viernes, 10 de abril de 2009

Jean-Luc Godard: Mao en Chicago


Jean-Luc Godard: Mao en Chicago



La imagen más recordada del famoso juicio: Bobby Seale, uno de los acusados por conspiración, atado y amordazado en una sala federal por pedido del juez, debido a sus constantes exabruptos. Acá, el dibujo de la ilustradora oficial de la Justicia.


El espíritu de la revuelta de Chicago sería discutido dos años más tarde en Vladimir et Rosa, de Godard. La película satiriza los procedimientos de la corte federal que juzgó en 1969 a ocho organizadores de la movilización, un grupo que se reduciría a siete luego de que el Pantera Negra Bobby Seale fuese removido del caso y sentenciado a cuatro años de cárcel por desacato e insultos a la corte (“cerdo racista” y “perro fascista” fue lo mínimo que el acusado le dijo al juez Julius Hoffman antes de ser esposado y amordazado en público). La escena es representada por Godard a través del personaje llamado “Bobby X”, en clara alusión a los militantes Bobby Seale y Malcom X. En el film, el único acusado que aparece con su nombre y apellido auténtico es David Dellinger, director de la revista anarcopacifista Liberation y organizador de las nutridas movilizaciones contra la guerra en Nueva York y Washington durante el ’67. En cuanto al juez, en Vladimir et Rosa se llama Ernest Adolf Himmler y tiene la costumbre de quedarse semidormido durante los extensos discursos políticos de la defensa o de ponerse a garabatear sobre una revista con fotos de desnudos. Godard, interesado en representar cómo trata la “Justicia burguesa” a los militantes revolucionarios, discute desde una perspectiva maoísta los problemas que emergieron en el ’68 norteamericano, sobre todo la articulación entre la lucha antiimperialista, los negros, las mujeres feministas y los jóvenes obreros. Pero no recrea las escenas más espectaculares de ese juicio histórico en el que los acusados Jerry Rubin y Abbie Hoffman aparecieron un día vestidos con togas de jueces y otro disfrazados de Papá Noel. En sus últimas declaraciones, Hoffman llegó a aconsejar al juez que curiosamente tenía su mismo apellido que probara LSD para sacar sus propias conclusiones. A sabiendas de que el magistrado se iría de vacaciones a Florida después del juicio, le dijo: “Yo conozco un buen dealer en Miami, puedo hacerle el contacto”. El proceso terminó con diversas condenas a prisión que abarcaron incluso a los dos abogados defensores, por insultos y agravios al tribunal

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