martes, 1 de septiembre de 2009

QUENTIN TARANTINO; BASTARDOS SIN GLORIA


El director habló de Bastardos sin gloria, donde fantasía y realidad se mezclan a partir de un grupo de soldados judíos norteamericanos que planea eliminar a jerarcas nazis en la Segunda Guerra. Cuenta cómo hizo para convencer a Brad Pitt y por qué los personajes femeninos son tan fuertes en sus filmes.

"Bastardos sin gloria", con Brad Pitt dirigido por Quentin Tarantino.

Un día dice que quiere hacer una película con un personaje como James Bond. O, piensa, tal vez sean tres. Otro, que abandona el cine. Al día siguiente lanza que hará una precuela de Bastardos sin gloria. Así es Quentin Tarantino, un tipo de una verborragia tan grande y sólo comparable a su amor y pasión por el cine.

El director de Kill Bill nunca estudió en, pasó por ni pisó una escuela de cine. Aprendió a contar en imágenes viendo clásicos, no sólo mientras atendía en un videoclub de Los Angeles. Así creó su estética, e hizo su propio credo: el mejor lugar para ver y hablar de cine es en los festivales, dice. Y Cannes, donde fue premiado por Tiempos violentos en 1994, es para él "la Olimpíada cinematográfica". Tanto, que se apuró a filmar Bastardos sin gloria y terminarla para llegar con las copias aún mojadas a la edición del festival francés, en mayo pasado. Allí paseó su figura flaca de 1,85, e hizo entonces lo que más le gusta: ver y charlar de cine.

"Había una vez, en la Francia ocupada por los nazis..." comienza Bastardos sin gloria, un guión que entre idas y vueltas le demandó ocho años, y para protagonizarla consiguió a la estrella más buscada del planeta.

¿Cómo convenciste a Brad Pitt?

Me di cuenta de que era ridículo cuando me lo planteé, porque Brad -con quien siempre quisimos hacer algo juntos, y ya no habíamos podido congeniar para un proyecto- es un actor que siempre está ocupado. Ni siquiera me puse a pensar, no tenía ni idea si estaría disponible como lo necesitaba, ya mismo, o si su mujer estaría haciendo una película, y como ellos se turnan para que siempre los chicos estén con uno o con otro, le resultaría imposible. Me pidió el guión, fui a cenar a su casa y sí, tomamos un poco de vino, él tiene su propio viñedo. Brad dice que cuando se despertó había cinco botellas vacías tiradas por allí, ¡y que por eso me dijo que aceptaba!

Tarantino habla hasta por los codos, se mueve frenético: tiene algo de Tim Burton, un director con el que no guarda simetría alguna en cuanto a su cine. Pero ¿qué director, qué película fueron una influencia para escribir Bastardos..., sobre un grupo de soldados estadounidenses judíos que en plena Segunda Guerra Mundial desea aniquilar nazis? "Doce del patíbulo fue una gran influencia, pero tenía que alejarme de ella para construir mi película. No sé si falseo la Historia, le doy una nueva perspectiva a los hechos...", dice, en referencia al deseo de una una joven judía por vengarse del nazi que masacró a su familia. ¿Acaso se trata de una fantasía judía de la venganza? "Es una manera de verlo, porque permito que mis personajes cambien la historia", consiente.

¿Eso es un rasgo nuevo del cine tarantinesco?

Uy, no lo creo, pero puede ser... Un rasgo de mis películas, tal vez esté mal que yo lo diga, es que en todas siempre hay humor, o un sentido del humor que quiero imprimirles a cada una de ellas. No importa lo que estés viendo, así sea una escena trágica. me gusta que el público se ría, aun cuando las cosas que vea no sean para nada divertidas. Y no es que me ponga a escribir comedia, sino que así me sale...

Volviendo a lo anterior, tus personajes, entonces, hacen lo que quieren...

No había tenido hasta el presente ningún límite a la hora de sentarme y escribir un guión. Por lo general, los personajes se van de mí, y no tengo manera de poder manejarlos. Pero con Bastardos sin gloria yo chocaba contra el rumbo de la Historia. Era un muro contra el que chocaba toda mi creatividad. Yo estaba predispuesto a respetar el rigor histórico... Pero me di cuenta de que mis personajes no estaban al tanto de que estaban escribiendo la Historia.

"Bastardos..." toma su título de la película de Enzo Castellari. ¿Tomaste algo más de él?

No mucho, además del título. Me inspiré. Pero como Sam Peckinpah, Castellari es un maestro de la cámara lenta. Y en mi película uso en un par de secuencias esa técnica.

Y además de la cámara lenta, Tarantino le aporta su ya clásica cuota de violencia. Entre humor y brutalidades varias, el personaje de Pitt tortura al de Diane Kruger (ya habían trabajado juntos en Troya), una actriz alemana que ayuda a los norteamericanos, metiéndole un dedo en una herida de bala. E incluye en la banda sonora rock o temas compuestos por Ennio Morricone en otros filmes.

Quentin, meses después de la première en Cannes, contó que estaba imaginando una precuela de la película, "probablemente con soldados afroamericanos, abandonados a su suerte detrás de las líneas enemigas". Pero al día siguiente, en otra entrevista, avisaba que podría abandonar el cine. Con él, no se sabe si sucederá una cosa o la otra. O ninguna.

¿A qué se debe que, como en "Kill Bill" o "Jackie Brown", y también en "Bastardos sin gloria", los personajes femeninos sean tan potentes?

A mi mamá. Ella me crió siendo madre soltera, por lo que durante años creí que no habría nada en el mundo que ella no pudiera hacer. Si tuviste cerca una mujer tan fuerte, es lógico que pienses en mujeres así, ¿no? Así que cuando escribís, terminás haciéndolo sobre mujeres con poder de decisión. Fuertes.

Tarantino también explicita su pasión por el cine incluyendo en el guión una escena fundamental, que transcurre en un cine. "Es una metáfora del poder del cine... ¡¡Y no es una broma!! Es la pelícu la misma la que estaba por derrumbar al Tercer Reich. Es una metáfora jugosa, sí, pero también tiene un concepto poético. A mí me gusta.

Mueve los brazos como un remolino, mientras se despide. "Yo no soy un director de cine americano, yo hago películas para todo el planeta Tierra", se define, bien universal.

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