miércoles, 23 de septiembre de 2009

Robert Duvall, ¿el gran rival de Darín?




El actor presentó su nuevo filme En "Get Low" encarna a un hombre que prepara su propio funeral. Y ya es candidato.

Por: Miguel Frías

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Robert Duvall habla en español y cuenta cómo armó su personaje en el norte de Argentina.
Apareció un peso pesado para pelearle a Ricardo Darín la Concha de Plata al mejor actor. Nada menos que Robert Duvall, quien interpreta a un fabuloso ermitaño, personaje de la mitología sureña de los Estados Unidos, en Get Low, que ayer se dio en la competencia oficial. "Estudié el guión durante una Navidad que pasamos con mi mujer en la Argentina. Reflexioné sobre este personaje mirando la cordillera de Los Andes", recordó.

Aclaremos: en la conferencia no hubo preguntas de enviados argentinos. Nada de inducción chauvinista. Duvall solito mencionó a Jorge Luis Borges (mientras hablaba del escritor Cormac McCarthy, autor de La carretera), a Federico Luppi ("Maravilloso actor") y a Viggo Mortensen, compañero de reparto en la adaptación al cine de La carretera. Hasta Aaron Schneider, director de Get Low, su opera prima, contó: "Durante el rodaje, Bill Murray ponía CDs a todo volumen e insistía en bailar tango con Bob (Duvall)".

El filme se centra en Félix Bush: campesino, excéntrico y huraño, que lleva cuarenta años recluido en su granja. ("Decir Bush es como decir Franco acá", bromeó Duvall). En algún momento, decide organizar su funeral... en vida. Y un sorteo para que el ganador se quede con su propiedad tras su muerte. Los temas de la película, entre comedia mordaz y fábula, son la culpa y la redención. Murray, notable, hace del cínico dueño de una funeraria; Sissy Spacek, de una mujer obnubilada por este Bush.

A pesar de cierta oscuridad, y del presupuesto austero, Get Low tiene un estilo más "comercial" que festivalero. Lo inverso que Hadewijch, maravilla de Bruno Dumont, también en la sección oficial. Ascética y compleja, nos introduce en una joven de la alta burguesía que, cegada por su amor a Cristo, su soledad existencial, su desesperación y su culpa, termina vinculada con fundamentalistas islámicos. Con clara influencia de Mouchette, de Robert Bresson, y algo de Carl T. Dreyer e Ingmar Bergman, el filme -que ganó el premio FIPRESCI de la crítica en el Festival de Toronto- transmite un estado de gracia y alienación, al mismo tiempo.

"Hago un cine que indaga en la ambigüedad. En este caso, la que surge de la belleza de ese amor por Dios y la posibilidad de que lleve a Céline a lo peor. No me interesa aseverar nada. No pretendo decir que la religión lleve al desastre. Hadewijch es poética y metafórica; nula desde lo sociológico", dijo el director de Flandres. El paladar negro de Laurent Cantet, presidente del jurado, podría ponerla en carrera para los premios.

En la sección Horizontes Latinos se dio La invención de la carne, de Santiago Loza (Extraño), drama lacónico, ríspido, visualmente bello, con personajes atormentados (un médico y una mujer que se presta a prácticas para estudiantes). "Es una película existencial, con la paternidad como centro. Pero se corre de la percepción realista -le dijo el realizador cordobés a Clarín-. Es una road movie interna y externa, una obra sensorial, trabajada en base a espacios y cuerpos (un desnudo de la actriz Umbra Colombo parece aludir a la pintura El origen del mundo, de Gustave Courbet).

En la fiesta organizada por el INCAA, hubo soltura total. Entre empanadas, vino tinto y alfajores Guaymallén, Soledad Villamil cantó cuatro temas y después se gritó un catártico "¡Aguante El secreto...!". Ayer, el equipo del filme de Juan José Campanella se fue a Madrid para el estreno comercial del filme. "Y ya nos quedamos allá, salvo que nos llamen por algo", dijo Darín, con su sonrisa de ojos achinados. San Sebastián lo tenía agotado, insomne, por las incesantes entrevistas. ¿Tendrá que volver el sábado?«

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