Una tomografía computada tridimensional realizada por investigadores del Imaging Science Institute de Berlín, demostró que uno de los rostros más famosos del Antiguo Egipto no era tan bello como se creía. La cara oculta de Nefertiti reveló, debajo de la última capa de la escultura, que la esposa del faraón Akenatón tenía arrugas, unos pómulos menos prominentes y una nariz imperfecta.
Hace unos 3.300 años, el artista encargado de esculpir sobre piedra caliza la belleza de la reina decidió añadir una nueva capa de estuco sobre la primera versión del busto para adaptarla a los cánones estéticos de la época.
Así lo afirma hoy un equipo de investigadores del Imaging Science Institute de Berlín en la revista científica Radiology.
El magnetismo del busto de Nefertiti, esposa del faraón Akenatón, ha cautivado a arqueólogos y simples observadores desde 1912, año en que fue descubierto por el alemán Ludwig Borchardt en un yacimiento entre Luxor y El Cairo.
Tras someter la preciada escultura, una de las más famosas del Antiguo Egipto, a una tomografía computarizada espiral de 64 cortes, los investigadores no sólo descubrieron el estado de conservación en el que se encontraba la pieza, sino el verdadero rostro de la reina que no pudo detectar una tomografía practicada en 1992.
"La tomografía computarizada ha cambiado de forma importante desde 1992. Ahora podemos tener imágenes tridimensionales con mucha mayor resolución", explicó el responsable de la investigación, Alexander Huppertz.
El busto de Nefertiti fue tallado en varias etapas sobre una base de piedra caliza cubierta de capas de estuco de diverso grosor y tiene fisuras en los hombros, en la zona inferior y en la parte trasera de la corona.
Con esta técnica, "conseguimos mucha información acerca de cómo el busto fue hecho hace más de 3.300 años por el escultor real. Vimos que la escultura tenía dos rostros ligeramente diferentes y a partir de la interpretación de las imágenes de la prueba sabemos cómo prevenir el daño –indicó Huppertz–. El rostro interno de Nefertiti no es anónimo, pues está firmado por el escultor real Thutmose. El estudio muestra que él colocó varias capas de diverso grosor sobre el perfil de piedra caliza para resaltar algunos de los rasgos de la reina", precisó.
La versión interna del rostro de la reina fue delicadamente tallada sobre la piedra, por eso no fue esculpida para servir de molde.
La cara oculta de Nefertiti es muy simétrica y las orejas difieren poco de la versión final, pero tiene menor profundidad en el extremo de los párpados, arrugas en la comisura de los labios y las mejillas, pómulos menos prominentes y una pequeña elevación en el caballete de la nariz.
La opción de retocar las arrugas y suavizar la nariz, según los investigadores, pudo ser elección del artista, quien trató de reflejar a través de los rasgos de la reina los cánones estéticos de la época.
Nefertiti fue la esposa del faraón Amenofis IV, más conocido como Akenatón, quien instauró el monoteísmo durante su reinado con el culto al sol (Atón) y fue padre de Tutankamon.
Tras el descubrimiento del bello busto en 1912 se exhibió por primera vez al público berlinés en el Neues Museum en 1924, lo que enfureció a las autoridades egipcias, que exigieron su devolución. En los años 30 se negoció su restitución a Egipto, pero Adolf Hitler se opuso.
Desde entonces, la escultura se ha expuesto en tres museos de la capital alemana y las autoridades egipcias han pedido, sin éxito, una y otra vez a los responsables de los museos de Berlín que les devuelvan el busto de la hermosa reina egipcia.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue escondida en una mina de Turingia (este de Alemania) mientras caían las bombas sobre Berlín y ahí la encontraron las tropas estadounidenses.
En la actualidad se expone en el Museo Egipcio de Berlín, pero en octubre viajará al restaurado Neues Museum, donde comenzó a hechizar a sus visitantes en los años 20 del siglo pasado.
Reclamo indiscutible de turistas, el descubrimiento del rostro real de Nefertiti no hará más que aumentar el poder de seducción de la reina más bella del Nilo.
Fuente: EFE
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