sábado, 14 de marzo de 2009

CINE; "París"

"París", de Cédric Klapisch, es un filme coral, a la manera de Altman, con muchos puntos altos.


“París”, de Cédric Klapisch con Juliette Binoche, Romain Duris, Fabrice Luchini, Albert Dupontel y Karin Viard.
Tras Las horas del verano llega otra gran película francesa a la cartelera porteña, también con Juliette Binoche personificando o haciendo de hermana. París es otra excelente opción para disfrutar en su ámbito natural: el cine.

Filme de pulsaciones y emociones constantes, de personajes identificables e historias paralelas que se cruzan, a la manera de Robert Altman más que de P.T. Anderson, el de Magnolia, París es también un homenaje a la Ciudad Luz que quienes ya la conozcan suspirarán al verla, y los que no, soñarán despiertos.

Binoche es Elise, hermana de Pierre (Romain Duris), quien sufre un problema cardíaco por el que necesita un trasplante urgente de corazón, por lo que se muda a su departamento con vista a la Torre Eiffel con sus hijos. Resultaría extenso y sin el menor sentido contar cómo más personajes se irán sumando al entramado, unos deseando a otros que están enamorados (o algo así) con un tercero. Lo que interesa en París es lo real que parecen estos seres, lo que afrontan o dicen. Ahí radica el mayor acierto del director francés, que a los 47 años debe haber hecho un balance de su vida a la hora de sentarse a escribir y luego filmar su propio guión.

Kaplisch ideó una trama con tanto cariño por sus personajes en la que hasta los que hacen las cosas mal, despiertan simpatía.

El director de Un aire de familia, Las muñecas rusas y Piso compartido sabe cómo sorprender y cambiar cuando todo parece desembocar en el melodrama de la tarde, y alcanza momentos conmovedores (el reencuentro de Pierre con una antigua novia, por ejemplo, y el final) y otros verdaderamente magistrales. La escena de Roland (Fabrice Luchini, componiendo a un profesor universitario que de golpe descubre que como historiador puede robar en la TV, y se enamora como un adolescente de una de sus alumnas y se vuelve ridículamente celoso) con su psicoanalista es casi, casi lo mejor del filme.

Y no es lo único que brilla, ya que a la apuntada Binoche se suman Fran»coise Cluzet y Albert Dupontel entre quienes sobrellevan, con sonrisas y muecas de desesperanza, la vida que les toca y eligen vivir.

"Tu vida no se ha acabado, tal vez ni siquiera empezó", le dice con sabiduría Pierre a Elise. "Así es París; nadie nunca está contento", suelta alguien. Viendo la película, rodada no ingenuamente en un frío invierno, se entiende por qué.

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