Tanguito: El circo argentino
La politización de los flower children por aquí recibió un corte de raíz. Según John King, en su insuperable investigación El Di Tella y el desarrollo cultural argentino en la década del ’60, la dictadura de Onganía temía “el crecimiento de una contracultura en Argentina”. De modo que se dedicó a combatir con saña a la “cultura juvenil apolítica” por considerar peligrosas esas formas de disidencia existencial expresadas en ropas, adornos y pelo largo, signos ofensivos para la distinción tradicional de lo masculino y lo femenino. En 1968, la revista Primera Plana –que había contado, no se sabe en base a qué encuesta, “unos 200 hippies argentinos”– reunió en su redacción a un grupo de “representantes” del circo local, entre ellos José Alberto Iglesias, alias “Tanguito”, junto a miembros de la Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas (Faeda), que en aquellos años denunciaba a los hippies como “engranajes de un plan mundial diabólico orquestado por el comunismo” y alertaba “a los padres de familia acerca de los problemas que está viviendo la juventud, arrastrada a lo que nosotros llamamos La Carrera del Vicio”. En la reunión se habló de las acusaciones de “estupro” de chicas menores de edad (hasta de doce años) con que se señalaba al grupo en torno de Tanguito. Este se defendió así: “Y de repente vos estás en una plaza, con una guitarrita, como he estado yo. Y hay 20 personas, agrupadas o no, pero están ahí. Yo nunca dije que el grupo es mío; recién ahora me entero de eso”.
Mientras tanto, las razzias y detenciones en bares, plazas y a la salida de recitales en cines y teatros por portación de cara, pelo y atavíos se hacían cada vez más frecuentes. Las incipientes organizaciones armadas reclutarían algunas de esas víctimas de la campaña antihippie en los años por venir, pero eso ya es otra historia.
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