domingo, 27 de septiembre de 2009

La monstruosa vida de sir Vidia Naipaul


Tras recibir el Nobel, Naipaul pensó que necesitaba una biografía "como Dios manda", y se la pidió a Patrick French, que presenta la cara más cruel del escritor indio.

Por: Xavi Ayén

UN MATRIMONIO POCO FELIZ. "Puede decirse que yo la maté. Yo me siento algo responsable de lo sucedido", confiesa Naipul en la biografía sobre la enfermedad que terminó con la vida de su ex su mujer.

"Mi misión no ha sido sacar conclusiones, sino exponer el sujeto a los ojos tranquilos del lector", afirma flemáticamente Patrick French, el inglés de 43 años que ha culminado El mundo es así (Duomo), la biografía autorizada de V. S. Naipaul, premio Nobel de Literatura 2001, presentada el jueves en Madrid.

Al repasar la infancia y juventud del escritor en Trinidad, en una familia de emigrantes indios, French describe un entorno que hoy definiríamos, al menos, como disfuncional. Naipaul era un joven genial, depresivo y arrogante, y con serios problemas para desenvolverse en un entorno social y para relacionarse con las chicas. Consiguió una beca en Oxford e intentó suicidarse una vez. Su noviazgo con otra estudiante, Pat, le ayudó a salir del pozo.

Tras recibir el Nobel, Naipaul pensó que necesitaba una biografía como Dios manda, y se lo pidió a French, a quien conocía por haber leído su libro sobre el explorador Younghusband. "Dudé", confiesa French, quien ha pasado cinco años en archivos, entrevistando a gente y escribiendo.

La paradoja es que el hombre que ha retratado magistralmente la vida cotidiana en Trinidad abjura de sus orígenes. Le dice a su madre: "Trinidad es un sitio demasiado pequeño, sus valores están todos equivocados y su gente es mezquina". Sobre las revelaciones del libro, Naipaul piensa: "No me afecta en lo más mínimo lo que la gente piense de mí". De hecho, confiesa French, "de toda la gente con la que he hablado para este libro - unas 80 entrevistas-él ha sido el más sincero".

Aunque la obra es un estudio minucioso, lo que ha hecho las delicias de la prensa británica son sus correrías sexuales, con todos los ingredientes necesarios. "Para él fue una catarsis - revela French-,porque no había hablado antes de estos temas". La cosa empieza ya con el abuso sufrido por parte de un primo cuando era niño y prosigue con alguna que otra vaga experiencia homosexual entre brumas de alcohol. Asu esposa, Pat, no sólo le fue infiel, sino que le minó su autoestima, le hizo abandonar su incipiente carrera en el teatro - "ese capricho"-y la sometió a enormes frustraciones. La fue alternando con su gran amante, la argentina Margaret, incluso en sus viajes. "Tenía lo que quería, una madre en casa y una puta en Sudamérica".

La atracción por Margaret fue intensamente sexual, con un perfil sadomasoquista. "Su relación duró 25 años. Margaret se sentía esclavizada por un hombre al que se había hecho adicta sexual y emocionalmente.

"Aunque Vidia parecía tener el control, también estaba atrapado". Una vez, la reacción celosa del escritor fue monstruosa: "La traté con extrema violencia durante un par de días, se me fue la mano; me empezó a doler la mano, pero a ella le daba lo mismo. Tenía la cara en mal estado. La verdad es que no podía dejarse ver en público. Yo tenía la mano hinchada".

En 1989 a Pat se le declaró un cáncer. Tras diversos tratamientos, parecía que la enfermedad ya no se iba a reproducir más. Hasta que, un día de 1994, en una entrevista, Naipaul declaró que durante su matrimonio se había convertido "en un gran putero". Su esposa se enteró de semejante anécdota leyendo la revista y, al poco, como relata el propio Naipaul, "enfermó de nuevo, la gente dice que eso del cáncer puede volver a la carga con el dolor y las desdichas". Pat murió y Vidia carga con la culpabilidad desde entonces: "Puede decirse que yo la maté. Yo me siento algo responsable de lo sucedido". También dejó a Margaret porque "alcanzó la mediana edad, era casi una vieja". En un viaje a Pakistán conoce a Nadira, una periodista 24 años menor. Se acuesta con ella, le cuenta su vida y en 1995, tras morir Pat, se casan.

French también se detiene en su relación con otro escritor, Paul Theroux, autor del furibundo retrato La sombra de Naipaul. Theroux aparece como un servil adulador, fascinado por un Naipaul que cada vez le hace menos caso. "No se dio cuenta de que le veía como una mezcla de ayudante de campo y bufón, con lo que su rechazo final era inevitable".

El mundo es así supone, hasta ahora, la mayor aportación realizada sobre la vida de Naipaul. Para French, "se aplica el mismo rigor que él aplica a los demás. Si en algo cree es en decir la verdad aunque duela".

Naipul Básico

1933-Trinidad. Escritor

Cuando en 2001 recibió el Nobel de Literatura, la Academia justificó la elección por "la simplicidad, belleza y poderío de la elegante prosa con que habla de la esclavitud, el victimismo, la revolución, la guerrilla, la opresión, la pobreza y el fundamentalismo religioso, en un difícil equilibrio tragicómico".



Trotski, un líder contra la corriente


Todo movimiento revolucionario consistente deberá partir del legado de Trotski, afirma J-J Marie, autor de una ambiciosa biografía sobre el teórico de "la revolución permanente". Aquí, un análisis en presente de sus ideas y sus profecías sobre el capitalismo.

Por: Ismael Bermúdez

ARENGA. Lev Davidovich Bronstein -León Trotsky- durante la guerra civil rusa (1918-1922)que siguio a la revolución de octubre.

La obra de Jean-Jacques Marie es la última de una serie de grandes biografías del revolucionario "sin fronteras". La primera (Mi vida) fue escrita por el propio Trotski en 1929 ya deportado de la URSS. La segunda obra es la de Victor Serge (Vida y muerte de Trotski) a fines de la década del 40. Le siguió la Trilogía de Isaac Deutscher en los 50, y más recien¬temente, la cuarta, del historiador Pierre Broué. Las de Deutscher y Broué son biografías monumentales que se beneficiaron, la primera, de la apertura parcial de los archivos de Trotski depositados en la Universidad de Harvard, gracias a una autorización de Natalia Sedova, la mujer de Trotski, y de la apertura definitiva de esos archivos, una vez transcurrido el tiempo establecido por el propio Trotski. En Trotski. Revolucionario sin fronteras, J-J Marie añade un trabajo de investigación en los archivos rusos, parcialmente abiertos a los estudiosos.

Todas estas biografías han estado condicionadas al marco de la época en que fueron escritas. Eso es claro para la autobiografía, un tremendo instrumento político-literario de defensa del programa internacionalista de la Revolución de Octubre, contra el "socialismo en un solo país, y del papel que jugó su autor en la teoría y en la práctica. Lo mismo ocurre, incluso con un mayor énfasis en el opus de Deutscher, para quien Trotski fue "un profeta desarmado" y Stalin el ejecutor práctico de esa profecía. Es relativamente poco conocida la condena de Deutscher, en la revis¬ta Le Temps Modernes, del levan¬tamiento obrero contra el ejército soviético, en 1953, en tanto veía a éste y no a aquellos, como los por¬tadores de la extensión mundial de la Revolución de Octubre. Un general ruso, E. Volkof, incursionó también, hace una década, en un libelo biográfico, con el evidente propósito de desalojar el legado de Trotski como una alternativa a la perestroika y al restablecimiento del capitalismo.

Audacia y rigor
J-J Marie, que tiene una labor historiográfica enorme, acaba de publicar dos libros: uno sobre el levantamiento obrero contra el gobierno bolchevique, en Cronstadt, y otro sobre la guerra civil rusa de 1918-22. En este último trabajo, documenta al terrorismo rojo como un sistema de autodefensa de la revolución contra las masacres y exterminios de los ejércitos blancos, en lo que pretende ser, claramente, una respuesta a los historiadores que han señalado su origen en la política de Lenin y Trotski. En esta línea de condicionamiento a la actualidad histórica, la biografía de J-J-Marie aborda "sobre todo" el período de la vida de Trotski que arranca "con la fundación de la Internacional Comunista, cuyo manifiesto él redacta en marzo de 1919", hasta su asesinato en México en agosto de 1940. La tesis de fondo del autor es que el trotskismo sigue siendo la "continuidad revolucionaria" de la larga lucha histórica por el socialismo y de la revolución de 1917. Como también lo hacen las otras biografías, J-J Marie destaca las condiciones de Trotski como hombre de acción: fue presidente del Soviet en las dos revoluciones, la de 1905 y de 1917, presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y comisario de Relaciones Exteriores, y el fundador del Ejército Rojo y su conductor durante la guerra civil y las guerras internacionales que siguieron a la victoria de la revolución soviética.

Quizás subraye este aspecto irrefutable para atacar una visión contemporánea distorsionada del "gran organizador de victorias", como lo bautizó Karl Radek, que lo admite a regañadientes apenas como un gran literato histórico y político. Para el biógrafo, Trotski es, incluso en este plano, algo más: es por "sobre todo", el hombre que se destacó por su originalidad en la caracterización de los procesos más complejos de la historia del si¬glo pasado, y por la audacia y rigor de sus pronósticos políticos. Trotski reunió estas dos cualidades para desarrollar una verdadera escuela de orientación y tácticas políticas –notablemente, en el período previo al ascenso del nazismo y en la revolución española, pero también con referencia al nacionalismo latinoamericano que emergió con fuerza en los años 30, o al ascenso obrero en los Estados Unidos que siguió a la Gran Depresión. La primera de esas previsiones histórico-políticas más destacadas del "organizador de Octubre", formulada desde antes de la revolución de 1905, es la tesis de "la revolución permanente", que rompe el paradigma de los procesos revolu¬cionarios de los siglos precedentes (XVII-XIX). Trotski advierte que las revoluciones democráticas ya no podrían quedar encerradas en sus objetivos nacionales y repu¬blicanos, y que se transformarían en socialistas, como consecuen¬cia del desarrollo de la economía mundial y de la emergencia de una clase obrera fuertemente con¬centrada, incluso en los países de desarrollo histórico retrasado. La burguesía y la pequeña burguesía serían desplazadas del liderazgo de la revolución democrática por el proletariado. Trotski reformula en estos términos "la teoría de la revolución permanente" establecida por Marx, en 1850. La "permanencia de la revolución" es inherente a las revoluciones proletarias, había advertido Marx, pues ellas no pueden pro¬gresar sin una crítica constante de sus propios pasos; el proletariado no pretende consagrar a una nueva clase explotadora sino abolir toda forma de explotación social y de opresión del individuo. El pronóstico de Trotski acerca de la "permanencia" de la revolución ru¬sa que se consideraba inminente, se empeña en subrayar J-J Marie, fue enteramente confirmado por la historia. La segunda previsión destacada de Trotski estuvo relacionada con el ascenso del fascismo alemán y con la necesidad de que los par¬tidos obreros lo enfrentaran mediante un "frente único". "Ya en noviembre de 1929" Trotski califica como "mortal" la política del estalinismo, que "ponía en el mismo plano a la socialdemocracia y el fascismo". La campaña de Trotski por el frente único proletario, o sea con los socialistas, contra el fascismo, y la necesidad de usar métodos revolucionarios para destruir en la práctica a las milicias nazis, fue extremadamente vigorosa, y hasta se podría decir desesperada. Trotski ya había visto actuar al estalinismo en la revolución china de 1927, cuando la colaboración con el nacionalismo, combinada con raptos de ultraizquierdismo, había llevado a la masacre de los cuadros del partido comunista, y ahora temía algo muchísimo peor. En 1932 previene que "el advenimiento del fascismo en Alemania... provocará la guerra contra la URSS". En junio de 1933, Trotski dice: "El plazo que nos separa de una nueva catástrofe europea está de¬terminado por el tiempo necesa¬rio para el rearme de Alemania. Algunos años bastarán para que Europa vuelva a precipitarse en la guerra, si Hitler no es detenido por la fuerzas internas de la propia Alemania". Será igualmente el primero en prever el exterminio que el hitlerismo tenía reservado al pueblo judío: "No cuesta mucho imaginar la suerte que aguarda a los judíos con el comienzo de la futura guerra. Pero, aún sin guerra (!!), el próximo desarrollo de la reacción mundial significa casi con certeza su exterminio físico". Es oportuno traer a relación este punto cuando en la literatura histórica reciente sobre la Shoa se atribuye este ex¬terminio a un encadenamiento de procesos políticos y militares relativamente aleatorios, y se descarta que estuviera inscripta en la dinámica contrarrevolucionaria única que representa el fascismo alemán. La plasticidad del pensamiento político del héroe de esta biografía se manifiesta cuando rechaza la pretensión de que los Frentes Populares, o sea la alianza de los partidos de izquierda con la burguesía liberal, constituyan la réplica adecuada al fascismo y al nazismo o que equivalgan al frente único de la clase obrera por el cual había ba¬tallado contra el ascenso de Hitler. Para Trotski esos frentes son otra forma de contener y maniatar a la clase obrera, por eso aparecen, especialmente, en situaciones pre-revolucionarias. Como lo demostrarían las experiencias de Francia y España, abrirían también la victoria del fascismo. Lo que J-J-Marie se ocupa en subrayar como de rigurosa actualidad es el pronóstico que Trotski desarrolla en su libro Adónde va la URSS –cuyo editor transformó en La Revolución traicionada, o sea, la tendencia de la burocracia a restaurar el capitalismo. En oposición a las afirmaciones de que el "socialismo en un solo país" y la "coexistencia pacífica" (colaboración política con las grandes potencias) asegurarían, con el paso del tiempo y en forma gradual, la primacía de la URSS sobre el capitalismo mundial, Trotski planteó que, al revés, el tiempo, precisamente, acentuaría las contradicciones sociales de la autarquía y del aislamiento, y que la presión de la economía y la política mundiales reforzarían las tendencias centrifugas del sistema. En este terreno "transitorio", dice, la burocracia opera como una casta restauracionista, que "si se mantiene a la cabeza del Estado, "inevitablemente" buscará "restablecer la propiedad privada" y transformarse ella misma "en una nueva burguesía". "La rapidez con que la Nomenklatura se transformó de burocracia parasitaria en una suma y resta de bandas mafiosas, para apropiarse con violencia la propiedad estatal, confirmalas grandes líneas de su análisis", escribe J-J Marie. Este conjunto de caracterizaciones históricas, que se podrían calificar como sin precedentes, supone una definida visión de la época, por parte de su autor. Trotski se inscribe en la corriente que destaca que el capitalismo ha entrado en la fase histórica de la decadencia o declinación; que ha desarrollado formas sociales que lo niegan en forma parcial (como el monopolio –negación parcial del mercado– y la socialización de la producción, es decir la deca¬dencia de la pequeña propiedad) y caracteriza al imperialismo, en el plano político, como "reacción en toda la línea". Esta apreciación bolchevique (original de Lenin) de la decadencia de la democracia liberal, se anticipa en algunas décadas a los conceptos de "estado de excepción", que luego analizaron Walter Benjamin o, recientemente, Giorgio Agamben. Cuando aborda, en numerosos textos, la tendencia del capitalismo hacia la catástrofe económica y a la disolución de las relaciones sociales capitalistas, Trotski se preocupa por sobre todo, sin embargo, en advertir que este desarrollo creador de situaciones prerrevolucionarias o revolucionarias, se encuentra en contradicción con lo que la caracteriza como la "crisis de dirección del proletariado", a la cual no vacila en atribuir "la crisis de la humanidad". Hace referencia, con estos conceptos, a la incapacidad de los partidos históricos de la clase obrera para orientar una salida revolucionaria a la bancarrota del capital. Este aspecto del legado teórico de Trotski ha cobrado, en los días que corren, una especial actualidad.

Un debate aún abierto

Como conclusión política de su labor biográfica, J-J Marie plantea que la "continuidad revolucionaria", abandonada por comunistas y socialistas, está encarnada en el trotskismo y sus seguidores. Obviamente, se trata de una falacia, pues para eso no alcanza una biografía de Trotski: habría que escribir otro libro que demuestre que los seguidores operan, realmente, en la misma escala histórica de su líder. Lo que se desprende de la biografía es una conclusión de otro alcance: que cualquier movimiento revolucionario consistente, en la actualidad, deberá partir del legado teórico-práctico de Trotski, que para J-J Marie se resume en el programa de la IV Internacional. Ninguna teoría ni programa posteriores o contemporáneos, como sería, por caso, el "socialismo del siglo XXI", integra el conjunto de las contradicciones del capitalismo contemporáneo en una totalidad. Los socialismos indigenista, bolivariano o islámico constituyen una regresión teórica e histórica hacia el particularismo. En realidad, la reivindicación de la "continuidad revolucionaria" del trotskismo, como una recuperación de teoría y de práctica, colisiona con la evidente crisis del trotskismo, que no se reduce a su fragmentación. Trotski fue precisa¬mente quien advirtió que, si bien sus pronósticos triunfaban sobre el de sus adversarios, lo hacían por el lado negativo, o sea por su¬cesivas derrotas de la clase obrera. Así, la burocratización triunfaba sobre la revolución permanente; o el restablecimiento del capitalismo derrotaba a la alternativa de una revolución que restableciera los principios de un régimen de de¬mocracia socialista. El trotskismo aparece como un movimiento que opera contra la corriente, lo que no debería sorprender, porque es lo que le ha ocurrido a todas las corrientes revolucionarias en la historia. Este es el contexto histórico de su crisis. Las revoluciones de la posgue¬rra y luego el quinquenio 1968-74, desde el Mayo Francés hasta la re¬volución portuguesa, sin embargo, pusieron en movimiento nuevas fuerzas. En América Latina ocurrió lo mismo con las revoluciones boliviana y cubana. El trotskismo comenzó a tener una presencia "invasiva", aun con sus numerosas y hasta crecientes fragmentaciones. La crisis mundial que se encuentra en desarrollo en la actualidad (y la serie de levantamientos nacionales o indigenistas desde el 2000 a la fecha en América Latina) plantea un cuadro histórico único. Son muchos los que advierten que suscitará, además de las ban¬carrotas, conmociones sociales que podrían demoler las construccio¬nes políticas existentes. Si las revoluciones del siglo XX buscaron su base teórica en la crítica a las revoluciones del siglo precedente y en Marx, las revoluciones en curso o las próximas podrían recuperar su inspiración programática en la historia que biografió J-J Marie. Trotski explicó en su momento que sus pronósticos se confirmaron pero por su costado negativo, contrarrevolucionario: se impuso Stalin, triunfó Hitler, fue derrotada la Revolución Española, se desencadenó la II Guerra Mundial, se produjo el Holocausto. La continuidad que encarnaba no se cristalizó en fuerzas vivas y reales. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la "marea revolucionaria" europea pudo ser contenida por el Pacto Stalin-Churchill-Roosevelt. Y no sin grandes luchas, la Gran Revolución China, la revolución cubana, la derrota norteamericana en Vietnam también involucionaron, con el gigante asiático convertido en una plataforma de los grandes capitales extranjeros. Por sus análisis, pronósticos y programa, Trotski encarna una "continuidad" que no se expresa en el tejido político y social de la clase obrera. Ese es el debate que, Jean-Jacques Marie con la procla¬mación abstracta de la continuidad, da como resuelto pero que sigue abierto y se expresa en la tan vigente como incomprendida frase de Trotski: "La crisis de la humanidad es la crisis de su dirección revolucionaria".

La alta cultura porno y rentable



Para el escándalo de algunos y regocijo de otros, una nueva mirada de aires porno es cada día más habitual en los montajes operísticos. ¿Una nueva receta para salvar un género en crisis creativa?

Por: David Barba

AL DESNUDO. "Un ballo in maschera", de Verdi,en versión del coreógrafo austriaco Johann Kresnika.

En ¿Hacemos una porno?, Kevin Smith nos cuenta la historia de Zack y Miri, dos jóvenes que deciden rodar una película casera de sexo explícito como remedio para pagar sus facturas pendientes: el resultado se llama La guarra de las galaxias. En la nueva versión de Tannhäuser que estrenó en marzo el Teatro Real, el británico Ian Judge recreaba con escenas de sexo explícito la bacanal con la que Wagner iniciaba el primer acto de la famosa ópera: el resultado mantiene el título original - Wagner no es George Lucas.

No cabe duda de que el Teatro Real también necesita pagar las facturas. Y el sexo explícito llena. Lo sorprendente es que, en los años que llevamos de siglo XXI, esa mirada pornográfica que parodia Kevin Smith haya dado el salto de la cultura popular hasta la ópera, el último reducto de lo que - a pesar de la muerte de las viejas categorías culturales-algunos selectos aún denominan sin guasa como alta cultura.

Por mirada pornográfica entiéndase esa censura productiva que, según Michel Foucault, se da en el porno cuando empaqueta y comercializa ese último reducto de la privacidad que era el sexo, diciéndonos cómo tiene que ser y cómo hay que poner en escena sexo, cuerpo y placer. Añadamos el hecho de que, en estos años, el porno ha dejado de ser considerado obsceno para convertirse en una más de nuestras industrias culturales. Luego se ha vuelto aceptable pornificar cualquier producto cultural - y la ópera lo es.

Curiosamente, la pornificación le viene que ni pintada a Tannhäuser: la ópera cuenta la historia del caballero así llamado que, mancebo de la mismísima Venus, decide peregrinar a Roma para hacerse perdonar por el Santo Padre, quien, escandalizado, le niega el pan y la sal: "Lo mismo que este báculo de mi mano nunca se adornará con brotes verdes, el ardiente fuego del infierno no dejará que la salvación florezca para ti". En el último acto, se produce el milagro: el báculo del Papa florece. ¡Aparecen los famosos brotes verdes!

Pues bien, para brotes verdes, los de la orgía inicial de Tannhäuser sobre plataformas giratorias - como la que emplea la Sala Bagdad de porno en vivo-,con la mitad del elenco en coyunda colectiva al estilo proam de los gonzos de John Stagliano. Nada nuevo bajo el sol: antes, el porno ya dio el salto del VHS al cine de arte y ensayo gracias a directores como Lars von Trier, Gaspar Noé, Catherine Breillat o Todd Solondz. Pero ese contagio venéreo del vídeo al cine era fácil: la cámara es el panóptico de la mirada pornográfica. El más difícil todavía consistía en aplicar la receta a un viejo mundo wagneriano en crisis.

Así las cosas, en la ópera centroeuropea se ha puesto de moda el sexo y la violencia. No menos sucede en la Ópera de París que dirige Gérard Mortier, quien, en los años 90, también amortizó su paso por Salzburgo con un subidón de espectacularidad y público. Por cierto, que el belga aterr (or) izará en el Teatro Real en el 2010 - la España de los grandes fichajes no sólo atañe al fútbol.
Ya en España, Calixto Bieito se ha encargado de derribar concienzudamente los viejos códigos morales de la ópera, ante lo que algunos bienpensantes no sólo hablan de deterioro artístico, sino de deterioro moral. En el 2007, su Woyzzeck provocó un gran escándalo en el Real al mostrar un cóctel de higadillos y desnudos, en una recreación goresex de la ópera de Alan Berg, donde el personaje del doctor sacaba a escena cadáveres desnudos a los que trepanaba y extraía vísceras sanguinolentas. El cóctel se acompañaba de escenas eróticas y desnudos colectivos frente a los que el indigestado público montó una bronca de cuidado.

En enero del mismo año, Giorgio Albertazzi se dedicó a anunciar a bombo y platillo que el estreno romano de su versión de Salomé,de Richard Strauss, sería un despelote - "hasta las bailarinas estarán desnudas"-,adobado con momentos gore como "la cabeza del Bautista rodando hacia la platea". Además, una de las protagonistas iba a aparecer con el pubis afeitado: "Está depilándose poco a poco, un trocito cada día", declaró el astuto Albertazzi, arrastrando a los medios a una polémica de grandes réditos publicitarios que, al final, se quedó en poca chicha y mucho silbido contra el director.

En el 2006, Martin Kušej comenzó a pasearse por Europa con una truculenta versión de Lady Macbeth de Mzensk,la única ópera de Shostakovich - juzgada pornográfica por Stalin, fue proscrita en 1934. El autor incluyó una escena de violación, una cópula con orgasmo - sabiamente explicitado por la sección de viento-y una protagonista llena de furor uterino que asesina a tres sujetos antes de acabar lanzándose al Volga. Esta vez, pese al contenido escabroso, la crítica quedó encantada con la puesta en escena de Kušej.

No ocurrió lo mismo con el Sansón y Dalila que Tilman Knabe estrenó en Colonia el pasado mayo; ante la apabullante muestra de casquería y violaciones que muestra su versión de la ópera de Saint-Saëns, 28 de los 64 componentes del elenco, incluida la mezzosoprano, tomaron la baja médica. En el 2008, también fue criticado acerbamente Un ballo in maschera,de Verdi, en versión del coreógrafo austriaco Johann Kresnik, célebre por sus óperas al desnudo. Esta vez, Kresnik seleccionó a 35 figurantes de más de 50 años, los desnudó y los presentó ante el público ataviados con máscaras del ratón Mickey, sobre un decorado de las Torres Gemelas en ruinas.

Ante esta sucesión de escenas pop, publicitarismo y ganas de épater,la vieja guardia de la ópera se lleva las manos a la cabeza; más les valdría agradecer a los nuevos creadores su capacidad para reinventar un espectáculo elitista y adicto a una ortodoxia escénica a menudo ridícula y rimbombante. En cuanto a la moral, todo el arte actual está empeñado en deshacer los intrincados nudos y contracturas que la tradicional dialéctica entre moral pública y moral privada ha dejado en el cuerpo social. Claro que la mayoría de esos nuevos creadores operísticos únicamente ha conseguido subvertir el orden de los factores sin alterar el producto: citando de nuevo a Foucault, en la época victoriana el sexo se reprimía por ocultación; en la época del hiperconsumo, el sexo se reprime por sobreexposición a mensajes mediáticos relacionados con un determinado tipo de cuerpo, sexo y placer que se inspira en el canon dictado por la publicidad, los medios, las pasarelas de moda y las corporaciones dermoestéticas.

En consecuencia, el problema de la pornificación de la ópera no es un quítame allá un desnudo, un coito o un cadáver. Lo que ocurre es que tíos y tías buenas paseándose desnudos por el escenario, coyundas à la Nacho Vidal y tenores y sopranos obligadas a adelgazar por contrato confirman que la ópera ha dejado de ser esa pequeña aldea gala que resiste ahora y siempre al consumismo invasor y que se acabó el tiempo del desprecio hacia la homogeneizadora pax global del arte pop. Hoy, cuando la era del hiperconsumo ha convertido toda expresión pública de sexo, cuerpo y placer en elementos empaquetables y comercializables, resulta que Zack y Miri ya no son la única pareja de idiotas que vive el sueño de que el porno les va a pagar las facturas.

Decálogo pop de la nueva cultura operística
1. La ópera es un excelente sustituto del Diazepam. Ya era hora de que alguien se decidiera a despertar al público.

2. El mundo de las viejas jerarquías culturales ha muerto. Viva la cultura mosaico. Ya no hay highbrow, midcult y masscult (cif. Dwight Macdonald).

3. Toda la cultura es pop. Si no es pop, no es cultura.

4. El porno es pop. La ópera es pop. La violencia es pop. Mezclemos.

5. La mirada pornográfica ya no es obscena: el público de la ópera, autoproclamado último reducto cultural del aristotelismo, la ha digerido sin excesivas flatulencias.

6. Cada vez es más difícil ofender al espectador de ópera: se ha vuelto pop. Si queremos que no huya al cine, deberemos seguir explorando el concepto de obscenidad.

7. La fealdad es una firme candidata a la obscenidad. Al menos, así piensa Silvio Berlusconi: "En televisión hay que enseñar gente guapa o gente fea; los grises, ni sacarlos", recomendaba Il Cavaliere a Valerio Lazarov en los albores de Telecinco. "La gente guapa llama la atención; la fea, también. Pero la gente normal no tiene ningún interés para la audiencia, que, simplemente, cambiará de canal".

8. Por gente normal,entendamos cualquier forma de pluralidad. La pluralidad es obscena: incluye todo aquello que no es digno de salir en la televisión. Mucho menos en la ópera. Si este fuera de foco representa el anticanon, ¿cuál es el canon? La velina.La mamachicho.La top model. El pornostar. El culturista. El chulopiscinas con bronceado yachtman.El empresario gigoló a la Berlusconi.

9. Las sopranos son obscenas: están gordas. Deborah Voigt fue obligada a adelgazar para interpretar Ariadna en Naxos en el Covent Garden de Londres; el tenor Aquiles Machado perdió su papel protagonista en Rigoletto cuando el director Graham Vick juzgó que era demasiado bajo y gordo para interpretar al duque de Mantua. A partir de ahora, el elenco será escogido según criterios estéticos, con lo cual generaremos un impagable debate colateral sobre discriminación en el bel canto que nos dará un plus en publicidad.

10. Indudablemente, Wagner estaría de acuerdo con todo esto.

CINE › LA ERA DE LA ESTUPIDEZ, CON PETE POSTLETHWAITE


Documental de “agitprop” ambientalista

Por Diego Brodersen

No alcanza con tener buenas intenciones para hacer buenas películas, ni siquiera cuando en su origen se encuentre una denuncia de alcances tan urgentes como universales. Esta verdad de Perogrullo se aplica a la perfección a La era de la estupidez, largometraje documental –con una pizca de ficción– dirigido por la británica Franny Armstrong y diseñado para concientizar al espectador respecto del abuso de los recursos naturales de nuestro planeta, el calentamiento global y la necesaria rectificación de un camino que nos llevará, más tarde o más temprano, a un desastre de consecuencias irreversibles. No se trata aquí de poner en discusión los postulados del film ni de relativizar la importancia de su temática. Ni siquiera de discutir su calidad de agitprop ambientalista (dicho esto sin ninguna connotación negativa). Pero es que si el film es fundamentalmente un medio para hacer llegar cierto mensaje, los resultados son tan poco efectivos que atentan contra su correcta reproducción y dispersión.

Corre el año 2055. Luego de una secuencia de anticipación que se sentiría más a gusto en una película catástrofe, el espectador se ve enfrentado a una suerte de bunker en el Artico cuya función primordial es proteger las creaciones artísticas y científicas de la Humanidad. Nunca sabremos si se trata del único sobreviviente de la raza humana, pero allí habita el actor Pete Postlethwaite, quien interpreta al guardián de este gran archivo universal. Su misión es grabar un mensaje destinado “a quien pueda hallarlo”. Es decir, nosotros en el año 2009. Como en un programa televisivo cuyo Informe de la Semana estuviera dedicado a nuestro futuro como especie, una serie de “notas” serán presentadas por este improvisado “conductor”, entrelazadas por sus correspondientes “copetes de presentación”.

Si alguna de estas notas no es del todo potente o incluso relevante, poco importa: allí estarán la música y un montaje rítmico para imprimirle emoción y velocidad. Sumarle a ello un diseño escenográfico que incluye un gadget moderno, una pantalla holográfica que permite pasar de un segmento a otro de manera rápida, eficiente y cool, e incluso adelantar las “partes aburridas”. Un concepto poco cinematográfico –y no demasiado elegante, por cierto– que incluso corre el riesgo de llegar a banalizar todo el operativo.

A lo largo de noventa minutos el film presenta a un empresario de la India que planea poner en marcha la primera línea aérea de bajo costo de su país; a un ingeniero especializado en energía eólica en lucha contra los dueños de tierras en Inglaterra, empeñados en no arruinar el paisaje con feos molinos; a un empleado de la Shell –gran ironía– que intenta rehacer su vida luego de perder todas sus pertenencias durante el desastre del huracán Katrina. El problema es que éstas y otras tantas historias de la realidad, elegidas como ejemplos-disparadores para reflexionar sobre la necesidad de un cambio personal y global en nuestra manera de pensar y actuar, no resultan lo suficientemente poderosas o iluminadoras, y el film nunca logra unificar estos diversos bloques en una narración cohesionada.

A diferencia de La verdad incómoda, el film con Al Gore que resignaba sofisticación a cambio de una potencia generada a partir de un ingenioso entramado del relato, La era de la estupidez no aporta nada significativo a un debate que seguramente irá ganando presencia en los medios en los años venideros, a medida que los cambios climáticos sean cada vez más evidentes y menos discutibles.

LA ERA DE LA ESTUPIDEZ

(The Age of Stupid, Reino Unido, 2009)

Dirección y guión: Franny Armstrong.

Fotografía: Lawrence Gardner.

Música: Chris Brierley.

Intérpretes: Pete Postlethwaite.


TV: Viejas fórmulas para salvar el año


TELEVISION UN REPASO POR LOS CONTENIDOS DE LA PANTALLA CHICA

La industria enfrenta una recesión que es económica y también creativa. Noticieros que parecen magazines, ciclos que dejan la responsabilidad de lo que se ve en manos de la gente y apuestas a juegos que se repiten marcan el pulso de una temporada pobre.


Por Emanuel Respighi

Sostener que la pantalla chica es autista respecto de lo que sucede alrededor es tan necio como creer que la opinión pública no está condicionada, en algunos casos hasta determinada, por la parafernalia mediática. Los lazos entre la sociedad y la televisión son cada vez más estrechos y se retroalimentan permanentemente. Un breve repaso por los contenidos de la TV actual sirve para comprender de qué manera la industria enfrenta una recesión que no sólo es económica sino también creativa. La oferta que impera en los canales de aire recuerda los peores momentos del menemato, aunque sin el cheque en blanco del 1 a 1. Ciclos de entretenimientos que se estiran a más no poder, ficciones que reiteran clichés y fórmulas probadas, noticieros que cada vez son más magazines y menos informativos a la vieja usanza conforman un cóctel catódico que no lejos está de ser casual. La pregunta se vuelve inevitable: ¿los contenidos de la TV responden a las preferencias de los televidentes o a la propia lógica uniforme del empresariado local?

La crisis económica y financiera mundial anticipó una temporada austera. En tiempos de crisis e inestabilidad, los canales y las productoras televisivas son los primeros en abrocharse el cinturón. Es parte de la lógica imperante en la pantalla chica. Sin embargo, la frase de que “toda crisis es una oportunidad” alimentaba la esperanza de toparse con contenidos innovadores y diferenciales. Entrando en el último trimestre del año, la proclama de comienzos de año de productores y ejecutivos televisivos se consolidó como mera ilusión. Basta encender la tele a cualquier hora para darse cuenta de que, salvo honrosas excepciones, en tiempos de crisis los canales de aire metieron mano en propuestas pasatistas y clásicas. Prendan y vean.

¡A jugar, cantar y divertirse!

El 2009 marcó el regreso masivo del género más básico de la televisión: el de entretenimientos. Los ciclos de juegos fueron el recurso que más a mano tuvieron aquellos que se encargan de decidir qué programas poner al aire. El caso de Justo a tiempo (lunes a viernes a las 21.15, por Telefe), es el más paradigmático de todos: con juegos sencillos, destrezas imposibles (¿quién puede parar un reloj con segundos y centésimas en un minuto exacto?) y premios de poca monta, el ciclo que conduce Julián Weich llena más de dos horas diarias en el prime time del canal líder. En el espacio en que históricamente la emisora incluía sus dos apuestas de ficción más arriesgadas y costosas, esta temporada se emite un ciclo vacío de contenido pero que sostiene el prime time de Telefe: Justo a tiempo suele promediar el rating más alto del canal, superando diariamente los 16 puntos. Con poco y nada es uno de los cinco programas más vistos del año. Incentivado por esa jugada que sorprendentemente salió muy bien, el canal que dirige Claudio Villarruel no quiso dejar pasar la oportunidad de engrosar su audiencia a bajo costo y también estrenó Flor de palabra (miércoles a las 23), otro ciclo de juegos. Si bien es un formato que Telefe le adquirió a Endemol Internacional, lo cierto es que se trata de un programa en el que los participantes compiten entre sí y contra una computadora para ver quién adivina primero la palabra escondida, a través de una serie de indicios. Un formato conocido por todos, sólo que maquillado, y que, como en Justo a tiempo, debe su mayor atracción a la gracia de su conductora, Florencia Peña. Aunque suele terminar pasada la medianoche, Flor de palabra mide siempre más de dos dígitos. No es poco.

Si años anteriores Telefe ofrecía opciones al entretenimiento y el humor ramplón de ShowMatch en El Trece, esta temporada decidieron que la competencia se librara entre ciclos producidos con la misma materia prima y finalidad, sin otra búsqueda más que el pasatiempo de los televidentes. Incluso, en esa misma línea elegida por el canal líder se puede ubicar al renovado CQC (lunes a las 22.30). El ciclo de Eyeworks Cuatro Cabezas abandonó definitivamente el periodismo político-humorístico que revitalizó al género televisivo a comienzos de los noventa: 2009 marcó la consolidación del viraje al humor del programa que conducen Ernestina Pais, Gonzalo Rodríguez y Juan Di Natale. Aquella mosca insaciable que supo incomodar a la clase política hoy apenas es una mariposa que dulcemente aletea entre la farándula y el mundo del espectáculo. Lo llamativo, o no, es que CQC está teniendo su mejor temporada de la historia en términos de audiencia.

En este escenario en el que el entretenimiento cotiza con buena audiencia, los reality shows –el género pasatista por antonomasia– también coparon la pantalla. Una muestra más de que buena parte de los hacedores de la TV dejaron la responsabilidad del contenido en manos de la gente. Una fórmula facilonga y barata, que no requiere de ideas creativas de quienes producen. Ni mucho menos pretende activar las neuronas de los televidentes.

Los ejemplos sobran. En El Trece, diariamente Andrea Politti anima Canta conmigo, Argentina (lunes a viernes a las 14.45), una suerte de audición musical en el que dos familias compiten entre sí cantando y bailando temas en castellano. Una propuesta con la que Adrián Suar pensó mejorar la primera tarde del canal, sin éxito. Con distinta suerte, hasta el enlatado Canal 9 vio el filón y acaba de estrenar Latin American Idol (miércoles a las 22), el reality musical que produce Sony para toda la región, y que se convirtió en el programa más visto de la señal. Además, ShowMatch (lunes, martes, jueves y viernes a las 22.45, por El Trece) transita el género a través de Bailando y Cantando por un sueño, y con la combinación de ambos que resultó ser El musical de tus sueños, actualmente al aire.

Hay realities que trascienden la música. Uno de los programas de mayor audiencia de la temporada es Talento argentino (jueves a las 22.30, por Telefe), el ciclo que recorre el país mostrando las dotes artísticas de los heterogéneos participantes, ante la mirada de un jurado presto a apretar el botón de eliminación sin concesiones. Otro ejemplo que abona la pobreza de la oferta televisiva es El casting de la tele, que los sábados a las 20 emite El Trece y en el que ciudadanos comunes hacen todo tipo de destrezas con tal de salir en cámara.

Más allá del regreso del género, lo que más llama la atención es la falta de pudor con que este año los programas de entretenimientos reflotan juegos o segmentos ya utilizados, sin temor a que se los acuse de ladris. En Justo a tiempo volvió el juego del “billete de dos pesos” que el mismo conductor utilizó en el último lustro de los noventa en Sorpresa y media, a la vez que el ciclo ahora también incorporó al famoso Chupetómetro de Carlitos Balá, en plan “homenaje” al inolvidable actor de flequillo. De la misma manera, El musical de tus sueños en ShowMatch no es otra cosa que la combinación de Bailando y Cantando por un sueño. Pero eso no es todo: hoy a las 21 debuta en El Trece Hoy es tu día, un ciclo que cumplirá sueños a la gente común. Cualquier coincidencia –en contenido, día y horario de emisión– con Sorpresa y media, no es casual.

Mesa de noticias

La mirada superficial que transmite la TV de 2009 no se limita a los ciclos de entretenimientos. La tendencia se extiende a casi toda la programación. Hasta los noticieros, el género más “comprometido” de la TV, modificaron la manera de abordar la realidad y la forma en que sus conductores se presentan ante los televidentes. En esta temporada, los noticieros se permitieron romper con la rigidez de antaño y con todo apego a la estructura informativa. Un cambio de contenidos, pero también de formas.

De un tiempo a esta parte, los noticieros fueron modificando su agenda de contenidos, otorgándoles más espacio a algunos temas en detrimento de otros. En la actualidad, por ejemplo, las condiciones climáticas y el tránsito, cuestiones antes reservadas a espacios mínimos y marginales, se convirtieron en asuntos de suma importancia, que ocupan buena parte de los informativos. Sin descuidar temáticas siempre de interés general como la seguridad, la política y el deporte, hoy en día todos los noticieros incorporaron segmentos más light en términos informativos, como la reproducción de todo tipo de videos absurdos de Internet (Telefe noticias, América noticias, Telenoche), cruces mediáticos de la farándula (especialmente América noticias) y hasta las últimas novedades tecnológicas (en Telefe noticias, incluso, los conductores prueban al aire las novedades y se divierten jugando a los nuevos juegos de la Wii, por ejemplo).

En ese plan de “ablandamiento”, la forma de presentar las noticias también se vio trastrocada. Si históricamente el presentador de noticias se ceñía a transmitir una imagen pública de “seriedad”, hoy es moneda corriente que las duplas de conductores bromeen (entre sí o con la gente detrás de cámaras), se piropeen o se rían a carcajadas. Germán Paolosky en Diario de medianoche o Sergio Lapegüe en la medianoche de TN son, cada uno con su estilo, los abanderados de la nueva moda. El lenguaje utilizado ya no es el engolado y el neutro de antaño, sino que se le dio paso unánime a uno más coloquial y distendido, en el afán de hacer más amenas las noticias que se transmiten. Así, mientras se suceden los informes sobre robos, asesinatos y el interesado debate por la ley de medios, el estudio funciona como un bálsamo que le sirve al televidente para digerir la malaria oportunamente editada. Para pálidas bastan los informes.

El día de la marmota

Si bien este año hubo algunas excepciones en programas como Los exitosos Pell$, Mitos, crónicas del amor descartable y Tratame bien, la ficción tampoco brindó contenido diferencial. Más ligada al entretenimiento que a la posibilidad de profundizar problemáticas sociales, la escasa ficción 2009 no dudó en ir a la fórmula probada. La utilización de remanidos recursos en Valientes es el ejemplo más claro de un año en el que pocos decidieron arriesgar. Se trata de un rubro que años anteriores tuvo propuestas más ligadas a la realidad y que funcionaron muy bien en términos de audiencia (Montecristo, Vidas robadas). Valientes, sin embargo, es el fenómeno del año: diariamente promedia cerca de los 30 puntos de rating.

Programas como Niní, Casi ángeles, Enseñame a vivir o Herencia de amor repiten clichés, propios de su género, sin esfuerzo alguno por disimular la falta de creatividad en las tramas y el desarrollo de los personajes y las historias. En contraposición, las ficciones más jugadas provinieron de latas del exterior: Ciudad de los hombres y Bruno Sierra (ambas de Canal 7), Sin tetas no hay paraíso (en todas las versiones que emitió el 9) y Xica Da Silva aportaron algo más que la búsqueda de rating. Un año televisivo en el que la crisis económica y la creativa se confabularon como hacía tiempo no ocurría en la pantalla chica. La TV argentina modelo 2009 no pudo, no supo, no quiso, ofrecer algo más que contenidos sencillos, baratos y tradicionales.

PAUL NEWMAN: El proyecto filantrópico de Paul Newman seguirá vivo



El actor había repartido 175 millones en los últimos años

El 1 de junio de 2007, la Escuela Universitaria Kenyon, de Ohio EE UU, recibió un cheque de siete millones de euros para conceder becas a alumnos con escasos recursos económicos. Lo firmaba Paul Newman, entonces ya en el ocaso de su vida, enfermo de cáncer de pulmón, pero extraordinariamente activo en el campo al que consagró sus últimos años: la filantropía.

Con las salsas 'newman's own' financió proyectos solidarios

Tras la muerte del actor queda para la historia del cine una serie de títulos míticos. Pero no todo lo que concierne a Newman quedará en los libros de historia. Sus numerosas empresas caritativas ya han anunciado que seguirán funcionando como el mismo día en que el actor las fundó.

Una de las organizaciones que más ha dado que hablar estos días en los medios norteamericanos es Newman's Own, la marca de populares productos culinarios orgánicos -salsas, limonadas y vinos- comercializados por el propio actor, con su imagen plasmada en los envases. Desde su creación en 1982, todos los beneficios recaudados, más de 175 millones, se han destinado a obras caritativas.

La dirección de la empresa ha colgado un comunicado esta semana en su página web en el que se dice que "se echará de menos a Paul", y que "se seguirá honrando su clarividencia sobre el bien común a través del laborioso servicio de esta compañía, que seguirá perpetuando su legado filantrópico". "Paul no hubiera dejado que fuese de otro modo", añade. Su vicepresidente, Robert Forrester, ha explicado que todo en la empresa seguirá como hasta ahora: "Paul dijo que cuando no estuviera aquí, nuestra fundación debería seguir entregando dinero de la misma forma". A sus amigos, el mismo Forrester y David Horovitz, les confesó también, en un reciente viaje a Carolina del Norte, que quería que su nombre quedara asociado para siempre con los 11 campamentos de Hole in the Wall, una ONG que él mismo ayudó a crear, a los que se lleva de vacaciones a niños con enfermedades críticas, como sida o leucemia.

Newman dedicó también una parte de los 20 millones recaudados el año pasado a través de Newman's Own al proyecto Safe Water Network, cuyo objetivo es instalar depuradoras en la India y África para que localidades castigadas por la pobreza puedan beber agua limpia.

La gente que trabajó con Newman en sus últimos años en sus oficinas de Westport, en el Estado de Connecticut, recuerda que sobre su mesa colgaba un cuadro en el que se leía: "Si tuviera un plan, estaría jodido". Al actor le gustaba el caos, su creatividad entraba en erupción en medio de la confusión. Aun así, a pesar de ello, dejó en perfecto estado de funcionamiento una red caritativa que seguirá ayudando a los más desfavorecidos.

PAUL NEWMAN: El hombre que amaban las mujeres


Paul Newman encarnó a menudo a personajes tiernos y desvalidos, a los que concedía una cualidad especial. Progresista, inteligente y simpático, nunca dio demasiada importancia a su éxito ni a su vida de actor.

Cómo puedo estar fuera de peligro si no estoy muerta?". Esta frase que la protagonista de Rachel, Rachel dice al cirujano que la acaba de operar, bien podría resumir el mundo inteligente y sensible que representó Paul Newman en el cine. También su sentido del humor, pues la ironía era para él la mejor defensa frente al sinsentido de la vida. Paul Newman encarnó a menudo a personajes tiernos y desvalidos, con una relación problemática con el otro y el mundo. Su Rocky Graciano, en Marcado por el odio de Robert Wise, o su Billy El Niño, en El zurdo de Arthur Penn, son personajes así. Fueron muy frecuentes en el cine americano de entonces, pero Paul Newman solía concederles una cualidad especial. Es verdad que su Billy el Niño, por ejemplo, se complace leyendo las novelas populares que hablan de sus hazañas, y que elude plantearse quién es de verdad y lo que quiere, pero no lo es menos que hay en él un lado ingenuo que la interpretación de Paul Newman expresa de forma admirable: como si lo único que quisiera es jugar con las cosas. Nadie encarna mejor este espíritu, entre atormentado, burlón e irónico, que Eddie Felson, el protagonista de El buscavidas, de Robert Rossen. Es uno de esos personajes problemáticos y amorales, incapaces de conocerse a sí mismos, de los que, inexplicablemente, nos ponemos de su parte. Porque es cierto que juega para engañar, y sacar el dinero a sus incautos rivales, pero también porque le gusta hacerlo, porque siente que tiene algo que los demás no tienen, y el billar es su forma de hacerlo presente en el mundo. Se comporta en suma como un artista: alguien que ni en las situaciones más adversas llega a ser pobre de verdad, y cuyo único grito es pedir al mundo que le deje hacer las cosas lo mejor que sabe. Ésa fue la rara cualidad que Paul Newman supo infundir a sus personajes: su orgullo de artistas.

    Paul Newman

Paul Newman perteneció a la misma generación que Marlon Brando y James Dean, y, como ellos, fue al Actors Studio, bajo la dirección de Leo Strasberg, para encarnar en la pantalla a personajes complejos y atractivos que se enfrentaban a la dificultad de vivir y a la tentación de la autocompasión: "Ese deporte de interior que tanto suele gustar a la gente". Pocos hombres han sido más amados por las mujeres que ellos. Representan tres formas diferentes del imaginario amoroso femenino. James Dean, el amor adolescente, el amor a esos novios que aún conservan el egoísmo y la locura de la infancia, y que suelen ser los que más las hacen sufrir; Marlon Brando, el amor al extraño, el amor a uno de esos hermosos desconocidos que nunca llegan para quedarse y en cuyas manos ellas se ponen sin preguntar. Y Paul Newman el amor al amigo, el amor a esos muchachos que crecen a su lado y que, a pesar de su inconstancia y su aire burlón, no dudarán en acudir en su ayuda cuando los necesiten: el amor que sabe pedir a la vida las cosas que te puede dar.

Paul Newman no se conformó con su trabajo de actor y dirigió tres buenas películas: Rachel, Rachel, El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas y El zoo de cristal, la más hermosa de todas. Una maestra soltera, frustrada y algo neurótica, una madre de familia divorciada, que quiere para ella el mundo entero, y otra que vive a la espera de un mítico visitante que se case con su hija, son los personajes que interpreta Joanne Woodward, su compañera durante más de cincuenta años. El zoo de cristal, su última película como director, está basada en una de las obras más hermosas y difíciles del teatro contemporáneo. La adaptación de Newman fue ejemplar. El mundo frágil, tejido de ensueños de Tennessee Williams, le lleva a crear una obra de extraño lirismo que habla de lo frágil que puede ser lo que amamos y de esas luces que necesitamos encender a la irrealidad para seguir viviendo.

Paul Newman nunca dio demasiada importancia a su éxito ni a su vida de actor. Hizo 52 películas y a los 82 años anunció que se retiraba del cine. Progresista, inteligente y simpático, amaba los deportes, los coches y la velocidad. Su compromiso con los más desfavorecidos, su amor a los niños y la dignidad con que afrontó su enfermedad hablan de un hombre que, aun en medio de las dificultades, siempre supo sonreír a la vida. A causa de ello, y de su belleza, tan cercana como irrepetible, fue amado por todas las mujeres del mundo. La noticia de su muerte debe llenarnos de pena. -

PAUL NEWMAN A UN AÑO DE SU MUERTE





















Paul Leonard Newman

Nacimiento 26 de enero de 1925 muerte 26 de septiembre de 2008 (83 años) Westport, Connecticut, Estados Unidos casado con Jackie Witte (1949–1958) y con Joanne Woodward (n.1958) Premios ganados Premios Óscar 1985 Óscar Honorífico 1994 Premio Humanitario Jean Hersholt Mejor actor 1986 El color del dinero Globos de Oro 1984 Premio Cecil B. DeMille Nueva estrella del año - Actor 1957 El cáliz de plata Mejor director 1969 Rachel, Rachel Mejor actor de reparto de serie, miniserie o telefilme 2006 Empire falls Premios Emmy Mejor actor de reparto - Miniserie o telefilme 2005 Empire falls Paul Newman (Shaker Heights, Ohio, 26 de enero de 1925 - † Westport, Connecticut, 26 de septiembre de 2008)fue un actor, director y productor estadounidense, ganador de dos premios Óscar de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood y un premio Globo de Oro de la Hollywood Foreign Press Association (Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood).

Hijo de padre de origen judeo-alemán y madre católica con raíces húngaras, cursa sus estudios elementales en "Malvien Grammar School" y en "Shaker Heights School". En 1942 ingresa en el Kenyon College universitario y al año siguiente se alista en la Armada de los Estados Unidos. Cumplió el servicio militar entre 1943 y 1945, en las bases de Okinawa y Guam. Tras servir en la Armada de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, volvió a Kenyon, donde se graduó en Ciencias Económicas y formó parte del equipo de fútbol americano.

Tras varios papeles de extra, figurante esporádico y secundario con poco papel en varias series de la televisión norteamericana (Suspense en 1949, The Web en 1952), prueba suerte en el cine. Su primera película fue The Silver Chalice (El cáliz de plata 1954), de Víctor Saville, cinta bíblica de lujosa producción y regulares resultados a nivel de crítica y público en su estreno, donde compartía cartel con Pier Angeli y Virginia Mayo. Fue descrita por el propio Newman como «la peor película de la década».

Su primer éxito le llegó dos años después con un film de enorme repercusión a nivel internacional: Marcado por el odio (1956), de Robert Wise, en el que encarnó al boxeador Rocky Graziano en un papel al que también optaba Steve McQueen, y brillaba con una interpretación bastante notable al lado de dos jovencísimos Pier Angeli y Sal Mineo. Ese mismo año logra destacar en un film de ambiente judicial basado en una obra teatral que se apunta al éxito de Traidor en el infierno, de Billy Wilder: se trata de la notable Traidor a su patria, de Arnold Laven, donde Newman trabaja con Walter Pidgeon y Wendell Corey en una trama de traiciones en el ámbito del espionaje militar. En 1957 repite con el director Robert Wise en un melodrama criminal donde comparte cartel con dos bellísimas Joan Fontaine y Jean Simmons: se trata de Mujeres culpables, en su momento no estrenada en cines en Europa pese a su indudable atractivo. Ese mismo año estrena la biografía musical de la cantante Helen Morgan (quien luchó por salir del alcoholismo estando en la cumbre de su carrera) titulada Para ella un solo hombre, (de Michael Curtiz), al lado de la recordada actriz Ann Blyth.

Tras esta cinta, Newman rueda cuatro films importantes que se estrenan en 1958: La gata sobre el tejado de zinc, de Richard Brooks, adaptación de la espléndida obra teatral de Tennessee Williams que marcó toda una época y que pone al actor en el "mapa" de la industria cinematográfica estadounidense por su impecable encarnación del atormentado hijo de un rico empresario enfermo, por su perfecta química en pantalla con una turbadora Elizabeth Taylor, y por no dejarse robar ningún plano frente a característicos del talento de Burl Ives o Jack Carson; El zurdo, (de Arthur Penn), revisión desmitificadora del legendario Billy the Kid que sólo triunfó en Europa, pero que es considerada película de culto, donde el actor realiza una composición bastante acertada; El largo y cálido verano, drama sureño basado en El Villorio, de William Faulkner, y de generoso presupuesto, donde Newman trabaja por primera vez con Martin Ritt -uno de sus directores favoritos y cómplice de buena parte de su carrera profesional- y con la bella Joanne Woodward, que acababa de ganar el Óscar a la mejor actriz dramática por una memorable interpretación de mujer con desdoblamiento de personalidad en el clásico Las tres caras de Eva (1957, de Nunnally Johnson), de la que se enamora, además de compartir secuencias con sólidos compañeros como Orson Welles, Tony Franciosa, Angela Lansbury y Lee Remick, y por último Un marido rico, (de Leo McCarey, comedia fresca y agradable pero no muy redonda, no especialmente recordada hoy, a no ser por la presencia de una exuberante Joan Collins).























En 1959 estrena un melodrama convencional y poco visto, pero digno de atención (La ciudad no es para mí, de Vincent Sherman), y al año siguiente vuelve a trabajar con Joanne Woodward en un melodrama de mayor relieve pero mediano éxito (Desde la terraza, de Mark Robson, en el que ambos coinciden con Myrna Loy y Peter Lawford). No obstante, vuelve a dar en la diana cuando entra en el reparto de una de las superproducciones más costosas y famosas de la historia: la adaptación del best seller de Leon Uris Éxodo (1960), que produce y dirige el célebre cineasta Otto Preminger. Aunque tachada de sionista por algunos, la cinta logra recrear en parte la realidad de la creación del Estado de Israel tras la 2ª Guerra Mundial, y cuenta con inolvidable reparto: Eva Marie Saint, Ralph Richardson y Sal Mineo, entre otros.

1961 parece dar un revés a la joven estrella, al estrenar dos cintas que pasan sin pena ni gloria: por un lado, la célebre pero en su momento algo incomprendida El buscavidas, de Robert Rossen, una de las mejores muestras del llamado "cine de perdedores" en la que tanto Newman como Piper Laurie, George C. Scott y Jackie Gleason logran magistrales actuaciones; por el otro, su segundo film con Martin Ritt, donde encarna a un joven músico de jazz que viaja a París con un compañero (Sidney Poitier) y ve actuar al mismísimo Louis Armstrong: Un día volveré, film de poca solidez narrativa y dramática pero que conserva cierto encanto. Pero, desde 1962 en adelante, Newman va encadenando un éxito tras otro, en títulos destacados como Dulce pájaro de juventud (nueva adaptación de Tennessee Williams que supone para Newman reencontrarse con el gran director y guionista Richard Brooks y que, pese a las imposiciones de la censura norteamericana para con el texto original, le permite ofrecer una de sus mejores interpretaciones, sin desmerecer a sus compañeros de reparto -entre los que sobresalen Shirley Knight, Geraldine Page y Ed Begley-); Cuando se tienen veinte años (de nuevo a las órdenes de Ritt, en una de sus colaboraciones más famosas, donde el actor comparte protagonismo con Richard Beymer); Hud (1963, otra vez bajo las órdenes de Martin Ritt y acompañado de los consagrados Patricia Neal y Melvyn Douglas en un drama psicológico enclavado en un ambiente rural y enmarcado en el mundo de los perdedores que tiene alcance); Samantha (comedia ligera dirigida por Melville Shavelson donde vuelve a coincidir con su ya esposa Joanne Woodward, y con una estupenda Thelma Ritter en esta especie de versión del clásico de Vincente Minnelli Mi desconfiada esposa (1958); El premio (cine de intriga claramente influido por el estilo de Alfred Hitchcock y basado a su vez en un best-seller de la época, realizado por Mark Robson y coprotagonizado por una deliciosa Elke Sommer), y Cuatro confesiones (de nuevo con Martin Ritt y con un completo reparto encabezado por Edward G. Robinson, Laurence Harvey y Claire Bloom, versión del clásico de Akira Kurosawa Rashomon con resultados globales netamente inferiores).

















Su consagración definitiva como estrella de Hollywood se da en 1966 con su participación en una superproducción de cine negro que hace historia: Harper, detective privado, de Jack Smight, supone una renovación formal y estilística de un género ya en decadencia pero que este film actualiza y reinventa -e inicia un subgénero que recoge Frank Sinatra en su trilogía sobre el detective Tony Rome en Hampa dorada, El detective y La mujer de cemento-; es uno de los films más taquilleros del año en medio mundo, y la crítica internacional arropa un film brillante que contaba también con Lauren Bacall, Shelley Winters, Janet Leigh, Arthur Hill, Robert Wagner, Julie Harris... Ese mismo año, Newman rueda su único film con Alfred Hitchcock: Cortina rasgada, al lado de Julie Andrews, que supone un fracaso comercial bastante inmerecido y que cuenta una interesante trama al hilo de la Guerra Fría. De aquí en adelante, la carrera del actor se consolida con películas de renombre y otras menos logradas pero de buena acogida: Un hombre de Martin Ritt (western psicológico donde Newman tiene un inolvidable duelo interpretativo con Fredric March y Richard Boone); La leyenda del indomable, de Stuart Rosenberg (primer título del actor con este director, que será uno de sus talismanes en los 70, y todo un clásico del género carcelario de todos los tiempos, donde el actor queda inmortalizado para la historia del cine junto a George Kennedy, Jo Van Fleet o Strother Martin); Rachel, Rachel (que supone su debut en la dirección, y una de las mejores radiografías de la condición femenina en la Norteamérica profunda, y otorga a Joanne Woodward una de sus mejores creaciones); Dos hombres y un destino, de George Roy Hill (primera reunión de Newman con este director y con Robert Redford para uno de los films clave de los 60 que revisitaba e innovaba en el western crepuscular y lograba uno de los mayores taquillazos de la década, suponía el descubrimiento de la malograda Katharine Ross y arrasaba en la entrega de los Óscar); 300 millas, de James Goldstone (reuniéndose de nuevo con su esposa en un film de carreras de coches que se apuntaba a la moda iniciada desde Aquellos chalados en sus locos cacharros en 1963 o La carrera del siglo en 1964); Comando secreto, de Jack Smight (mediocre thriller británico donde Newman sale airoso junto a Andrew Duggan y Sylva Koscino frente a un guión bastante flojo); Un hombre de hoy, de Stuart Rosenberg (su peor película pese a trabajar con su esposa y la inevitable química entre ambos); Casta invencible (su segundo film como realizador, logrado drama familiar con los rostros de Henry Fonda, Lee Remick y el hoy olvidado Michael Sarrazin); El juez de la horca, de John Huston (en su primer encuentro con este enorme director, en un remake de la legendaria y magistral El forastero, de William Wyler, de 1940, en compañía de una madura pero todavía sensual Ava Gardner); Los indeseables, de Stuart Rosenberg (western otoñal infravalorado por la crítica, donde Newman trabajaba con Wayne Robson y Lee Marvin en un film luego imitado hasta la saciedad); El golpe, de George Roy Hill (que supone la segunda película de Newman-Redford y todo un fenómeno social en el momento de su estreno, basado en una obra teatral de prestigio), y El hombre de Mackintosh, de John Huston (thriller casi británico no maravilloso pero redimido por la actuación de Newman, de James Mason y de la fascinante Dominique Sanda). Punto y aparte merece su tercera película detrás de las cámaras: El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas, de nuevo con Joanne Woodward como protagonista absoluta, supone el reconocimiento de crítica y público a nivel internacional y su entrada en la historia del séptimo arte en labores de autoría.

























La madurez interpretativa del actor llega con su aparición en la superproducción que, junto a la anterior Aeropuerto de 1970, inicia el subgénero de cine catástrofe: El coloso en llamas (1974), de Irwin Allen y John Guillermin, al lado de otras estrellas como Steve McQueen, Faye Dunaway o Richard Chamberlain. Su siguiente proyecto es una secuela de Harper que tiene buen tono narrativo: Con el agua al cuello, de Stuart Rosenberg. Sin embargo, con este film se inicia una especie de declive en la carrera del intérprete, y la calidad de sus films posteriores empieza a ser más irregular: Buffallo Bill y los indios (1976), bajo las órdenes de Robert Altman, divide a crítica y público pese a conseguir el Oso de Oro en el Festival de Berlín y a la innegable calidad de algunas escenas y a su gran reparto (Joel Grey, Geraldine Chaplin, Harvey Keitel,...); El castañazo (1977), de George Roy Hill, sólo consigue atrapar al público medio con una historia sobre el hockey donde Newman depura su método interpretativo para los papeles ligeros y brilla al lado de Melinda Dillon y Michael Ontkean; El día del fin del mundo (1980), de James Goldstone, intenta resucitar un cine de drama-catástrofe que, como mayor reclamo, empieza a caer en el olvido, con William Holden, Jacqueline Bisset y Burgess Meredith; Distrito apache: el Bronx, de Daniel Petrie, es un mero vehículo de lucimiento para el actor, de convencional trazado pero con un par de escenas memorables y excelente interpretación de Edward Asner; el telefilm La caja oscura, que continúa su línea de cine comprometido en la dirección, esta vez tratando la historia de las personas que sufren enfermedades mentales, y Ausencia de malicia (1981), de Sydney Pollack, drama político donde Newman borda en un cambio de registro un papel de (presunto) cínico-liberal-corrupto emparejado a la siempre destacada Sally Field.

En 1982 el cotizado actor resurge para ofrecer una de las mejores interpretaciones de toda su carrera, nominación al Óscar incluida, en la fenomenal Veredicto final, de Sidney Lumet. Basada en un guión de David Mamet y con estructura teatral, Lumet construyó una pieza de enorme solidez, contundente y patética que deslumbra por su sencillez narrativa, los grandes trabajos de los inmensos Charlotte Rampling, Jack Warden, James Mason y Milo O´Shea y su confeso coqueteo con el eterno cine de perdedores, tan querido por el cine norteamericano clásico. La historia de un abogado fracasado que se encuentra con un caso fácil en apariencia pero con trasfondo de poder -sin comparar con cómo se hubiese rodado en plan telefilm de sobremesa-, logra conmover de principio a fin. Tras este alabado papel, Newman reactiva su carrera y logra la respetabilidad definitiva con Harry e hijo (parcial autobiografía en sus relaciones con su hijo mayor, con el que salda cuentas a través de la realización del film) y, sobre todo, con la revisitación de El buscavidas que Martin Scorsese le brinda en 1986: El color del dinero le hace ganar un merecidísimo Óscar al mejor actor, a la par que su último gran trabajo en pantalla. En 1987 rueda su último film hasta la fecha como director: una adaptación de El zoo de cristal de Tennessee Williams que recibió buenas críticas y que, ciertamente, se ve con interés por resultados y reparto (Joanne Woodward, Karen Allen y John Malkovich).

Desde entonces, el actor ha seguido rodando films, la mayoría en colaboraciones de lujo o papeles principales, entre los que destacan títulos como Creadores de sombra, de Roland Joffé, en 1990; la preciosista pero poco valorada Esperando a Mr. Bridge, de James Ivory; la costumbrista Ni un pelo de tonto, de Robert Benton; el excelente thriller con aroma de clásico Al caer el sol, del mismo director (con un magnífico Newman secundado por Susan Sarandon y Gene Hackman), y la magnífica y nada despreciable Camino a la perdición (2002) de Sam Mendes, junto a Tom Hanks y Jude Law.

Por su aspecto bien parecido y sus hermosos ojos azules, Newman pudo haber sido un importante actor de cine romántico, pero buscó algo más que eso. Newman fue uno de los pocos actores que tuvieron una buena transición entre el cine convencional y moralista de los 50, y el cine más libre y comprometido de finales de los 60 y 70.

Una de sus últimas apariciones corresponde al film de animación de la productora Pixar Cars, en la cual aporta voz a Doc Hudson, uno de los personajes. El 25 de mayo de 2007, a sus 82 años, anunció su retirada definitiva del mundo del cine.
Paul Newman en 2007.

A principios de 2008 se le detectó un cáncer de pulmón y, según los médicos, le quedarían semanas de vida.

























Paul Newman ha sido nueve veces nominado al Óscar de la Academia como actor: La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958), El buscavidas (1961), Cuando se tienen veinte años (1962), Hud, el más salvaje entre mil (1963), La leyenda del indomable (1967), Veredicto final (1982), El color del dinero (1986), Ni un pelo de tonto (1994) y Camino de perdición (2002) (candidato al Óscar al mejor actor de reparto). Su Óscar conseguido por el film de 1986 llegó un año después de que recibiese el Óscar honorífico por sus "múltiples y memorables interpretaciones en pantalla", y el actor reconociese perder la esperanza de obtener uno "de verdad" por una sola interpretación. Además fue candidato en una ocasión como productor por Rachel, Rachel. También se le concedió el premio especial de la Academia, Premio Humanitario Jean Hersholt, en 1994.

También fue nominado en 2003 al Emmy por su interpretación en Our Town, y en 2005 ganó el Premio Emmy al mejor actor de reparto por su papel en la lujosa miniserie Empire Falls. En 2006, ganó el Globo de Oro como mejor actor de reparto por la misma actuación.


Su debut detrás de las cámaras como director se produce con el corto 'On the Harmfulness of Tobacco' (1961), al que siguieron seis largometrajes ya comentados anteriormente: 'Rachel, Rachel' (1968), 'Casta invencible' (1971), 'El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas' (1972), 'La caja oscura' (1980, para TV), 'Harry e hijo' (1984) -en memoria de su hijo Scott, muerto por sobredosis en 1978 a los 28 años-, y la adaptación de 1987 de The Glass Menagerie de Tennessee Williams. En cinco de ellas dirigió a su mujer, Joanne Woodward, con quien se casó en Las Vegas en 1958 y con quien tuvo otros tres hijos: Eleanor, Melissa y Claire.

Newman apostó casi siempre por su mujer, Joanne Woodward, como protagonista, apareciendo él mismo en algunos de sus filmes. También acudió varias veces al Festival de Cannes y escribió el guión de una de ellas.

Aquejado de un cáncer de pulmón desde principios de 2008, se sometió al tratamiento de quimioterapia, que no fue efectivo. Paul Newman tomó la decisión de pasar sus últimos días junto a su familia, hasta su fallecimiento, ocurrido el 26 de septiembre de 2008.

Automovilismo











































Se interesó por el deporte del motor por primera vez, a pesar de ser daltónico, durante el rodaje de la película Winning en 1968.

Su primera competición profesional se produjo en 1972, en Thompson, Connecticut. Participó en las 24 horas de Le Mans de 1979, terminando segundo con un Porsche 935, siendo compañero del alemán Rolf Stommelen.

Se mantuvo siempre ligado al mundo de la competición, participando activamente. Entre los años 1970 y 1990, condujo para el equipo Bob Sharp Racing, sobre todo en carreras de Fórmula Nissan, logrando numerosas victorias y campeonatos.

A los 70 años, se convirtió en el piloto más longevo que formaba parte del equipo ganador en una carrera de alto nivel, en 1995 en las 24 horas de Daytona. En marzo de 2005 declaró: "probablemente participe otro año".

En 1983, Newman fue también cofundador junto a Carl Haas del Newman/Haas Racing, un equipo de CART.

Cocina y alimentación

En 1982, Paul Newman fundó una línea de productos alimenticios, llamada "(Newman's Own)", que se hizo famosa por una marca especial de aliño para ensaladas. Todos los beneficios obtenidos a través de la misma fueron donados a caridad. A fecha de 2006, se estima que la franquicia ha superado los 200 millones de dólares en donaciones. Poseía un restaurante de comida ecológica cerca de su casa de Westport, en Connecticut, llamado Dressing Room.

Actividad social y política

Hombre de gran conciencia política y social, impulsó en memoria de su hijo la Fundación Scott Newman, destinada a auxiliar y proteger a personas víctimas de la droga. Ha pertenecido a la Alianza para la Defensa del Medio Ambiente.

En 1978 representó a su país ante la Organización de las Naciones Unidas en la Conferencia para el Desarme. En 1990 fue nombrado "padre del año" por UNICEF y propuesto como candidato a gobernador de Connecticut por el congresista demócrata Benjamin de Zino.

Además, ha fundado una serie de campamentos de verano para niños y niñas con enfermedades graves, donde utilizan la diversión y la sonrisa como tratamiento para sus dolencias. Gracias a su iniciativa, 15.000 niños disfrutan cada año del ocio y bienestar que ofrecen sus campamentos de verano, Hole in the Wall Camps. Son campamentos gratuitos subvencionados por más de 42.000 entidades y personas de todo el mundo. Desde que comenzó su actividad, han pasado por los campamentos más de 114.000 niños.

En estos campamentos colaboran de manera gratuita más de 7.500 personas cada verano.

Es, también, primo del conocido productor Adrián Suar.

























Filmografía

Como director

* El zoo de tierra 1987
* Harry e hijo 1984
* La caja oscura 1980 (rodado para la televisión)
* El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas 1972
* Casta invencible 1971
* Raquel, Raquel 1968

Como actor

* 2006 - Cars (voz)
* 2002 - Camino a la perdición de Sam Mendes
* 1999 - Donde esté el dinero de Marek Kanievska
* 1999 - Mensaje en una botella de Luis Mandoki
* 1998 - Al caer el sol de Robert Benton
* 1994
o El gran salto de Joel y Ethan Coen
o Ni un pelo de tonto de Robert Benton
* 1990
o Esperando a Mr. Bridge de James Ivory
o Creadores de sombras de Roland Joffé
* 1989 - El escándalo Blaze de Ron Shelton
* 1986 - El color del dinero de Martin Scorsese
* 1984 - Harry e hijo de Paul Newman
* 1982 - Veredicto final de Sidney Lumet
* 1981
o Ausencia de malicia de Sydney Pollack
o Distrito apache: El Bronx de Daniel Petrie
* 1980 - El día del fin del mundo de James Goldstone
* 1979 - Quinteto de Robert Altman
* 1977 - Slap Shot (1977) (El Castañazo en España, Todo vale en Argentina)
* 1976 - Buffalo Bill y los indios de Robert Altman
o La última locura de Mel Brooks
* 1975
o Con el agua al cuello de Stuart Rosenberg
* 1974
o El coloso en llamas de John Guillermin
* 1973
o El golpe de George Roy Hill
o El hombre de MacKintosh de John Huston
* 1972
o El juez de la horca de John Huston
o Los indeseables de Stuart Rosenberg
* 1971
o Casta invencible de Paul Newman
* 1970
o Un hombre de hoy de Stuart Rosenberg
* 1969
o Dos hombres y un destino de George Roy Hill
o 500 millas de James Goldstone
* 1968
o Comando secreto de Jack Smight
* 1967
o La leyenda del indomable de Stuart Rosenberg
o Un hombre de Martin Ritt
* 1966
o Cortina rasgada de Alfred Hitchcock
o Harper, investigador privado de Jack Smight
* 1965
o Lady L de Peter Ustinov
* 1964
o Cuatro confesiones de Martin Ritt
o Ella y sus maridos de J. Lee Thompson
* 1963
o El premio de Mark Robson
o Samantha de Melville Shavelson
o Hud de Martin Ritt
* 1962
o Cuando se tienen veinte años de Martin Ritt
o Dulce pájaro de juventud de Richard Brooks
* 1961
o Un día volveré de Martin Ritt
o El buscavidas de Robert Rossen
* 1960
o Éxodo de Otto Preminger
o Desde la terraza de Mark Robson
* 1959
o La ciudad frente a mí de Vincent Sherman
* 1958
o Un marido rico de Leo McCarey
o La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks
o El zurdo de Arthur Penn
o El largo y cálido verano de Martin Ritt
* 1957
o Mujeres culpables de Robert Wise
o Para ella un solo hombre de Michael Curtiz
* 1956
o Traidor a su patria de Arnold Laven
o Marcado por el odio de Robert Wise
* 1954
o El cáliz de plata de Victor Saville

Premios
Óscar

2002 Mejor actor de reparto Camino a la perdición Candidato
1994 Mejor actor Ni un pelo de tonto Candidato
1993 Premio Humanitario Jean Hersholt Ganador
1986 Mejor actor El color del dinero Ganador
1985 Óscar Honorífico Ganador
1982 Mejor actor Veredicto final Candidato
1981 Mejor actor Ausencia de malicia Candidato
1968 Mejor película Rachel, Rachel Candidato
1967 Mejor actor La leyenda del indomable Candidato
1963 Mejor actor Hud Candidato
1961 Mejor actor El buscavidas Candidato
1958 Mejor actor La gata sobre el tejado de zinc Candidato

Globos de Oro


2006 Mejor actor de reparto de serie, miniserie o telefilme Empire falls Ganador
2003 Mejor actor de reparto Camino a la perdición Candidato
1984 Premio Cecil B. DeMille Ganador
1995 Mejor actor - Drama Ni un pelo de tonto Candidato
1987 Mejor actor - Drama El color del dinero Candidato
1983 Mejor actor - Drama Veredicto final Candidato
1969 Mejor director Rachel, Rachel Ganador
1968 Mejor actor - Drama La leyenda del indomable Candidato
1964 Mejor actor - Drama Hud Candidato
1963 Mejor actor - Drama Dulce pájaro de juventud Candidato
1963 Mejor actor de reparto Cuando se tienen veinte años Candidato
1962 Mejor actor - Drama El buscavidas Candidato
1957 Nueva estrella del año - Actor El cáliz de plata Ganador