jueves, 26 de febrero de 2009

QUENTIN TARANTINO: A prueba de muerte

Estrenos de cine: un goce primario


En "A prueba de muerte", Quentin Tarantino homenajea a los filmes de acción clase B de los '70.


"A prueba de muerte", de Quentin Tarantino, con Kurt Russell, Zoe Bell y Rosario Dawson.
A prueba de muerte no es para cualquiera. No por sofisticada. Al contrario. Es un homenaje a los filmes de acción/terror clase B de los '70: películas sin inquietudes intelectuales. La propuesta vintage es verla como se ve a un objeto "ennoblecido" por el tiempo. Con valor agregado: la impronta Tarantino. En épocas de carteleras dominadas por productos prolijos, calculados, previsibles -algunos vacíos; otros, enfáticos, pretendidamente profundos-, el director de Perros de la calle nos muestra que es posible hacer cine de autor aun en ejercicios menores.

A prueba... formó parte, con Planet Terror, del díptico Grindhouse, creado por Tarantino y Robert Rodriguez para recrear las viejas funciones dobles en continuado. Pero el proyecto no funcionó y, en países como la Argentina, cada filme llegó por separado. A prueba..., con Kurt Russell como un (creíble) psicópata que persigue a chicas zafadas con su Dodge negro, es un tributo a los dobles de riesgo: figuras anónimas que entregaban su vida en cada toma, antes de que los efectos digitales volvieran prescindente al coraje. Tarantino, cuya formación cinéfila es de empleado de videoclub, los admiró siempre: no es raro que el asesino interpretado por Russell sea un doble de riesgo (Stuntman Mike; Doble Mike).

La película -sobrecargada de guiños musicales y cinematográficos- se divide en dos segmentos, separados por un diálogo entre un sheriff y su hijo: diálogo natural y cínico, tarantinesco. En la primera parte predominan el encierro (en un bar rutero), las charlas triviales, la oscuridad nocturna, la ambigua amenaza de Mike y un ataque que se grabará en el espectador, sobre todo en el que salga a ruta. La segunda parte, en exteriores áridos, con otro grupo de chicas (entre ellas Zoe Bell, que fue doble de Uma Thurman en Kill Bill y acá actúa de sí misma), se centra en una persecución filmada con gran talento y técnica (la puesta de cámara y el montaje nos hacen sentir dentro de los autos), tensión y humor desbocado.

El auto negro es un "monstruo" con vida propia, enfrentado a un auto blanco, que recrea el de Carrera contra el destino, de Richard Sarafian. Homenajes explícitos y guiños, que incluyen películas de Tarantino y al propio Russell: genial la escena en que Doble Mike les menciona a las chicas las series en las que trabajó, hasta que, con una sonrisa melancólica, dice: "Ni idea de qué les hablo, ¿no?". Pocas veces sentimos el desamparo de un asesino. En el plano estético, el tributo al cine clase B incluye la textura: A prueba... se ve con (falsos) rayones, saltos de continuidad y hasta virajes al blanco y negro, como en aquellas precarias exhibiciones de estas películas.

La violencia con tratamiento irónico; las impactantes escenas de acción (filmadas con técnicas depuradas, pero artesanales); los diálogos banales, intertextuales; y la típica estilización alla Tarantino van acompañados por un fuerte componente sexual. Algunos dijeron que este componente es verbal, que A prueba... no muestra chicas desnudas, algo imposible en el género que homenajea. Es verdad. Tarantino opta, a nivel visual, por un erotismo contenido (el más intenso) en torno del fetichismo con los pies femeninos desnudos. Los pies de Doble Mike, en cambio, están embutidos en sus texanas y sirven para hundir el acelerador a fondo. Una forma elemental, brutal, de alcanzar el clímax.

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