"El sistema entero está jodido"
El realizador dice que su filme es un thriller que no muestra a un grupo de delincuentes sino a una sociedad enferma.
Por: Miguel Frías
Cuando se le pregunta a Rodrigo Plá si durante el rodaje de La zona se le pasó por la cabeza la frase Nada se parece más a un fascista que un burgués asustado««1, él ríe -su risa, discreta, llega por teléfono desde México- y admite que las palabras de Bertolt Brecht forman parte de lo que transmite su película, estrenada el jueves en la Argentina. "Uno de los temas de La zona es la exacerbación del miedo, la generación de una paranoia que polariza a la sociedad, el modo en que una clase social acomodada se escapa de la violencia creando un mundo violento. Gente que termina transformándose en aquello que dice temer u odiar".Plá nació en 1968 en Montevideo. Cuando tenía 9 años -durante el apogeo de las dictaduras sudamericanas- su familia debió exiliarse en México: él se crió en el DF y todavía vive ahí. Su segundo largometraje, Desierto adentro, participó en la competencia oficial del último Festival de Mar del Plata. La zona es su opera prima. "Está basada en un cuento de mi mujer, Laura Santullo, con la que no sólo compartimos la vida sino una mirada sobre la sociedad. El texto original, también llamado La zona, es futurista. Y sin embargo, tiene una gran contemporaneidad. En la película no hay aclaraciones de cuándo sucede la historia".
El lugar sí importa, y mucho: un barrio privado hipervigilado que linda, paredón de por medio, con una villa. En una noche lluviosa tres jóvenes logran saltar el muro e intentan robar en una casa de ese mundo que parece el de The Truman Show, aunque paranoico, plagado de cámaras de seguridad que a veces se transforman en el punto de vista del espectador. Dos de los delincuentes mueren en el asalto; el otro, adolescente, queda escondido adentro del country. Los vecinos deciden, por amplia mayoría, emprender una cacería propia, evitando que la policía -corrupta- se meta en La zona. "La película advierte sobre un futuro sin un Estado que regule. Sin un Estado que dirima, al menos, los conflictos", explica Plá.
Desde la temática, La zona tiene puntos en común con Una semana solos, filme de Celina Murga que -con trazos sutiles- retrata, en un country, un microcosmos de barreras, claustrofobia, estigmas y contrastes sociales. "Todavía no pude verla -dice Plá-. Me hablaron muy bien de ella". La aldea, de M. Night Shyamalan, el intento por mantener la "pureza" de una sociedad aislándola, pasará también por las mentes de muchos espectadores de La zona. "Vimos La aldea mientras hacíamos La zona, y encontramos algunos puntos en común, como el manejo del miedo. No tomo películas de referencia, lo que no quiere decir que no estén. Me encantaría pensar que me quedó algo de El señor de las moscas".
Desde lo estilístico, La zona es un thriller que combina un suspenso creciente con cuestionamientos sociales, por momentos demasiado ostensibles. "Jugamos a hacer un policial que entretuviera y que a la vez diera giros que lo volvieran personal. En los policiales clásicos la corrupción es individual y, en general, es extirpada por gente que busca el bien colectivo. Acá el sistema entero está jodido. Ante el miedo y la automarginación, los grupos más radicales del barrio cerrado toman el poder y silencian a las pocas voces disidentes. Todo ocurre en un ambiente de vigilancia extrema, que hace perder la privacidad, de reglas duras y de uniformidad. Demasiado parecido al totalitarismo".
Como eje de la trama, Plá juega con el destino de un adolescente del barrio privado en relación con el del chico de clase baja que se esconde, aterrado, como un animal herido. "Elegí para esos papeles a chicos que tuvieran un aire físico parecido, que funcionaran como un espejo en el que se miran a modo de príncipe y mendigo". Las interpretaciones que recibió Plá han sido vastas: desde que su filme es una alegoría de la intolerancia con los inmigrantes tras el atentado a las Torres Gemelas hasta que representa la reacción social ante pandemias como la de la Gripe A. "Todo es válido. Pero la verdad es que el disparador fue la situación que se da con los inmigrantes ilegales en la frontera con los Estados Unidos. Ahí existen lugares como el de la película y se dan verdaderas cacerías humanas".
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