miércoles, 24 de febrero de 2010

60 años del Festival de Berlin


Tan anecdótico, tan sexual


Escotes, extravagancia, sexo explícito, sexo "light", límites del erotismo y umbrales de la obviedad: las seis décadas de la Berlinale convirtieron al festival en un evento apto para oportunistas. De la foto glamourosa a la censura y el marketing del erotismo, un repaso por algunos de esos "escándalos".

Por: Franco Torchia.

FRAGMENTOS POLEMICOS. La famosa foto de Jayne Mansfield en el festival, en 1961. En este video, algunas escenas eróticas de varias de las películas que generaron discusión.


En 1961, el Festival de Berlín quedó internacionalmente bautizado como la "Bosom Berlinale", o "festival de los pechos". ¿La responsable?: Jayne Mansfield, diva "militar" del dorado Hollywood y protagonista del clásico "Too Hot to Handle". En una de las fiestas de aquella edición, a Mansfield se le rompió el vestido ante un grupo de fotógrafos. La foto, inmortal, da cuenta de un momento único. Extracinematográfico, aunque no tanto. Porque, ¿cuántas pantallas caben en esa gran pantalla que es un festival? Dentro y fuera de las salas, todo es, puede ser, todo está al borde de ser, una fantasía. La película de las películas.

La imagen, hoy, remite a un pasado sin dudas más sutil (o por lo menos, clásico) en materia de estrategias de captación pública. El glamour era ese glamour. De allí en más, es evidente que con la insinuación o el gesto accidental no alcanzó. Hubo que empezar a construir la foto de otra manera. El acontecimiento cinematográfico, también.

En 1976, la policía alemana confiscó y retiró de la competencia la recordada película franco-japonesa "El imperio de los sentidos", de Nagisa Oshima.¿Motivos?: los mismos que siempre condenaron al filme a relacionarse con la censura (vigente hasta hoy en Japón): la supuesta condición "porno" de muchas de sus escenas. Policía, Oriente y erotismo son tres términos capaces de garantizar "mito". Y con eso alcanza.

En 2001, el Oso de Oro se lo llevó "Intimacy", el largometraje de Patrice Chéreau que, en clave dramática, despliega numerosas escenas eróticas. El jurado de aquella edición deliberó horas. El presidente del festival, Moritz de Hadeln, fue claro: "¿Pornografía? Pero ¿en qué mundo vivimos? La Berlinale no es el Vaticano" sentenció.

En 2004, el premio mayor fue para Alemania. El realizador de origen turco y ciudadanía alemana Fatih Akin convenció a muchos con "Contra la pared". Después de la entrega de premios, la prensa se encargó de revelar que la protagonista de la película, la actriz Sibel Kekilli, no había sido siempre Sibel Kekilli. Su fama elegía otro nombre (y, claro, otra orientación artística): "Dilara", pornostar, protagonista central de una decena de películas "duras". Kekilli eludió el tema. Su familia, anoticiada, no tanto. Un prontuario que hubiera podido menos. Pero pudo más: Kekilli sigue filmando. Y no pornos precisamente.

Un año más tarde, en 2005, la actriz china Bai Ling se adueñó de la red carpet con un escote. Tan sólo un escote: recurso necesario y suficiente para generar un material fotográfico incesante y un juego de palabras irresistible: "Berlinackte" (léase: "la desnuda de Berlín") en lugar de "Berlinale". Un detalle, el de Ling, que hubiese pasado más desapercibido si no hubiera sido ése el año en el que la película taiwanesa "The Wayward Cloud" (conocida como "El sabor de la sandía") y el documental estadounidense "Inside Deep Throat" (sí, el documental sobre "Garganta Profunda") aportaran el tono rojo justo para transformar la edición del festival en el centro de atención de (hablando de "rojos") el "color" periodístico internacional.

En 2006, "Der freie Wille" del alemán Matthias Glasner amenazó con llevar más lejos que todas las anécdotas anteriores la discusión sobre el "alto voltaje". En la cinta, el actor Jünger Vogel interpreta a un brutal violador. Tan brutalmente interpretado que el público comenzó a discutir. A Vogel, esa actuación le valió un Oso de Plata. Ese Oso, un buen futuro. La traducción al español del nombre de la película podría ser "El libre albedrío". Gestos sensuales y algunos contenidos sexuales. Una fórmula posible para irrumpir en el campo de las artes cinematográficas. Cuestión de suerte.

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