El director mexicano habla de Nocturna (Suma de Letras), primera parte de una trilogía, donde narra la expansión de un virus que convierte a los infectados en vampiros. Además, un fragmento del libro, que llega en agosto
Por Alberto Armendáriz
Faltan pocos minutos para la medianoche y una fuerte tormenta azota el corazón de Brooklyn, donde más de un centenar de jóvenes desafía estoicamente el agua y el viento ante las puertas de la librería Barnes & Noble en Park Slope. Esperan que al marcar las doce, las puertas se abran y ellos puedan comprar los flamantes ejemplares de Nocturna , la primera novela del cineasta mexicano Guillermo del Toro, quien desde los pósteres de la vidriera les lanza su típica mirada, entre traviesa y maliciosa.
El afamado director de El laberinto del fauno y El espinazo del diablo se encuentra varios metros bajo tierra, en el sótano de la librería, junto con el coautor de la novela, el escritor estadounidense de thrillers Chuck Hogan. Allí, vestido de negro, con una camiseta gastada y zapatillas que han recorrido miles de kilómetros soportando el enorme peso de su dueño, Del Toro devora una galletita de chocolate tras otra mientras reflexiona sobre vampiros, monstruos y otras criaturas tan diabólicas como los humanos.
Tiene el aspecto de un niño encerrado en un cuerpo de adulto gótico, con unos pequeños anteojos desde los cuales las grandes órbitas de sus ojos parecen sobresalir, siempre atentas a lo que sucede alrededor. No para de hablar, en inglés y en español, y se lo ve hiperactivo, evitando sucumbir al jet-lag . Es natural, acaba de aterrizar desde de Los Ángeles -su hogar-, donde pasó apenas unas horas proveniente de Nueva Zelanda, donde está preparando su proyecto más ambicioso hasta ahora, la filmación de las dos películas de El Hobbit , inspiradas en los personajes de J. R. R. Tolkien y producidas por Peter Jackson.
"Estamos haciendo la preproducción y empezaremos a filmar el año próximo las dos películas juntas. Estoy muy contento: me ha llevado cuarenta y cuatro años empezar a vivir como niño; me levanto por la mañana, imagino y juego con mis amigos, diseño los filmes y vuelvo a mi casa", subraya entusiasmado mientras autografía y hace dibujos sobre algunos ejemplares de su novela.
Nocturna es la primera entrega de una trilogía que trata sobre la expansión en Nueva York de un virus que convierte a los infectados en vampiros. Para detener esta terrible plaga, Del Toro y Hogan idearon los personajes de Ephraim Goodweather, un doctor del Centro de Control de Enfermedades, y de Abraham Setrakian, un ex profesor sobreviviente del holocausto judío, que se alían en su cruzada contra ese mal, diseminado por un maquiavélico empresario.
"Yo me defino como un fatalista esperanzado. Espero lo peor, pero creo que puede suceder lo mejor. Y creo que los humanos somos tanto lo peor como lo mejor que le ha pasado a este mundo; está en nosotros decidir la dirección que tomemos como raza", apunta el director, que comenzó su carrera cinematográfica con Cronos , otra historia de vampiros. Por supuesto, jamás imaginó que el lanzamiento de su libro coincidiría con la epidemia del virus de influenza H1N1.
"Nos sorprendieron los parecidos que hubo con lo del virus de la influenza, y sentimos que el trabajo de investigación que habíamos hecho en casi tres años quedó validado por cómo suceden las cosas en la realidad -cuenta-. Fue todo muy surrealista. Unas semanas antes teníamos que explicar qué era el Centro de Control de Enfermedades o una pandemia, y luego se convirtieron en palabras que estaban en boca de todos."
El germen de la trilogía fue una biblia de ideas y personajes que había propuesto hace unos cuatro años a la cadena televisiva Fox para una serie que nunca se realizó. ¿Será cuestión entonces de esperar a que él traslade estas historias al cine? "No -advierte inmediatamente-. No en una película; se trata de un formato demasiado comprimido. Sería ideal crear una serie para TV por cable, y no extenderla a la televisión abierta, donde los personajes mueren al ritmo del rating."
-¿Por qué elegiste ubicar la historia de Nocturna en Nueva York?
-Porque es como una ciudad imaginaria universal; es la metrópolis por excelencia. Y la primera vez que vine a Nueva York, allá por 1985 o 1986, estaba caminando por Central Park y vi uno de esos edificios que terminan con una gran torre, como un castillo, y me imaginé que un vampiro vivía allí.
-En el libro hay un personaje que se llama Lorenza Ruiz. ¿Fue una suerte de tributo a tu esposa Lorenza?
-Sí, así es, y es la primera que muere (risas). Pero hay muchos otros nombres sacados de mi entorno. Por ejemplo, el capitán Navarro está inspirado en Guillermo Navarro, mi fotógrafo; Gus Elizalde, en Mike Elizalde, que hace los monstruos para mis películas; Abraham Setrakian viene de Mark Setrakian, que construye todos los mecanismos para mis criaturas. Para el tercer libro, habré matado a toda mi familia y mis amigos. Debo de tener algún problema psicológico.
-¿Te produce una suerte de morbo?
-Puede ser, pero lo que realmente me daba morbo y fascinaba era describir bien y sumergir al lector completamente en el momento del drenaje de la sangre. Era algo que no había visto en ningún otro libro de vampiros. Quería que cada muerte estuviera escrita de modo que el lector sintiera que no es un momento placentero, y trataba de hacerlo tan explícito como fuera posible.
-¿Qué es lo que te da miedo?
-La política, la ley, los policías, el ejército, los bancos, la religión institucionalizada. Esas cosas que son como montoneros legislados, que pueden violar tu privacidad porque tienen de su lado la ley escrita por ellos, me dan mucho miedo. Los bancos me parecen un robo organizado.
-Leí por allí que entre tus influencias literarias se encuentran dos argentinos, Jorge Luis Borges y Horacio Quiroga...
-Sí, así es. Quiroga es un genio, un tipo profundamente morboso, tiene un sentido absolutamente fatalista de la vida, no es una pose, realmente cree que el mundo está lleno de bestialidades. A mí me fascinan sus historias tanto como ver un accidente de autos; me quedo atrapado por sus imágenes. En cuanto a Borges, yo no conozco a nadie más que utilice el lenguaje de esa manera. Tiene un ritmo que te arrulla para soñar con lo que él está contando. Y es a la vez tentativo y asertivo en su manera de escribir. En "El Golem" te dice: "Si (como afirma el griego en el Cratilo) el nombre es arquetipo de la cosa..." La frase parece tentativa, como si estuviera preguntando, pero está hablando ya de dos referencias que tú tienes que descifrar. Es a la vez erudito, ameno, hechizante. Creo que sus prólogos sobre su biblioteca personal, de escritores como Robert Louis Stevenson o Marcel Schwob, han iluminado más la obra de estos autores que libros enteros que se han escrito sobre ellos. Lo único que he leído de Borges en lo que estoy en desacuerdo con él son sus críticas de cine; no me gustan nada.
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