sábado, 25 de julio de 2009

EL CICLO DEL ROJAS SOBRE LAS TEORIAS CONSPIRATIVAS Y PARANOICAS ALREDEDOR DEL ALUNIZAJE



Nuestro hombre en la Luna

Por Alfredo García

Diseñador de efectos visuales, y tan fanático de los films de ciencia ficción de viajes espaciales como de la astronáutica y las teorías conspirativas, Mariano Santilli fue convocado por Raúl Manrupe, director del área de cine del Centro Cultural Rojas, para realizar una presentación audiovisual del ciclo “40 años en la Luna, ¿o no?”, pensado para conmemorar con cierto recelo paranoico la mítica pisada de Neil Armstrong en la superficie lunar.

Tomándose el encargo como algo personal, Santilli directamente concibió un cortometraje futurista, 50 años en la Luna, pensado tanto como homenaje al cine lunar como a las distintas teorías conspirativas que abundan sobre el tema. La trama se ambienta en Rusia, dentro de diez años, y muestra la obsesión de un astronauta amateur ruso por construir su propia nave para viajar a la Luna y descubrir la verdad detrás de todos los mitos y conspiraciones.

“Básicamente hay tres vertientes de teorías conspirativas sobre la llegada del hombre a la Luna”, explica Santilli en una pausa de la edición final de su cortometraje.

1) El hombre nunca llegó a la Luna y todo lo que uno conoce no es otra cosa que un programa de TV armado en un estudio por el gobierno estadounidense. Sobre esta teoría se hizo una película famosa, Capricornio 1, de Peter Hyams, que está programada en el ciclo en el Rojas.

2) El primer alunizaje falló, y esto se ocultó, pero luego las siguientes misiones a la Luna transcurrieron sin problemas.

3) Las misiones tuvieron éxito, pero las imágenes de los alunizajes están alteradas para ocultar algún tipo de actividad o presencia extraterrestre.

Aparentemente con esta ultima teoría conspirativa está relacionado el corto 50 años en la Luna, aunque, por lo que se ve, este tipo de revisionismo paranoico de la historia le interesa sobre todo al director, guionista y editor del film, desde las posibilidades que brinda a una historia de ficción.

“Estudié cada una de estas teorías conspirativas, con todas sus variaciones y supuestas evidencias, y creo que son todas paparruchadas”, dice Santilli con una sonrisa. “No hay una que sea medianamente seria, empezando por la supuesta evidencia más difundida, la que dice que la bandera de los Estados Unidos clavada en suelo lunar por los astronautas no podría flamear como se ve en las imágenes, ya que en la Luna no hay viento, etcétera. Lo cierto con el tema de la bandera es que justamente el paño, que era de una tela especial, tenía una varilla en la parte superior que la sujetaba para que luciera extendida, y esto provocaba que la bandera estuviera arrugada, lo que a simple vista podría confundirse con el típico movimiento de una bandera flameando. Pero hay algo que cae de maduro, y es que en una época como la de la Guerra Fría, los rusos seguían de cerca cada movimiento de la NASA y no hubieran dejado pasar semejante puesta en escena.”

Justamente la tecnología de la era soviética y la Guerra Fría es uno de los temas en los que Mariano Santilli se ha venido especializando al realizar un documental sobre la amenaza nuclear, titulado Imágenes del miedo, que está a punto de terminar y para el que coleccionó y utilizó toneladas de material de archivo en muchos casos extraídos de las fuentes internacionales más variadas. Por eso quizás haya decidido ambientar su corto 50 años en la Luna en Rusia, dentro de diez años, detalle que complicó aún más la producción de este proyecto altamente personal que de acuerdo a las imágenes que mostró durante el transcurso de la entrevista, ya se puede considerar un hito de la ciencia-ficción argentina.

“Entre otras cosas siempre me gustaron mucho los diseños de los módulos de la agencia espacial rusa.” Santilli se consiguió un elenco mayormente ruso, y obviamente tuvo que traducir los diálogos de su guión, escrito en castellano. Decidido a homenajear los films clásicos de viajes espaciales, optó por no utilizar animación 3D ni decorados digitales para la superficie lunar –filmado en Chile, en las zonas desérticas del Valle de la Muerte–, y del mismo modo se negó a filmar sus naves espaciales con ninguna otra técnica que no sea la de maquetas en escala convencionales, un trabajo nunca realizado en el país y logrado gracias al denodado esfuerzo conjunto de un equipo de especialistas que incluyó a la directora de arte Gabriela C. Chirife (también directora de fotografía), el maquetista Mariano Sivak y el realizador de los interiores de la nave espacial Fernando Benítez. Esta utilización de técnicas analógicas contrasta con la labor habitual de Santilli en el cine publicitario, donde sobre todo trabaja como experto en efectos digitales (sus efectos fueron los que cercenaron uno de sus senos a Aitana Sánchez Gijón en el film de Luis Puenzo La puta y la ballena). Todo sea por el homenaje a los clásicos –incluido La mujer en la Luna de Fritz Lang– y por la obsesión con un trabajo que nunca se hizo en nuestro país, y que lo empujó a conseguir cosas que parecían imposibles, como un auténtico traje de astronauta ruso.

“No sé qué vamos a hacer con el traje ahora que terminamos de filmar el corto. Al menos, ya sé de qué me voy a disfrazar la próxima Noche de Brujas”, ironiza el director rendido ante su propia obsesión.

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