Una excursión a la tierra del metal
Los videojuegos son una industria multimillonaria: superan al cine en ventas y son la nueva frontera del entretenimiento. Como en toda frontera, hay pioneros: Tim Schafer ha sido uno de ellos. Su arma principal fue siempre el humor y así se ganó el afecto de sus leales fans, que lo han vuelto un objeto de culto. Brütal Legend, su último videojuego, es una ópera rock en la que participan muchas de las grandes leyendas (incluido Ozzy Osbourne) y se recorre esa tierra del metal que se ve en las tapas de los viejos vinilos.
Por Joaquin Perez
La historia empieza con Eddie Riggs, el mejor “plomo” que el mundo del rock haya visto, que puede reparar cualquier instrumento y construir los escenarios más inverosímiles. Eddie trabaja para una banda moderna que destruye el heavy metal –y que le parte el corazón cada vez que los ve salir a escena–. Es durante uno de esos terribles shows que sucede el accidente. Un demonio cromado gigante, parte de la escenografía, le cae encima a Riggs. Cuando despierta de su desmayo, se encuentra en el mundo del metal, con una guitarra en la espalda y un hacha en la mano.
No se trata de una película ni de una novela, se trata de Brütal Legend (con diéresis, como Mötorhead), el último juego de consola del gran Tim Schafer. “Mi público es muy selecto”, comentó en una entrevista online. “Pero entre esas cinco o seis personas, ¡soy muy famoso!”
Egresado de Berkeley, en California, Schafer supo desde siempre que quería trabajar en la industria de los videojuegos. Sus comienzos no fueron auspiciosos: Atari no quiso saber nada con él y su entrevista telefónica en otra compañía, Lucasfilm, fue desastrosa. En base a perseverancia y creatividad, virtudes que lo hicieron grande, Schafer consiguió finalmente el trabajo en Lucasfilm al enviar su currículum como un guión de aventura gráfica.
Se entiende por aventura gráfica todo juego que desarrolla una historia. Si bien por lo general la historia siempre es la misma, se vuelve interactiva al poder decidir, a veces, la secuencia de los hechos o al menos su ritmo. Schafer eligió ese género desde el comienzo mismo de su carrera, se convirtió en un reconocido y premiado autor de aventura gráfica.
Junto con Dave Grossman escribieron los diálogos de The Secret of Monkey Island. El juego contaba las aventuras de Guybrush Threepwood, un muchacho empeñado en convertirse en pirata. Iba a ser un producto serio, pero los diálogos de Schafer y Grossman eran tan divertidos que terminó siendo una historia delirante, que se reía de todo y de todos. El Monkey Island (así se lo conoció en Buenos Aires) afianzó la tendencia de los videojuegos graciosos, irónicos y, sin embargo, era, también, una historia de perseverancia, con humor y todo.
Schafer rompió el cascarón y se convirtió en un gran artista con el juego que es una de sus obras maestras: Grim Fandango. Los elementos visuales tomaban prestada la estética del Día de los Muertos mexicano. Los diálogos eran brillantes, ágiles, una mezcla de inglés y castellano. La historia transcurría en el Limbo y el protagonista, Manny Calavera, era un agente de viajes que ayudaba a las almas a llegar a su destino. De un plumazo genial, Tim Schafer se las arregló para mezclar la muerte de los mexicanos y de los griegos. Todo en un juego bellísimo, entretenido y, además, gracioso, con chistes por todas partes.
Manny Calavera y los demás personajes terminaron siendo propiedad de Lucasfilm. Aclamado por la crítica y decidido a no regalar ninguna más de sus creaciones, Schafer renunció para fundar su compañía propia, Double Fine Productions. De allí salió su siguiente joya: Psychonauts.
Obsesionado con lo trascendental y lo surrealista al mismo tiempo, Schafer narra la historia de un campamento para “psiconautas”, chicos de diez años que aprenden a usar poderes psíquicos para entrar en la mente de los demás. Los adultos caen en problemas y entonces le toca al protagonista, Rasputín, salvarlos a todos. Durante su aventura se mete en la cabeza de los adultos y ahí es donde se luce el genio de Schafer para imaginar mundos increíbles. Cada personaje tiene un mundo diferente dentro de su cabeza y Rasputín tiene que recorrerlos todos. Hay un enorme pasillo, que conecta las mentes entre sí, y se llama “El Inconsciente Colectivo”. ¡Tenía que venir Schafer para usar esa frase en un videojuego!
“Hace muchos años conocí a un ‘plomo’ de Megadeth que se llamaba Tony. Contaba grandes historias sobre el estilo de vida del rock, pero no eran las historias de las estrellas. El las narraba desde las trincheras. Tenía acceso al mundo del rock, pero desde una perspectiva muy práctica”, cuenta Schafer en una entrevista con el sitio IGN. “Me pareció interesante, así que hice un personaje con él y lo usé en uno de mis juegos. Sin embargo seguí pensando en la idea: alguien que arregla todo desde las sombras, pero que también puede ser un héroe.”
“Entonces un día vi Escuela de Rock, con Jack Black, y me encantó. No es como alguien que se pone una remera de Iron Maiden para ser cool: su personaje realmente quiere la música, tiene un compromiso total, sin ironías.”
Schafer se dio cuenta de que todos sus años de escuchar heavy metal no habían sido en vano y que podía haber muchos otros fans como él. En ese momento resolvió que tenía que hacer un juego acerca del tema.
Resulta que Jack Black había jugado al Psychonauts y le había encantado. Cuando Schafer se enteró, rápidamente armó una reunión con el actor para mostrarle lo que tenía del nuevo juego. Así es como Eddie Riggs consiguió tener la voz de Jack Black. (En la versión española, en cambio, ¡es Santiago Segura!)
En el mundo del Brütal Legend, el horizonte parece salido de las tapas de los discos de heavy metal y también de los cuadros de El Bosco. “Hoy en día la gente pone el mp3 y se va a hacer otra cosa”, explica Schafer. “Pero cuando yo era chico, uno ponía el disco y se sentaba a ver el arte de tapa, con todos esos detalles, esas runas germánicas en los discos de Ozzy. Quise hacer un juego en donde se pudiera recorrer ese mundo.”
Como en las otras obras de este creador, el guión es estrafalario, delirante, lleno de chistes. Los “buenos” son los que adoran a los antiguos dioses del metal. Los villanos son aquellos que se han olvidado del propósito de la música y están en ello, simplemente, por el dinero.
“Si pudiera viajar en el tiempo y decirle a mi yo de catorce años que iba a conocer a todos sus ídolos, le explotaría la cabeza”, contó Schafer en una entrevista televisiva, donde también contó que el primer disco de heavy metal que tuvo fue Diary of a madman, de Ozzy Osbourne.
Una vez con Jack Black a bordo, el resto fue un efecto como de bola de nieve. Pronto consiguieron al mismísimo Ozzy, así como a Lemmy de Mötorhead y a Rob Halford, de Judas Priest. También se sumaron al elenco de voces Lita Ford y Tim Curry, que hace la voz de Doviculus, el malo malísimo del final.
Eddie, con su talento casi sobrenatural de “plomo”, enseguida se hace un lugar en el mundo de Brütal Legend y ahí es cuando la historia arranca de verdad. Con el Deuce, un coche de cromo que arma él mismo en pocos segundos, Eddie se dedicará a recorrer este mundo increíble, este sueño enloquecido, mientras en la radio del auto pasan temas de bandas como Manowar, AC/DC, Ozzy Osbourne y, a veces, algo de Tenacious D, la banda de Jack Black. En vez de escuchar la música e irse “a hacer otra cosa”, Tim Schafer ofrece algo genial que hacer mientras por los parlantes suena, a todo volumen, el único, el verdadero heavy metal.
Brütal Legend se puede jugar en la PlayStation 3 o en la Xbox 360.
No hay comentarios:
Publicar un comentario