martes, 29 de diciembre de 2009

Mis diez películas del año. Por John Waters



1. Import Export, Ulrich Seidl: La película más triste del año también es la mejor. Las miserables vidas de inmigrantes ucranianos en Viena hacen de este agonizante pero magnífico opus el equivalente cinematográfico de cortarse las venas. ¿Un nuevo género? ¿Porno depresión? Bueno, a mí me calentó.

2. Anticristo, Lars von Trier: Si Ingmar Bergman se hubiera suicidado, ido al infierno y vuelto a la Tierra para dirigir una película de exploitation/art para autocines, ésta es la película que hubiera hecho.

3. In the Loop, Armando Iannucci: Una inteligente, malvada y bocona sátira británica sobre la lucha por el poder global que hace la pregunta más importante: ¿cómo se debate la invasión a Irak si tus encías empiezan a sangrar en el medio de la presentación?

4. World’s Greatest Dad, Bobcat Goldthwait: ¿Por qué, oh, por qué no fue esta comedia negrísima un éxito? Tremendamente ruda, decididamente poco amigable para la familia, este relato de suicidio autoerótico de un hijo odioso y su padre que no entiende nada dejó al público boqueando de sorpresa.

5. Brüno, Larry Charles: No escuchen a los críticos –esta película es mejor que Borat–. Imaginen a una pareja de adolescentes hetero en un mall, durante su primera cita, en algún lugar de la América profunda, mirando a Sacha Baron Cohen haciendo la pantomima de cada acto sexual gay, hasta terminar en un regocijante “facial”. A veces los públicos reciben lo que necesitan.

6. Lorna’s Silence, Jean-Pierre and Luc Dardenne: ¿Cómo consiguen financiamiento estas fantásticas películas artísticas? Gracias al socialismo europeo, así es como se hace, y estoy contento de que quienes pagan impuestos por allí ponen su dinero en esta obra maestra. Sólo los hermanos Dardenne pueden salirse con la suya al no mostrar la acción dramática que le da el clímax a toda la película.

7. Los abrazos rotos, Pedro Almodovar

Hubo murmullos en Cannes acerca de que ésta no era la mejor película de Pedro, pero cómo se equivocaron esos rumores. ¡Es una belleza! Un inteligentísimo melodrama que no da tregua y que tiene tantos mareantes plot-points que uno puede experimentar vértigo.

8. The Baader Meinhof Complex, Uli Edel: ¡Aquí hay unos chicos que sabían cómo causar problemas! Hmmm... ¿Qué tendríamos que hacer hoy? ¿Parar las Olimpíadas o hacer explotar un avión comercial? Estos radicales hacen que los Weathermen parezcan unos maricas.

9. Whatever Works, Woody Allen: La gerontofilia nunca resultó tan atractiva. En esta oportunidad, Woody se pone un poco gay y vive para contarlo con éxito y gracias. Me enoja tanto no tener la carrera de este director.

10. La mujer sin cabeza, Lucrecia Martel: ¿Cabello teñido, conductores que huyen después de atropellar a alguien con el auto, parientes con hepatitis? ¿Qué? No la entendí, pero me encantó.

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