domingo, 7 de febrero de 2010

El loco amor de Bonnie & Clyde


El volumen Wanted lovers editado en España recoge las cartas de amor que se escribieron los dos míticos delincuentes.

Por: Xavi Ayén *

AMANTES Y LADRONES. Clyde Barrow, jefe de la banda, levanta en brazos a su pareja, Bonnie Parker. Ella le decía: "Puedes buscar un empleo. Quiero que seas un hombre, nene, y no un matón".


Bonnie Parker y Clyde Barrow son seguramente la pareja de delincuentes más famosa de la historia. Murieron abruptamente, enamorados, en una carretera de Luisiana, como Romeo y Julieta en Verona, a causa del descomunal tiroteo que les infligieron las huestes del detective Frank Hamer. Era el 23 de mayo de 1934. Ella tenía 23 años y él, 25. Aunque a Clyde se le atribuyen al menos una docena de asesinatos, y a ambos diversos robos y secuestros, la historia de amor que les unía les ha granjeado las simpatías del público.

El volumen Wanted lovers (Alpha Decay), que sale a la venta a finales de enero en España, recoge las cartas de amor que se cruzaron a raíz del primer encarcelamiento de Clyde, en 1930. Sólo hacía un mes que se conocían, pero ambos sentían ya que sus destinos se habían unido para siempre.

La fascinación por estos dos criminales se explica, en parte, por el enorme éxito de la película de Arthur Penn de 1967, protagonizada por Faye Dunaway y Warren Beatty. La editora Ana S. Pareja, autora del prólogo, recuerda asimismo la canción que les dedicaron Serge Gainsboug y Brigitte Bardot y resalta lo llamativo de su odisea: "Mataron, secuestraron, robaron y burlaron a la policía durante más de dos años en una huida hacia delante cargada de excitación, sangre y riesgo". A la vez, Pareja recuerda que "no fueron la única relación sentimental entre los criminales de la época, y ni siquiera destacaron por la dimensión de sus acciones, pues sus botines eran discretos".
Pareja describe a Bonnie Parker como "melancólica, dormía en los asientos traseros de los coches robados. Durante sus frecuentes huidas lloraba porque echaba de menos a su madre, llevaba consigo a su mascota - un conejito-, arareaba canciones de moda y leía revistas sobre las estrellas de cine del momento. Era capaz de recargar munición con la mayor efectividad, aunque jamás disparó a nadie".

El lector de estas cartas no puede evitar preguntarse si existió alguna vez la posibilidad de redención. Algo de eso parece intuirse cuando Bonnie le escribe a Clyde: "Sé, cielo, que nunca podrás volver a vivir en Dallas, porque no podrás soportar la horrible fama que te has hecho por aquí. Pero puedes irte a otro lado, buscar un empleo y ponerte a trabajar. Quiero que seas un hombre, nene, y no un matón. Sé que eres bueno y sé que puedes portarte bien". Aunque Clyde, en realidad, no era precisamente un angelito: en la prisión donde recibía las cartas de Bonnie fue violado por un preso. Unos días después, el agresor apareció muerto - a golpes-en el retrete.
El volumen incluye, asimismo, varios poemas escritos por ella. El más interesante es, claro, La historia de Bonnie & Clyde, un recorrido y a la vez justificación de su alocada vida, que no duda en comparar con la de forajidos legendarios, como Jesse James. Dice: "Estoy segura de que habréis leído / cómo atracan bancos, cómo saquean, / y a los que les da por protestar / suelen encontrarlos moribundos o muertos. / En estas crónicas abundan las mentiras; / no son tan despiadados como los pintan, / son de naturaleza fiera, / todas las leyes detestan, / y a soplones, polis y chivatos. / Los llaman asesinos a sangre fría, / dicen que son crueles y malvados,/ pero os diré con orgullo / que a Clyde lo conocí no hace mucho / cuando era honesto, recto y aseado. / Pero los polis le incordiaban, / no paraban de detenerle, / en una celda solían meterlo, / hasta que me dijo un día: / ´nunca seré libre, amiga mía, / así que me llevaré unos cuantos al infierno´". Es curioso que Bonnie aproveche los versos - como si fueran un comunicado oficial-para negar su implicación en dos crímenes concretos. Y resulta difícil no sobrecogerse con los proféticos versos finales, mirando, en las páginas vecinas, las fotos de los dos cadáveres: "Saben bien que la ley siempre ha ganado, / otras veces ya les dispararon / pero siempre supieron de largo / que la muerte es el salario del pecado. / Algún día se irán a pique juntos / y juntos descansarán sus cuerpos para siempre. / Habrá unos pocos afligidos...".

Los seis policías que dispararon contra Bonnie y Clyde, aquel 23 de mayo de 1934, hicieron impactar 167 proyectiles de bala contra el Ford en el que los fugitivos se encontraban. Cada uno de los cuerpos recibió más de cincuenta balazos. Fue el fin de su historia de amor. El fin de todo.

© La Vanguardia

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