank es Téa Leoni, que también anduvo por Jurassic Park (la tercera). Y su nueva pareja es un tal Bill Campbell, galán de televisión sobre el que Koepp lanza todos los dardos. Es lo políticamente incorrecto lo que hace funcionar, durante toda su primera mitad, a Un fantasma fastidioso. Tanto por la impresentable misantropía del personaje de Gervais como por el fallutesco carácter de Herlihy, personaje que a Kinnear le sienta como un guante. Pero, claro, siendo una película estadounidense hay riesgo de redención para ambos, que pueden llegar a terminar uno convertido en buen tipo, y el otro en paz consigo mismo por toda la eternidad. Y ahí se pierde toda la gracia.

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