viernes, 11 de diciembre de 2009

LUCAS VARELA, ILUSTRADOR DE LA TAPA DE FIERRO 38



“La música es afín al comic”

Pintor, historietista e ilustrador, Varela es el responsable de la impactante imagen que abre la edición que aparece mañana. “Me resulta muy satisfactorio trabajar con un guión de otro. Me hace sentir un director de cine con presupuesto infinito”, dice.

Por Lautaro Ortiz

Si a mediados de los años ’80 el mítico Oscar Chichoni interpretó desde la portadas de la revista Fierro el clima de una época –los hierros oxidados de las máquinas como metáforas silenciosas de un pasado denso enfrentándose a un futuro incierto–, bien podría decirse que la nueva tapa de la actual Fierro es un pequeño espejo de los tiempos que corren: la convivencia furiosa de estéticas, la sexualidad sin atenuantes, el hacinamiento corporal y, sobre todo, el ruido como motor de una sociedad fragmentada. Ya no hay metáforas, sólo lo que refleja el espejo.

Y no es casual que el autor de esta poderosa portada sea el ilustrador e historietista Lucas Varela, uno de los mejores dibujantes argentinos, que a los 38 años ha creado dos memorables (porque no se podrán olvidar jamás) historietas como El síndrome Gustavino y Paolo Pinoccio, desde los cuales es posible leer el pasado y el presente de la Argentina. “Es posible eso que dice sobre el dibujo de tapa. Creo que los significados son inconscientes. No tengo una mirada crítica desarrollada del mundo que me rodea, pero algo de lo que absorben mis ojos seguramente se vuelca en estos dibujos tan sugerentes”, reflexiona el reservado y humilde Varela, luego de acomodarse junto a la ventana de un bar de Palermo, para conversar sobre la edición 38 de la revista Fierro, que estará mañana en los kioscos junto a Página/12.

–La imagen de tapa en realidad pertenece a la portada de un disco. ¿Cuál es su vínculo con la estética rockera?

–Siempre he querido hacer la tapa de un disco y, después de muchos años, se me dio. Le estoy muy agradecido al grupo The Siniestros por dejarme participar del excelente disco llamado Campos de Satán, que es una ópera rock como las de antes. Yo suelo colaborar haciendo afiches para el sello discográfico Scatter Records, que agrupa un determinado perfil de música rock, entre garage, surf, rockabilly e indie. He realizado afiches sobre agrupaciones como The Tormentos, Los Peyotes y Satan Dealers, por mencionar algunos. Me encantan esos estilos musicales. Históricamente esa música tuvo mucha afinidad con el mundo del comic under y hay ejemplos de colaboración notables entre músicos de rock y artistas de comic. Un ejemplo que siempre tengo presente es la tapa de Brick By Brick, de Iggy Pop, realizado por Charles Burns, uno de los autores de comic que más me influyeron. Otra portada de disco que me gusta mucho es la que hizo Craig Thompson para el disco Friend and Foe, de la banda Menomena.

–Son pocos los dibujantes de historieta que poseen la capacidad de condensar en una única imagen lo narrativo y la fuerza visual. En su caso, ¿cuál es la clave?

–Mire, lo narrativo de una ilustración, realizada para una pieza gráfica, pasa por otro lado que en el modo secuencial de la historieta. Yo suelo recargar de información los dibujos para que cuenten más. No busco una lectura literal, sino más bien una sugerencia por la aproximación de objetos aparentemente incongruentes. Suena medio surrealista, pero creo que son las armas del humor absurdo.

–Hablando del humor, en todos sus trabajos –desde los tiempos en que editaba su propia revista Kapop– siempre fue posible ver a un Varela tensando la cuerda de la ironía: no sólo en Paolo Pinoccio, sino hasta en el registro gráfico que posee el sádico Guastavino...

–Lo que pasa es que nunca hice una historieta seria con guión propio. Hace tiempo hice algunas aproximaciones muy chotas. Me siento más cómodo en el campo del humor sazonado con pizcas de aventura. De todas maneras, estoy lleno de inseguridades a la hora de escribir. Siempre me invade la sensación de que no tengo idea de qué quiero contar ni adónde quiero ir. Por eso me resulta muy satisfactorio trabajar con un guión de otro. Me hace sentir un director de cine con presupuesto infinito para gastar y con poder para contar la historia lo mejor que se pueda.

–En este número trabaja con Diego Agrimbau como guionista en la historieta Claustrofobia, donde se abordan los miedos de ciertas personas a poner los pies en la realidad y, al mismo tiempo, juega con el aspecto formal de la historieta. ¿Cómo fue ese desafío?

–El planteo que me hizo Agrimbau fue explorar y romper el aspecto lingüístico de la historieta. Esto tan complejo yo no lo podría hacer por mi cuenta. Es muy interesante cómo me expuso el guión. Aparte del texto escrito, me hizo un esquema de cada página, con lo cual me facilitó mucho la idea gráfica. Vamos a ver cómo lo seguimos. Agrimbau tiene varias ideas girando en torno de este planteo. Todo comenzó cuando yo le pedí que me hiciera un guión con robots y naves espaciales ochentosas. Eso era todo lo que quería dibujar, pero él me salió con estos enrosques metalingüísticos. Un día me voy a plantar y le voy a exigir que me haga un guión de dos tipos cagándose a trompadas, arriba de una nave espacial, por una mina alienígena de tres tetas.

–En breve los lectores de Fierro contarán otra vez con una serie suya junto a Carlos Trillo. ¿Cuál es el planteo de la historia?

–Es una historia sobre una mujer con doble personalidad. Hay un investigador chino, un misterio con una película porno y problemas de identidad de la protagonista. El registro de esta nueva colaboración es muy diferente a Guastavino. Es un poco más realista, lo que me genera un desafío enorme. Espero poder tomar ritmo con la historia porque vengo medio lento.

–Hace unos días terminó una muestra de pinturas suyas, que fue una verdadera sorpresa para los lectores de Fierro.

–Sí, la muestra consistió en una serie de pinturas que venía haciendo a lo largo de los últimos años. Pintar es una actividad que me conduce a lugares diferentes a los que suelo desempeñar en los medios gráficos. En este caso las pinturas fueron realizadas en el taller de Héctor Meana, mi maestro de muchos años, en un ambiente compartido y de mucha sociabilidad. Nada que ver con la solitaria actividad del dibujo de historieta. Por supuesto que me considero mejor historietista que pintor, pero creo haber logrado resultados aptos como para mostrar esos trabajos. La acción de pintar me da más satisfacciónque mis otras actividades gráficas, pero me gustan más los logros que consigo en el terreno de la historieta. De todas maneras creo que hay cruces temáticos entre mis pinturas y mis dibujos. Al pintar, las iconografías que utilizo habitualmente se convierten en meros elementos plásticos para explorar el infinito campo del color.


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