Un escándalo pone en tela de juicio el cambio climático
Difunden e-mails de prestigiosos científicos que revelan cómo adulteraban los datos
Rafael Méndez
El País
MADRID.- Algunos ya lo llaman el "Climagate". Es, supuestamente, la prueba que da la razón a quienes creen que el cambio climático no es más que una conspiración de un grupo de científicos.
La trama fue destapada por un grupo de hackers que subió a Internet miles de correos electrónicos que durante diez años intercambiaron investigadores del prestigioso Centro de Investigación del Clima de la Universidad de East Anglia, en Gran Bretaña.
"Acabo de completar el truco de Mike [Mann] en Nature de añadir la temperatura real a cada una de las series para los últimos 20 años (de 1981 en adelante) y desde 1961 para las de Keith para ocultar el descenso", escribió Phil Jones, director del centro, el 16 de noviembre de 1999.
Ocultar el descenso se refiere a eliminar datos que no coincidan con los gráficos del calentamiento. Jones renunció esta semana y enfrentará una investigación, según un comunicado de la universidad, que resalta que el 95% de sus datos ya son públicos.
Los escépticos y negacionistas de que el cambio climático esté causado por la actividad humana han difundido esos correos de prácticas dudosas. Gabriel Calzada, presidente del Instituto Juan de Mariana, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y probablemente uno de los científicos más conocidos por sus postulados contra el Tratado de Kyoto, afirma: "Es un caso claro de corrupción científica. Se ha engañado a la opinión pública, lo cual no implica que no haya calentamiento y que otros científicos serios puedan tener razón. Pero sí se cae la versión más alarmista del cambio climático".
Hay científicos que han pedido cambios tras el "Climagate". Eduardo Zorita, paleoclimatólogo del Instituto de Investigación Costera de Geesthacht (Alemania), defiende en su web que Michael Mann, Phil Jones y Stefan Rahmstorf, tres de los científicos con más publicaciones en el campo, deberían ser excluidos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), "porque las evaluaciones científicas en las que participan ya no son creíbles".
Sin embargo, buena parte de la comunidad científica ha respaldado a los investigados. "Los correos muestran discusiones muy personales, como las que podríamos tener, quizá de forma más prudente, en un bar. Es normal que los colegas hablen mal de otros", escribió en un correo electrónico Jens Hesselbjerg Christensen, uno de los autores del informe del IPCC de 2007.
La revista Nature , que publicó buena parte de los estudios, respondió anteayer que hasta el momento no encuentra motivos para revisar los estudios y concluye que "el truco" de Mike es una forma coloquial de definir "una técnica inteligente [y legítima]". "La interpretación paranoide" del caso de los correos, prosigue Nature , "daría risa si no fuera porque los obstruccionistas en el Senado probablemente la usarán el año que viene como excusa para endurecer su postura" sobre la ley para reducir las emisiones de gases.
El caso ha llegado tan lejos que sobrevuela la cumbre del clima de Copenhague que empieza el lunes próximo. Si el calentamiento es falso, si la mano del hombre no tiene nada que ver, ¿para qué se va a gastar el mundo miles de millones en cambiar todo el sistema energético para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?
¿Cómo queda el IPCC, el grupo científico creado por la ONU para actualizar el estado de la ciencia del cambio climático? En él colaboran más de 2000 científicos y, lo que le da más autoridad, los gobiernos aprueban sus informes. Es la referencia obligada. El último informe, de 2007, concluía que, con más del 90% de probabilidad, se podía atribuir el calentamiento observado a la emisión de gases de efecto invernadero por la actividad humana.
Los responsables del IPCC salieron en defensa de su trabajo. Sostienen que una cosa es que algunos científicos tengan prácticas poco éticas -en el peor de los casos- o que utilicen expresiones poco adecuadas -en el mejor de ellos- y otra muy distinta es que este caso haga tambalear décadas de investigación. Lo primero puede ser un caso de mala praxis científica. Lo segundo es suponer que hay una conspiración en la que durante décadas cientos de investigadores de todo el mundo han participado.
Gavin A. Schmidt, del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, uno de los principales institutos que proporcionan datos sobre la temperatura mundial, niega que la situación pueda salpicar al IPCC: "Los correos son irrelevantes. Nada de lo que ha salido mina los resultados de los informes del IPCC y no creo que afecte a su credibilidad. Obviamente a partir de ahora la gente tendrá más cuidado con sus comunicaciones", explica en un correo.
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